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La colonna di Simeone Stilita. Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui

– Resto de la columna de Simeón Estilita. Complejo monumental de Qal’at Sim’an (Siria)

A unos 30 km de Alepo, Siria, en un lugar antiguamente llamado Telanisso y hoy conocido como Deir Sim’an (Monasterio de Simeón) o también Qal’at Sim’an (Fortaleza de Simeón), se encuentran las ruinas de un gran complejo monástico paleocristiano que en 2001 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Se trata de la iglesia de San Simeón Estilita el Viejo (para distinguirlo de San Simeón el Joven). En el centro del complejo se halla una gran piedra blanca de unos dos metros que en realidad es lo que queda de una gran columna, la columna sobre la cual vivió San Simeón los últimos 37 años de su vida. Por este motivo recibió el apelativo de Estilita (del griego stylos, columna) y dio inicio a un tipo particular de ascetismo denominado precisamente estilismo, llamándose estilitas a quienes lo practicaban.

Pero ¿quién era Simeón Estilita?

Gracias a los escritos de Teodoreto1, obispo de Ciro, compatriota y contemporáneo de Simeón, sabemos que Simeón nació en Cilicia hacia el año 390, en el seno de una familia de pastores. Ya de joven sintió el deseo de llevar una vida religiosa y entró en un convento, donde durante 10 años vivió en oración y mortificación, comiendo solo una vez por semana, lo cual sorprendía a los demás monjes. Cuando llegó al extremo de ceñirse un cilicio de hojas de palma que le llenó el cuerpo de llagas, negándose a recibir cuidados, fue animado a abandonar aquella comunidad para evitar que otros monjes lo imitaran.

Después, Simeón se instaló en una cabaña en la ladera de un monte, donde permaneció encerrado tres años, alimentándose solo de pan y agua que le dejaban en la puerta, pasando las Cuaresmas enteras sin comer. Posteriormente, se aisló en esa misma montaña, atado a una piedra para no alejarse más de 20 metros. Su fama crecía y la gente acudía a él para pedir consejo o curaciones. Era especialmente conocido por ayudar en problemas de esterilidad, que le comunicaban por escrito o mediante terceros, pues no permitía que se le acercaran mujeres, ni siquiera su madre. Poco a poco fue considerado santo, no solo por los milagros que se le atribuían, sino también por su resistencia sobrehumana a las inclemencias del tiempo y a todo tipo de fatiga. Oraba de pie, con los brazos abiertos en forma de cruz, y solía inclinarse desde la frente hasta los pies más de mil veces seguidas.

En cuanto a los milagros, además de curaciones, se decía que dominaba fenómenos naturales (sequías, tormentas…) o incluso resolvía problemas sociales. Como la multitud no cesaba de crecer, Simeón hizo construir una plataforma con barandilla sobre una columna de unos cuatro metros hallada en las cercanías, y allí se trasladó. Cuanto más aumentaba la gente, más alta se hacía la columna, hasta alcanzar unos 16 metros. Quienes querían hablar con él debían subir por una escalera. Era alimentado por quienes le llevaban agua o dátiles.

La fama de Simeón se difundió por todo el Imperio bizantino y fue visitado por muchos personajes ilustres, incluso el emperador Teodosio II y su esposa Aelia Eudocia. También el emperador León I tuvo muy en cuenta el contenido de una de sus cartas. Llegó incluso a mantener una suerte de correspondencia con Genoveva de París2, a través de peregrinos que lo visitaban y que llevaron su fama a muchas partes de Europa, donde su imagen y la de su sucesor, Simeón el Joven, aparecían hasta en pequeñas ampollas procedentes de Oriente, llamadas ‘eulogias’, que contenían aceite bendito o polvo de lugares santos.

Simeón murió en 459, a los 70 años aproximadamente. Sus restos fueron disputados entre Antioquía y Constantinopla; finalmente, la mayor parte quedó en Antioquía, aunque algunas reliquias llegaron a Constantinopla y otras circularon por el Mediterráneo.

Este modelo de ascetismo, nacido y desarrollado en Siria, se extendió al resto de la Iglesia cristiana oriental y sobrevivió incluso después del gran cisma entre Oriente y Occidente, y en Rusia permaneció hasta el siglo XV. Los estilitas solían levantar sus columnas cerca de poblados y caminos comerciales; predicaban, daban consejo a los viajeros y guiaban a la gente en la oración. Teodoreto los llamó “candelabros de la fe”.

– Complejo monástico de Qal’at Sim’an. La columna está en la parte central que une las cuatro basílicas y que estaba coronada por una cúpula octogonal
– Complejo monástico de Qal’at Sim’an. Al fondo se entrevé el ábside de una de las basíliicas
Complejo monástico de Qal’at Sim’an. Fachada principal de la basílica

Pero no era el único modelo: las manifestaciones ascéticas de esta zona tomaron diversas formas, fruto de una auténtica explosión monástica entre los siglos IV y VI, con miles de comunidades e innumerables iniciativas individuales, como la de Simeón, que no seguían regla común alguna. Existían también los dendritas (que vivían en la copa de los árboles), los que se encerraban en cuevas o torres, los que permanecían siempre de pie en el mismo lugar, los que se cubrían con cadenas, o quienes simplemente vivían de modo salvaje, rechazando la comida cocida, la carne, las ropas y hasta el aseo.

En aquella época, dentro del cristianismo primitivo existían diversas doctrinas sobre la naturaleza de Cristo que no coincidían con la postura oficial (la unión en Cristo de las dos naturalezas, humana y divina) y que por ello fueron consideradas herejías. Las principales eran el nestorianismo3, el arianismo4 y el monofisismo5. A este último pertenecían los cristianos de Siria.

Y aquí volvemos a la columna: como se decía, se encuentra en el centro de un gran complejo mandado construir por el emperador bizantino Zenón y terminado en el año 490, como intento de apaciguar los ánimos exaltados por la disputa sobre el monofisismo, avivada tras el Concilio de Calcedonia. Cuatro edificios dispuestos en forma de cruz, orientados a los cuatro puntos cardinales, se unían en el centro mediante una cúpula octogonal que cubría la columna. Eran cuatro basílicas, una de ellas con tres ábsides semicirculares al final de sus naves, que en parte todavía se conservan. Junto a la basílica se construyó un gran convento, conectado a la iglesia por un claustro. En torno al siglo X el santuario fue fortificado para defenderlo de los musulmanes, pero en 1164 la zona cayó en manos de los selyúcidas.

Desde la muerte de Simeón, la columna se convirtió en meta de peregrinaciones, y con la construcción de la iglesia, estas aumentaron, favorecidas además por el emperador Zenón, convirtiéndose el lugar en un gran centro de culto.

La declaración de este monumento como Patrimonio de la Humanidad no fue suficiente para protegerlo de la guerra que ha devastado Siria. En esta zona han combatido kurdos, turcos y aviones rusos.

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1.- Teodoreto de Ciro, Historia Religiosa, cap. XXVI, ca. 440. Otras fuentes: una vida del santo escrita en siríaco por los monjes del monasterio surgido cerca de la columna; la vida escrita en griego por el monje Antonio, que se autodefinía discípulo del santo, aunque su identidad no está clara; un breve capítulo de la Historia Eclesiástica de Evagrio Póntico de finales del siglo VI.

2.- Genoveva, posteriormente santa, Sainte Geneviève de Paris, patrona de esta ciudad.

3.- Toma su nombre del patriarca de Constantinopla Nestorio. Doctrina que defendía que las dos naturalezas de Cristo, divina y humana, son completamente independientes entre sí. También se la llama difisismo. Fue condenada por el Concilio de Éfeso (431).

4.- Toma su nombre del monje y teólogo alejandrino Arrio. El arrianismo era la doctrina que negaba la naturaleza divina de Cristo. Solo el Padre podía considerarse verdaderamente Dios. Fue condenada por el Concilio de Nicea del 325, en el que participó el emperador Constantino el Grande.

5.- Monofisismo. Doctrina según la cual Cristo posee únicamente la naturaleza divina. Fue creada y promovida por Cirilo, patriarca de Alejandría. Esta doctrina fue muy combatida por el Concilio de Calcedonia del 451 y condenada por el Segundo Concilio de Constantinopla del 553. El monofisismo existe todavía entre los cristianos coptos de Egipto y en la Iglesia Armenia.