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Le anfore del miracolo delle nozze di Cana                                               Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui

Giotto. Las bodas de Caná. Capilla de los Scrovegni, Padua (Italia)

 “A los tres días, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí.  Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino». Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora». Su madre dice a los sirvientes: «Hagan lo que él os diga».

Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: «Sacad ahora y llevadlo al mayordomo» les dijo Jesús. Ellos se los llevaron.

El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua) y entonces llama al esposo y le dijo: «Todo el mundo pone primero el vino bueno, y  cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado vino bueno hasta ahora».

Éste fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él”.(Jn 2, 1-11)

Este texto del Evangelio de Juan es el último aprobado en 2008 por la Conferencia Episcopal Española. En ‘La Biblia de Jerusalén’ (ed. Desclée De Brower) de 1967, la capacidad de las tinajas se expresa en ‘medidas’: “Había allí seis tinajas de piedra puestas para la purificación de los judíos, de dos o tres medidas cada una”.

Pero cuánto es una medida? Es un término muy genérico porque cambia dependiendo de las zonas y del contenido. Pero en una edición más antigua del Evangelio de 1964, Ediciones Paulinas, noto que hay otras diferencias. Dice textualmente:

“Había allí seis tinajas de piedra para las abluciones de los judíos, de dos o tres metretas cada una”. Por lo tanto especifica claramente que se trata de metretas y que la capacidad era aproximada, ‘de dos o tres metretas’, es decir, podría significar que eran todas iguales y que la capacidad había sido calculada ‘a ojo’, como puede deducirse de la última versión, ‘unos cien litros’. Para contener agua el tipo de recipiente utilizado solía ser uno de tres asas, llamado ‘hidria’. Podemos suponer que estas tinajas también fueran de tres asas. La metreta era una antigua medida de capacidad, también llamada ‘ánfora griega’, igual a 38,88 litros. Por lo tanto las hidrias de las bodas de Caná podían contener cada una entre 77 y 117 litros, cuya cantidad intermedia es la que leemos en la versión de 2008. Pero según otras fuentes, la metreta es equivalente al ‘bath’, medida hebraica que corresponde a unos 11 litros. En este caso se trataría de tinajas mucho más pequeñas. Resumiendo, estamos hablando de 6 ‘tinajas’ o ‘hidrias’ muy probablemente todas iguales pero con tamaños y capacidades no fácilmente determinables.

Sin embargo, a pesar que fueran solo 6 y ‘en principio todas iguales’, existen en Europa muchos recipientes/tinajas de diferentes colores, capacidades, formas, etc., que son indentificados como una de las utilizadas en el milagro de las Bodas de Caná. También lo decía Collin de Plancy1:

“Hay una en Pisa, una en Rávena, otra en San Salvador en España, una cuarta en Venecia en la iglesia de San Nicola al Lido, una quinta en Moscú, una sexta en Bolonia; existe una séptima en Tongres, una octava en Colonia, una novena en Angers, una décima en la abadía de Cluny, una undécima en la abadía de Port-Royal de Paris, una decimosegunda en Beauvais, una decimotercera en Orléans. Todas están completas. Además existen trozos de otras tinajas rotas en Saint Denis y en otros lugares. Y otras tinajas enteras, pero menos famosas, en varios monasterios de Grecia o católicos. Pero el Evangelio indica que eran solo seis. Y lo más curioso es que no se parecen entre sí, ni en tamaño ni en forma. La de Paris contiene cincuenta pintas; la de Colonia apenas dieciocho. La de Bolonia era un jarrón de mármol antiguo decorado con flores en relieve. La de Beauvais era un recipiente de terracotta. Se necesitaban tres hombres para mover, vacía, la tinaja de Port-Royal; solo uno para llevar la de Tongres llena. No obstante, el Evangelio especifica que todas estas tinajas tenían la misma capacidad”.

Hidrias de alabastro. Iglesia de Santa Maria ad Nives. Casaluce (Caserta, Italia)

Es muy difícil seguir el rastro de todas estas tinajas que el autor describe en el siglo XIX. Muchas de las citadas no son fáciles de hallar hoy en día, pero otras sí. Y por añadidura hemos encontrado otras más, no citadas por el autor. Veamos.

La de Pisa se encuentra en Santa Maria Assunta, es decir la catedral, a la derecha del ábside, sobre una pequeña columna. Se trata de un jarrón de dos asas, de pórfido esculpido, de 47 cm de alto, llevado a la ciudad al regreso de la primera Cruzada, en 1099. Habría sido un regalo de los pisanos al arzobispo de la ciudad, Daiberto, quien había participado en la Cruzada al lado de Godofredo de Bouillon. Pero la datación de esta pieza es del siglo IV.

En Nápoles había dos hidrias traídas en 1280 de Jerusalén por el virrey Ruggero San Severino, enviado por Carlos de Anjou a Palestina. Fueron colocadas primero en la capilla de Castelnuovo y después en Casaluce (Caserta, Italia), en la iglesia de Santa Maria ad Nives. Son de alabastro, de diferente forma y medida, y son del siglo III.

En el museo diocesano de Brindisi (Italia) se conserva una hidria en piedra procedente de Tierra Santa, con capacidad de 22 litros. Se trata de una pieza del siglo VIII, realizada en Egipto, en mármol serpentino.

Hidria de Brindisi

La de Santa María de’ Servi en Bolonia, visible en una de las capillas de la derecha, es del siglo I. Es de mármol y decorada, y llegó en 1359, donada al general de los Servitas por el sultán de Egipto.

En la catedral de Caorle (Francia), en el lado izquierdo del presbiterio, hay una hidria de mármol, con la inscripción en griego ‘uddton’ (de las aguas) pero es del siglo VI y podría ser una fuente para agua bendita.

En el mueso de la abadía de San Colombiano en Bobbio (Piacenza, Italia) se expone una hidria de alabastro donada, según la tradición, por el papa Gregorio Magno. Esta también presume ser una de las seis tinajas de las Bodas de Caná. Pero parece ser que tenía más bien algo que ver con prácticas funerarias. De hecho, hay una muy similar en los Museo Vaticanos y ha sido fechada en torno al siglo XIII.

En Oviedo (España), en una de las paredes laterales de la catedral hay un nicho-armario, donde se conserva una hidria en mármol, que se abre cada 21 de septiembre, fecha en la que también se expone el Santo Sudario. Se forman largas filas para beber el agua que contiene. Se ignora cómo llegó a Oviedo y la primeras fuentes que hablan de ello se remontan al siglo XI. De hecho, en un inventario de objetos de la catedral del mismo período, leemos: “In ipsa autem principali ecclesia habetur una de sex idriis in quipus Dominus aquam verter in vinum” (en esta iglesia principal se conserva también una de las seis hidrias de las que el Señor transformó el agua en vino). Era muy visitada por los peregrinos que iban a Santiago, que obtenían indulgencias para rezar a San Salvador, a quien está dedicada la catedral, entre otras cosas porque, y según un antiguo dicho ‘el que va a Santiago y no al Salvador, visita al criado y deja al Señor’. Esta hidria es muy grande: 71 cm de alto x 62 de profundidad, con un diámetro externo de 92 e interno de 61. Pero sus características excluyen que se trate de un objeto del siglo I.

Hidria de mármol. Catedral de San Salvador, Oviedo (España)

Hidria de piedra. Iglesia de Santa María, Cambre (España)

En la iglesia de Santa María de Cambre (La Coruña, España), hay otra hidria de piedra, presunta tinaja de Caná. Faltan las asas. En realidad tiene más aspecto de fuente bautismal. Los habitantes del lugar desde hace siglos atribuían a este objeto poderes milagrosos. De hecho, rasgando un poco su superficie, el polvo obtenido se mezclaba con aceite y determinadas hierbas. El ungüento resultante se aplicaba en la piel de las mujeres embarazadas. Esta hidria está presente en esta localidad a partir del siglo XVI y llegó de Palestina con el conde de Traba, conde de Jerusalén en el siglo XII. En el borde de la hidria puede leerse la inscripción IDRIE-JHLM (hidria Jerusalén). Parece un objeto del siglo XII.

En Angers (Francia), en cambio, hay una fiesta en honor de la hidria de pórfido allí presente.

Pero hay otras más en Europa.

Pero ¿cómo se explica la presencia de estos jarrones que pretenden ser los del milagro de las Bodas de Caná?

Hay que saber que según la tradición, el milagro de las Bodas de Caná se produjo un 6 de enero, fecha que compartía con la Epifanía y el bautismo de Cristo, según la teoría de Jacopo da Varazze quien sostenía que los tres eventos habían acontecido en esa misma fecha. Por este motivo la Iglesia, hasta no hace mucho tiempo, celebraba estos tres eventos juntos. Actualmente, sin embargo, la memoria del bautismo de Cristo se celebra el domingo siguiente a la Epifanía mientras que el episodio de las Bodas de Caná aparece sólo cada tres años, el segundo domingo después de la Epifanía.

Y ¿qué se hacía el día de la epifanía en los primeros siglos? Se llenaban las tinajas de agua para el rito de purificación, que por este motivo se llamaban ‘tinajas de la epifanía’ o ‘hidrias de Caná’, es decir, utilizadas en el día en el que se conmemoraba el milagro. Y se fabricaban muchas, incluso de materiales preciosos, para ser destinadas a tal fin; también podían llevar inscripciones que hacían referencia al rito de la bendición de las aguas que se producía el día de la epifanía. Sabemos, por tanto, de dónde nace la confusión: una ‘hidria de Caná’ no es la utilizada en el milagro, sino que se trata de un nombre genérico de un recipiente destinado a un uso concreto. Pero la confusión ha hecho que los que las traían a Europa, sobre todo durante el tiempo de las Cruzadas, pudieran creer de haber encontrado una de las auténticas hidrias del milagro de las Bodas de Caná.

Basílica de Caná

Pero si queremos conocer el lugar donde Jesús hizo su primer milagro, podemos ir a Caná. Caná (Kefer Kenna) es una pequeña localidad a 6 Km de Nazareth. En el lugar donde habría estado la casa donde se celebró el banquete de boda hay un santuario custodiado por los franciscanos que ostentan su propiedad desde 1879. Sobre el edificio se construyó una pequeña iglesia que fue posteriormente ampliada en varias ocasiones. En el centro de la iglesia se conservan los vestigios de una antigua bodega, con los restos de una antigua tinaja en recuerdo del milagro. En este lugar hubo un santuario construido en época bizantina, hacia el siglo VI, para recordar el milagro. De hecho, algunos peregrinos del siglo XVI cuentan de una estancia subterránea a la cual se bajaba desde un edificio con columnas. Pero no fue el primer edificio. En 1969 se realizaron algunas excavaciones que sacaron a la luz algunos vestigios romanos del siglo IV y algunas inscripciones. Habría, en ese mismo lugar, una iglesia-sinagoga construida por un tal José, conde de Tiberíades, con el permiso del emperador Constantino y frecuentada por judeo-cristianos.

Los peregrinos modernos que visitan Tierra Santa, si son parejas casadas, cuando llegan a Caná pueden participar en una ceremonia preparada ‘ad hoc’  para ellos en la que renuevan su promesa matrimonial. Reciben también un pergamino que recuerda su unión y la renovación de sus votos.

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1) – L.A.S. Collin de Plancy. Dictionnaire critique del reliques et des images mirculeuses. Paris 1821. (vol II, pag 50-51) –  2) G. Górny. J. Rosikon – Testigos del Misterio. Madrid 2014