Tag

, , , , , , , , , , ,

Sulle orme degli apostoli: le reliquie di San Pietro. Puoi leggere quest’articolo italiano cliccando qui

San Pedro. Arnolfo di Cambio, 1300 aprox.. Basílica de San Pedro en Vaticano

Pedro llegó a Roma hacia el año 54, cuando reinaba Nerón (aunque la tradición hace remontar su llegada a los tiempos del emperador Claudio1). En Roma ya existían algunas comunidades cristianas, que los romanos confundían con la hebraica -o las consideraban como una secta de la misma- ya expulsadas por el emperador Claudio, predecesor de Nerón, porque, en palabras de Svetonio, estaban instigadas por Cristo y provocaban muchos tumultos. Pero volvieron después de la muerte del emperador.

Junto con Pedro, y durante algún tiempo, se encontraban en Roma otros ilustres miembros de la nueva religión: San Pablo, claro está, y su discípulo Timoteo, pero también los evangelistas San Lucas y San Marcos, Sila (San Silvano, compañero de viaje de Pablo) y los futuros papas Lino, Cleto y Clemente, además de su hija Petronila.

Después del terrible incendio que devastó Roma en el año 64, Nerón acusó a los cristianos de haberlo provocado, comenzando así a perseguirlos. Como consecuencia de este persecución, halló la muerte también Pedro. Y fue en el año 64, y no en el 67 que era la fecha indicada por la tradición, tal vez para que coincidiera con la muerte de Pablo. La Iglesia festeja el 29 de junio la fiesta de los Santos Pedro y Pablo, que fueron, según la tradición, martirizados el mismo día. Pero en la Roma pagana, en la colina del Quirinal, en el templo del dios Quirino se celebraba ese mismo día la fiesta de Rómulo y Remo, fundadores de Roma. Por lo tanto, en la lógica de la Iglesia, que pasaba por cristianizar los lugares paganos, parece lógico sustituir una fiesta pagana con una cristiana, sustituyendo los fundadores de Roma con los fundadores de la Iglesia cristiana en Roma.

Cerca de la colina del Esquilino, donde en esos tiempos existía la Praefectura Urbis, y donde ahora se encuentra la iglesia de San Pietro in Víncoli (San Pedro Encadenado)2, Pedro fue arrestado. Después, según la tradición, encarcelado, probablemente junto con Pablo en la Cárcel Mamertina.

Con la ayuda de los carceleros Proceso y Martiniano Pedro huyó, y se dirigió hacia la Vía Appia, para salir de la ciudad. La tradición cuenta que se le apareció Jesús que caminaba hacia Roma, y le hizo comprender que no podía huir.3 Por lo tanto Pedro volvió a Roma y fue apresado y llevado ante Agripa, quien lo condenó a la crucifixión. Fue crucificado bocabajo, en el Ager Vaticanus.4 Después, su cuerpo fue recogido por sus discípulos y sepultado en un lugar cercano, donde ya existía un cementerio pagano.

Trofeo de Gayo. Necropolis Vaticana (maqueta)

El lugar de la sepultura de San Pedro fu objeto de gran veneración ya desde el primer momento. Algunos años más tarde Anacleto, futuro papa de Roma del 76 al 89, mandó edificar en ese lugar un pequeño mausoleo. En la segunda mitad del siglo II se construyó sobre la tumba de San Pedro un ‘trofeo’5, el Trofeo de Gayo, adosado a un muro rojo, con dos nichos, siendo el inferior más grande, y rematado con una lápida de mármol apoyada sobre dos columnas.

En el año 258, durante la persecución del emperador Valeriano, a causa de la gran veneración que ya tenían las tumbas de Pedro y Pablo, los cuerpos de los dos apóstoles fueron exhumados para ser llevados a un lugar seguro. Fueron escondidos en las catacumbas de San Sebastián, en la Vía Appia, donde permanecieron hasta la época de Constantino, cuando fueron llevados de nuevo a su sitio bajo el pontificado de papa Silvestre I (314-335). Sobre la tumba de Pedro probablemente ya habría una pequeña iglesia, que dejó paso a la basílica constantiniana.

Basílica constantiniana de San Pedro, Siglo IV

La basílica de San Pedro fue, por lo tanto, construida sobre la tumba del apóstol, haciendo coincidir exactamente el altar mayor de la confesión con el trofeo de San Pedro, es decir con su sepultura. Fue consagrada en el 326 y terminada en el 349. Posteriormente, Gregorio Magno (siglo VI) ordenó construir un nuevo altar sobre el de Constantino. La sepultura original de San Pedro aun era visible a través de una ventanita abierta en la cripta, a la que se podría llegar a través de un pasillo subterráneo. Desde esa ventanita los peregrinos introducían jirones de sus vestimentas o bajaban medallitas, que ponían en contacto con la tumba del apóstol. Posteriormente y a causa de su deterioro, otro altar fue consagrado por Calixto II en el año 1122. Con la construcción de la nueva basílica, fue necesario levantar el nivel del pavimento. Pero el papa Clemente VII no quiso mover el altar de donde estaba y mandó construir otro más que se situaría sobre el anterior, siendo consagrado en 1594.

Como las cajas chinas: un altar dentro de otro, construidos sobre el famoso templete con el muro rojo, con dos columnas, construido, a su vez, sobre el primer monumento de Pedro. Parece obvio pensar que una razón de peso tenía que haber empujado a Constantino a construir la basílica justo en aquel lugar, sobre un cementerio pagano de familias importantes y sobre parte del espacio ocupado por el Circo Vaticano. Sin embargo, hasta el siglo XX, no existían pruebas o documentos que demostraran que la tumba de Pedro estuviera bajo el altar papal de la basílica, como siempre había afirmado la tradición. En 1939, con la llegada al pontificado de Pío XII se iniciaron bajo la basílica de San Pedro unas excavaciones que duraron unos 10 años. Estas excavaciones sacaron a la luz no solo una interesantísima necrópolis romana, sino también la tumba de San Pedro. ¿Y sus reliquias?

Tumba de San Pedro en el interior del muro de los grafitos con los restos de San Pedro, donde se encuentran desde 1979
Fragmento caído del muro de los grafitos, en el que figura la inscripción ‘Petros eni’.

Hallaron el muro rojo, el famoso Trofeo de Gayo, y otro murete perpendicular al muro rojo, denominado ‘muro g’ porque estaba cubierto de grafitos y de epígrafes, seguramente realizados por los peregrinos que venían a visitar el sepulcro antes de que fuera cubierto por la basílica constantiniana. En una segunda fase de la investigación los grafitos fueron estudiados e interpretados por la famosa arqueóloga Margherita Guarducci6 entre 1952 y 1965. Eran de diferentes tipos: muchas letras P, PE, PET, o la sigla de Cristo o de la Trinidad, etc. En un pequeño fragmento separado y que se halló con posterioridad se podía leer casi completamente la frase ‘Petrus eni’, Pedro está dentro. Pero cuando abrieron la tumba, la encontraron vacía. Fue necesario mucho tiempo para comprender y reconstruir lo que había sucedido. Durante las operaciones de excavación, con una maniobra un poco desafortunada, se derrumbó el altar de Calixto II y se llegó al muro rojo en la manera equivocada, por lo que una gran cantidad de cascotes cayeron sobre los huesos, que se mezclaron con los escombros. Alguien recogió los escombros y guardó los huesos en una caja, en las grutas vaticanas. Después de algunos años, empezaron a pensar que tal vez aquellas podían ser las reliquias buscadas. La tierra que aun estaba en la caja era del mismo muro rojo. Los huesos eran pocos pero los mandaron estudiar. Evidentemente nadie puede afirmar, sin ninguna duda, que se trata de los huesos de San Pedro, pero el resultado del estudio concluye que pertenecieron a una sola persona, de sexo masculino, de edad avanzada y complexión robusta. Algunos huesos tenían trocitos de hilos de oro y de tejido de púrpura. La púrpura y el oro solo eran usados por la máxima autoridad: el emperador. Constantino evidentemente había mandado recoger los huesos de su tumba, envolverlos en un paño de púrpura y oro, reponerlos en su sitio, en el mismo donde ahora se encuentran, desde 1979, es decir, en el sepulcro original.

Pero, por qué los huesos son tan pocos? Porque algunas de las partes que faltan están conservadas en otras iglesias. No sabemos, sin embargo, en qué momento el cuerpo fue desmembrado. Por ejemplo, en la misma basílica de San Pedro, en el Tesoro, se conserva un relicario con un dedo del apóstol. Una parte del brazo y un diente en Santa Cruz en Jerusalén, otros dientes y otras partes en otras iglesias.

Ciborio basílica San Juan de Letrán

La cabeza, junto con la de San Pablo, se encuentra en la basílica de San Juan de Letrán. Es probable que la separación de las cabezas de los cuerpo se llevara a cabo cuando los restos de los dos apóstoles fueron llevados desde las catacumbas a sus antiguas tumbas. Fueron custodiadas en el ‘Sancta Sanctorum’ hasta que Urbano V en 1369 las mandó trasladar solemnemente a la cercana basílica lateranense, en el magnífico ciborio que acababa de mandar construir sobre el altar papal. Por la ocasión, Carlos V, rey de Francia, donó a la basílica dos ricos relicarios, en forma de busto, decorados con piedras preciosas, en los que se encerraron las cabezas. San Pedro estaba representado con una tiara en la cabeza. En 1438 en dos ocasiones fueron robadas las piedras preciosas. Fueron sustraídos dos rubíes, un gran zafiro, tres diamantes y doce perlas, y sucesivamente otras dieciocho gemas, pero los bustos no tuvieron ningún daño. Los ladrones fueron apresados en el mismo año y se recuperó el botín. Las gemas fueron puestas de nuevo en su lugar.

Bustos de San Pedro (derecha) y San Pablo (izquierda), en el ciborio de San Juan de Latrán

Estos dos relicarios, recompuestos después del robo, permanecieron intactos también después del famoso saqueo de Roma de 1527. Es más, fueron incluso venerados por el mismo emperador Carlos V de España en 1533. Pero duraron solo hasta 1799, cuando para pagar el gravosísimo tributo, de 30.000 florines, impuesto por Napoleón con el tratado de Tolentino, estipulado entre Francia y el Estado Pontificio, se tuvieron que fundir.

Dos nuevos bustos fueron comisionados al famoso arquitecto Giuseppe Valadier quien los terminó en 1804, siendo un regalo de la duquesa Pignatelli. Pío VII, en una solemne ceremonia, encerró en los nuevos bustos las preciosas reliquias.

Son los bustos actuales que podemos ver por encima del altar papal, en el ciborio. Son a tamaño natural y de plata dorada, salvo las máscaras que son de oro, cerradas con un candado. Se pueden abrir y dentro está la ampolla de cristal que contiene los huesos rotos de los cráneos y las mandíbulas, que pueden por tanto ser expuestas por separado.

Los bustos dan la espalda al ábside y, vistos de frente, el de la derecha corresponde a San Pedro y el de la izquierda a San Pablo, perfectamente reconocibles por su atributo, las llaves para San Pedro y la espada para San Pablo. Están protegidos por la reja del ciborio.

1.- Se cree que hubo dos viajes de San Pedro a Roma, el primero bajo el emperador Claudio. Pedro habría permanecido en Roma durante un período de tiempo difícil de determinar. El segundo viaje fue bajo Nerón. 2.- Puedes leer mi artículo sobre las Cadenas de San Pedro, conservadas en San Pietro in Víncoli. 3.- Se trata del famoso episodio de ‘Domine Quo Vadis?’, descrito en otro artículo de este blog. 4.- Sobre el lugar exacto del martirio de San Pedro, aconsejo la lectura de mi artículo sobre el argumento. 5.- Del griego ‘tropaion’, ‘monumento de victoria’. 6.- Margherita Guarducci. Le reliquie di Pietro in Vaticano. Roma 1995.

También podrían interesarte:

Le reliquias de Santiago el Mayor, las reliquias de Santiago el Menor, las reliquias de San Tomás, las reliquias de San Andrés, las reliquias de San Mateo, las reliquias de San Pablo, las reliquias de San Bartolomé