La Chiesa li festeggia insieme, il 28 ottobre, e sono forse due fra gli apostoli meno conosciuti. Secondo la tradizione erano figli di Alfeo1 e di Maria di Cleofa2, quindi non solo erano fratelli, insieme anche a Giacomo il Minore, ma anche cugini di Gesù.
Sulle orme degli apostoli: le reliquie di San Bartolomeo. Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui
– Martirio de San Bartolomé (1616). José de Ribera (El Españoleto). Colegiata de Osuna (Sevilla)
Bartolomé se acercó a Jesúcristo a través de Felipe, y con cierto escepticismo. Había nacido en Caná de Galilea en el siglo I y se llamaba Natanael, hijo de Tôlmai, en arameo BarTôlmai (de ahí el nombre Bartolomé). Según la tradición transmitida por Eusebio de Cesarea1, Bartolomé fue a predicar a la India y Armenia, probablemente junto a Judas Tadeo, con quien fundaría la Iglesia cristiana. En Armenia convirtió al hermano del rey Astiages. Éste, instigado por los sacerdotes de los templos paganos, ordenó a Bartolomé adorar a los ídolos y, frente a la desobediencia del apóstol, lo mandó desollar vivo para después cortarle la cabeza. Aunque ésta no es la única versión de su martirio, sin duda es la más famosa. El lugar del martirio sería Albanópolis, en la costa occidental del Mar Caspio, y la fecha alrededor del 60-68.
Sus reliquias hicieron un largo viaje con varias etapas. En 410 el obispo de Maruta las transportó a Maipherqat, en Mesopotamia (actual Tikrit en Iraq) que fue también llamada Martirópolis por el gran número de reliquias que ese obispo acabó llevando a esa ciudad. Luego en el 507 el emperador Anastasio I las llevó a Dara, siempre en Mesopotamia, y en el 580 llegaron, flotando milagrosamente, a Lípari (isla al norte de Sicilia), después de una breve estancia en Frigia. Después de las incursiones de los árabes en el siglo IX, las reliquias fueron llevadas, en el año 838, a Benevento, donde llegaron a manos del príncipe longobardo Sicardo. Según el Martirologio Romano2, desde el final del siglo X se encuentran en Roma. Las habría conseguido el emperador Otón III de Sajonia de la ciudad de Benevento, y las llevó a la iglesia de San Bartolomé de la Isla Tiberina, iglesia que él mismo mandó construir en el 998 sobre un templo dedicado a Esculapio, que en su día era visitado por muchos peregrinos en busca de curación, para custodiar las reliquias de San Adalberto, obispo de Praga, martirizado en 997.
-Bañera de pórfido en la que estarían depositadas las reliquias de San Bartolomé. Iglesia de San Bartolomé de la Isla Tiberina, Roma
Las reliquias de San Bartolomé están actualmente depositadas bajo el altar mayor, en una bañera romana de pórfido rojo del siglo I-II, donde un rótulo recita “CORPUS SANCTI BARTHOLOMAEI APOSTOLI”. En la iglesia se pueden admirar varios frescos de Francesco Manno (1806) dedicados al santo, entre los cuales el de su martirio, en el ábside central. En el muro lateral a la derecha del altar mayor, se expone, protegida por una rejilla, una gran palangana de bronce del siglo X-XI, de origen árabe, que sirvió de tapa del contenedor utilizado para transportar las reliquias del santo desde Benevento.
– Palangana de bronce que sirvió de tapa del contenedor utilizado para trasportar las reliquias de San Bartolomé desde Benevento a Roma. Iglesia de San Bartolomé de la Isla Tiberina, Roma
En la nave central, justo en el medio de las gradas que llevan al altar mayor, hay un magnífico pozo del siglo XI, ya en desuso, de tan solo 80 cm de alto y recabado a partir de los restos de una columna romana. Este pozo habría sido construido en lugar de otro ya existente en el templo de Esculapio, a cuya agua se le presuponía poderes curativos. Entre los cuatro personajes esculpidos en bajorrelieve alrededor del pozo también hallamos a San Bartolomé, representado con un libro y un cuchillo en las manos, como símbolo de su martirio.
– Pozo con la efigie de San Bartolomé. Iglesia de San Bartolomé de la Isla Tiberina, Roma
Este atributo, el cuchillo, lo encontramos en toda la iconografía, a veces acompañado también de su piel, como por ejemplo en el Juicio Universal de Miguel Ángel Buonarroti, en la Capilla Sixtina, donde en primerísimo plano vemos a San Bartolomé con el cuchillo en una mano y su piel en la otra, en la cual el autor ha pintado una suerte de autorretrato… Otra famosa, y porqué no decirlo, un poco espeluznante, representación de San Bartolomé, es la obra de Marco d’Agrate, discípulo de Miguel Ángel, que podemos admirar en el Duomo de Milán. Aquí San Bartolomé está vivo, de pie, desollado y con su piel envuelta alrededor de su cuerpo, en el cual su anatomía queda completamente al descubierto, debido a la falta de piel…
– San Bartolomé sosteniendo su piel. Juicio Universal (detalle), 1536-1541. Miguel Ángel Buonarroti. Capilla Sixtina, Ciudad del Vaticano
– San Bartolomé (1562). Marco D’Agrate. Duomo de Milán
Durante los últimos siglos, en Roma las reliquias de San Bartolomé tuvieron varios cambios de lugar: en 1557 fueron llevadas a San Pedro debido a las inundaciones del Tíber y en el 1798 a Santa María in Trastevere para mantenerlas resguardadas de la ocupación francesa. Más tarde volverían a la iglesia dedicada al santo en la isla Tiberina3.
Pero la aventura de las reliquias de San Bartolomé es más complicada de lo que parece. De hecho, la ciudad de Benevento sostiene desde siempre que las reliquias del apóstol, o por lo menos una parte, están en Benevento, que de ahíí nunca se han movido. Según esta otra versión, a Otón III les fueron dadas otras reliquias, las de San Paulino, obispo de Nola, presentadas al soberano como las del apóstolo. Cuando el emperador se dio cuenta del engaño sitió la ciudad, pero al no conseguir su propósito, se volvió a Roma. San Bartolomé es el patrono de Benevento, ya desde el año en el que llegaron las reliquias a la ciudad, en el 838, y se festeja el 24 de agosto. Un argumento a favor de esta versión es que la presencia de las reliquias de San Paulino en Roma está históricamente probada por las diferentes reconocimientos. En 1919 fueron llevadas a Nola, donde todavía se encuentran.
– Busto de San Bartolomé en plata. Siglo XVIII. Basílica de San Bartolomé, Benevento
En Benevento se hicieron cuatro reconocimientos: en 1338, 1698 (en esta ocasión las reliquias estaban guardadas en 9 ampollas -ocho de las cuales custodiadas en la urna de pórfido y una expuesta a la veneración de los fieles-, en 1990 y en 2001.
En cualquier caso, ya desde el siglo XVIII, bajo el pontificado de Benedicto XIII, se precisa que en Benevento están los huesos (o sólo huesos) del santo y no el cuerpo. Llegados a este punto, no hablamos sólo de Roma o de Benevento, sino también de un largo elenco de lugares donde presuntamente estarían conservadas una o varias reliquias de San Bartolomé. Lípari tiene un brazo y algunos fragmentos de la piel de la cual Pisa robó una parte, que fue posteriormente expuesta en el Duomo. Una parte de un brazo en Carpineto de la Nora (Pescara). En Alemania hay reliquias de San Bartolomé en la catedral de Frankfurt, en el convento de Grafrath, cerca de Colonia y en el monasterio de Lune (Luneberg). En Inglaterra en la catedral de Canterbury. En Francia, en Bénévent-l’Abbaye, un monasterio fundado en 1028 en una localidad llamada Segundelas pero trasladado en 1030 al lugar actual, que se llamó así por la presencia de una reliquia de San Bartolomé traída de Benevento. Pero es muy probable que la lista no acabe aquí.
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1.- Historia Eclesiástica, V, 10,3
2.- Martirologio Romano, Vaticano 1964
3.- G. Sicari. Reliquie Insigni e “Corpi Santi” a Roma. Roma 1998
Bassorilievo all’interno dell’Arco di Tito in cui si vede come i tesori del Tempio di Gerusalemme, fra cui la Menorah, vengono portati a Roma
Il Signore parlò a Mosè dicendo: “Farai anche un candelabro d’oro puro. Il candelabro sarà lavorato a martello, il suo fusto e i suoi bracci; i suoi calici, i suoi bulbi e le sue corolle saranno tutti di un pezzo. Sei bracci usciranno dai suoi lati: tre bracci del candelabro da un lato e tre bracci del candelabro dall’altro lato. Vi saranno su di un braccio tre calici in forma di fiore di mandorlo, con bulbo e corolla e così anche sull’altro braccio tre calici in forma di fiore di mandorlo, con bulbo e corolla. Così sarà per i sei bracci che usciranno dal candelabro. Il fusto del candelabro avrà quattro calici in forma di fiore di mandorlo, con i loro bulbi e le loro corolle: un bulbo sotto i due bracci che si dipartano da esso e un bulbo sotto gli altri due bracci e un bulbo sotto i due altri bracci che si dipartano da esso; così per tutti i sei bracci che escono dal candelabro. I bulbi e i relativi bracci saranno tutti di un pezzo: il tutto sarà formato da una sola massa d’oro puro lavorata a martello. Farai le sue sette lampade: vi si collocheranno sopra in modo da illuminare lo spazio davanti ad esso. I suoi smoccolatoi e i suoi portacenere saranno d’oro puro. Lo si farà con un talento di oro puro, esso con tutti i suoi accessori. Guarda ed eseguisci secondo il modello che ti è stato mostrato sul monte”. (Esodo 25, 31-40)
La Menorah (pron. Menorà), il candelabro a setti bracci, è il simbolo più importante del giudaismo. Però non stiamo parlando di una qualsiasi menorah, ma ‘La Menorah’, con maiuscola, il famoso candelabro d’oro che era nel Tempio di Gerusalemme e che fu portato a Roma dalle truppe di Tito, insieme ad altri trofei, come conseguenza della distruzione del secondo Tempio, nell’anno 70 d.C.
Si tratta di un interessantissimo reperto archeologico venuto alla luce nel 2009 durante i lavori di preparazione del terreno per la costruzione di un albergo per pellegrini nell’antica città di Magdala (oggi Migdal), sulla riva del lago Tiberiade o Mar di Galilea. Secondo la legge israeliana bisogna sempre condurre degli scavi prima di cominciare nuove costruzioni, e questi portarono alla luce una parte dell’antica città di Magdala e una sinagoga con la citata pietra.
L’importanza di questa pietra sta nel fatto che è totalmente scolpita, presentando un’iconografia che riproduce il Tempio di Gerusalemme. Un tempio “in piccolo”. E non solo questo, ma in esso vediamo la rappresentazione più antica, fra quelle attualmente esistenti, della Menorah, il candelabro a 7 bracci, il simbolo più importante del giudaismo, simbolo della luce di Dio che accompagnava il popolo eletto durante l’esodo. Da alcune monete ritrovate e dal contesto archeologico questa pietra è stata datata intorno al 40-50 d.C., in ogni caso prima dell’anno 70, data della distruzione del secondo Tempio di Gerusalemme da parte di Tito. La pietra veniva utilizzata per appoggiare i rotoli della Torah, era quindi una sorta di leggio. Le sue dimensioni sono di circa 60 x 50 cm x 40 cm di altezza, è di pietra calcarea, ed era situata al centro della sala principale della sinagoga.
L’8 gennaio 1642 morì uno dei più grandi scienziati di tutti i tempi, dopo essere stato costretto nel 1633 dinanzi al Tribunale del Santo Uffizio, e per sfuggire al carcere, a rinnegare che la Terra e i pianeti girano intorno al sole, abiurando così la teoria eliocentrica già formulata da Copernico.
Il suo sepolcro monumentale è all’interno della Basilica di Santa Croce di Firenze, luogo che alberga le sepolture di molti famosi personaggi della cultura e dell’arte. Ma non fu così fin dall’inizio. Galileo lasciò scritto nel suo testamento il suo espresso desiderio di essere sepolto in questo luogo e questa era anche la volontà del Gran Duca di Toscana. Ma per la forte opposizione e intransigenza della Chiesa che ancora lo considerava un eretico, fu sepolto, sì, in Santa Croce, ma in uno stanzino di fianco alla cappella dei Novizi della stessa basilica. Vincenzo Viviani, il suo discepolo prediletto, spese tutti i suoi averi, tutta la sua scienza e il resto della sua vita a far conoscere e perpetuare le opere del maestro e per fargli costruire un mausoleo degno. Questo fu finalmente inaugurato nel 1737, data nella quale la Chiesa finalmente acconsentì, anche se con riluttanza, a far spostare i resti del genio dallo stanzino, dove ancora si trovavano, al nuovo sepolcro. Ma non fu un gesto di riconciliazione tra Chiesa e Stato, o fra Curia e Scienza, come vedremo dopo. Nel nuovo sepolcro furono traslati anche i resti del Viviani, che purtroppo morì nel 1703 senza poter aver visto compiersi il frutto del suo incessante operato.
San Filippo. G. Mazzuoli (1643-1725) – Basilica di San Giovanni in Laterano, Roma
Era originario di Betsaida quindi galileo, però come Andrea, aveva un nome greco. Nacque verso l’anno 5 e pare che fosse sposato e con figli. Fu colui che portò Bartolomeo da Gesù. Una delle volte in cui viene citato nel Vangelo è nel momento della moltiplicazione dei pani e dei pesci.
“Ora avendo Gesù alzati gli occhi e visto che una gran turba veniva da lui, dice a Filippo: ‘Dove compreremo dei pani per sfamare questa gente?’ Ma ciò diceva per metterlo alla prova; egli infatti sapeva bene quanto stava per fare. Gli rispose Filippo: ‘Duecento denari di pane non bastano neanche a darne un pezzetto per uno’”. (Gv 6, 5-7)
Per quest’episodio del Vangelo, nell’iconografia a volte è rappresentato con un pezzo di pane in mano, ed altre volte con la croce, strumento del suo martirio.
Sulle orme degli apostoli: le reliquie di Sant’Andrea – Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui
Martirio de San Andrés (detalle). Ciclo del martirio de San Andrés. Mattia Preti (1913-1699). Iglesia de Sant’Andrea della Valle, Roma
Andrés era hermano de Simón Pedro y también era pescador. Fue, junto con Juan, uno de los discípulos de Juan Bautista y el primero de los apóstoles en responder a la llamada de Jesús. Enseguida después fue a decirle a su hermano que había encontrado al Mesías e inmediatamente lo llevó ante él. Su nombre aparece muy pocas veces en el Evangelio y una sola vez en los Hechos de los Apóstoles. Pero sabemos por Eusebio de Cesarea1 que, después de Pentecostés, va a predicar en Asia Menor y en Escitia, a orillas del Mar Negro. Sucesivamente pasa a Grecia, convirtiéndose obispo de Patras, en Acaya.
La Mensa Christi, o Tavola di Cristo, è un blocco di pietra calcarea sul quale, secondo la tradizione, cenò Cristo con gli apostoli dopo la sua resurrezione, dopo l’episodio di Emmaus. Si trova in una chiesa dal nome omonimo nel quartiere arabo di Nazareth, molto vicina alla chiesa dell’Annunciazione.
Il Museo di Belle Arti di Vitoria (Spagna), da maggio 2021, espone una curiosa collezione di reliquie, dopo un lungo lavoro di restauro delle stesse che durò circa sei anni. Queste reliquie si trovavano nella chiesa di San Giovanni Evangelista della località di Mártioda, nella provincia di Álava (Vitoria).
La collezione è composta da 17 teschi e frammenti di altre ossa, tutti adornati da lussuosi tessuti ricamati e merletti. Si tratterebbe niente di meno che di una parte delle reliquie dei martiri della Legione Tebea (o Tebana) e di quelle di alcune delle 11.000 vergini che formavano il seguito di Sant’Orsola. Il primo martirio avvenne in Svizzera nel III secolo. Si trattava di una legione romana di soldati cristiano-copti provenienti dall’alto Egitto e comandati da San Maurizio. Furono mandati nel Nord-Europa per sommettere le popolazioni locali, e furono martirizzati perché si rifiutarono di uccidere le popolazioni convertite al cristianesimo. Il secondo martirio avvenne a Colonia nel V secolo, ad opera degli Unni. Questo corteo di vergini, al seguito di Santa Orsola, ritornava da un pellegrinaggio a Roma, e le fanciulle preferirono farsi uccidere anziché perdere la loro verginità1. Mentre le reliquie di Sant’ Orsola e le 11.000 vergini si trovano quasi completamente a Colonia, nella Camera d’Oro (Goldene Kammer), quelle dei martiri della legione tebea si possono trovare in monasteri e chiese di tutta la cristianità. Però, nonostante l’attribuzione a questi martiri, esiste anche la possibilità che fossero estratte da una necropoli della stessa epoca, pratica questa, abbastanza frequente.
Si trova nell’angolo orientale della Ka’ba, un edificio cubico, al centro del cortile della grande moschea della Mecca, la Masjod al-Haram. Si tratta di una pietra di color nero, di circa 30 cm di diametro, incastonata in una cornice d’argento, che serve per tenerne insieme i pezzi, e che ha l’aspetto di una grande pupilla. Però un tempo era un unico blocco, prima che l’impatto di un masso lanciato da una catapulta durante l’assedio della città della Mecca da parte delle truppe Omayyadi, nel 683, ne provocò la rottura in vari pezzi.