Si tratta di un magnifico reliquiario/stauroteca1 bizantino datato intorno al XIII-XIV secolo, con aggiunte del XV secolo, commissionato molto probabilmente dalla principessa bizantina Irene Paleologina, o per lo meno il crocefisso custodito all’interno, ed il resto realizzato in un secondo momento. Di fatto, il nome di questa principessa lo troviamo inciso lungo il bordo di detto crocefisso, indicando che questa principessa lo aveva fatto adornare in argento.2 Fu donato verso il 1430 dall’imperatore Giovanni VIII Paleologo (1425-1448) al suo confessore Gregorio III Mammas, futuro Patriarca di Costantinopoli(1443-50), che insieme al Cardinale Bessarione, (Patriarca di Costantinopoli dei Latini e Legato pontificio a Venezia) propugnava l’unione della Chiesa Ortodossa con la Cattolica.
Reliquiari fantastici: il Vaso di San Martino Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui
Esta magnífica obra en ágata sardónica se encuentra en Suiza, en la abadía territorial de San Mauricio de Agaune, en el cantón vallés. De factura romana, y fechado alrededor del 20 a.C., fue enriquecido en época merovingia (siglos V-VII) con adornos en oro, esmaltes y piedras preciosas.
La abadía se encuentra en el lugar donde fue martirizado San Mauricio y la Legión Tebana en el siglo III, y fue fundada por el príncipe Segismundo de Burgundia en el 515 sobre un primer santuario dedicado a San Mauricio y a los legionarios, mandado construir a finales del siglo IV por Teodulo, obispo de Octoduros (localidad cercana a Agaune) en el lugar donde, según la tradición, habrían sido encontradas las reliquias de los mártires.
Abadía de San Mauricio de Agaune, San Mauricio, Suiza
La Legión Tebana estaba formada por soldados cristiano-coptos guiada por Mauricio, operaba en Mesopotamia y fue sucesivamente enviada a Europa Central para prestar asistencia militar a Maximiano en la defensa contra los bárbaros Cuados y Marcomanos con el objetivo de someter a las poblaciones locales. La campaña fue un éxito. Sin embargo, cuando Maximiano ordenó el exterminio de algunas poblaciones locales convertidas al cristianismo los soldados tebanos se negaron. Este rechazo, según el obispo de Lión Euquerio (464-450 aprox.), fue castigado con la decapitación de toda la legión, más de 6.000 soldados. También existen otras versiones, como por ejemplo que la legión tebana fue martirizada solo cuando se negaron a ofrecer sacrificios a los dioses paganos de Roma. Sin embargo, la veracidad de este martirio no es muy demostrable; probablemente la historia fue ‘inventada’ a finales del siglo IV, para convencer a los soldados romanos a convertirse al cristianismo. No obstante, se afianzó y tuvo mucho éxito para atraer a los peregrinos a la abadía.
Martirio de San Mauricio y la Legión Tebana. El Greco (1580-82). Monasterio del Escorial (Madrid, España)
Otra leyenda, ésta ligada al jarrón, y que empezó a propagarse entre los siglos XII y XIV, narra que San Martín de Tours (316-397) habría visitado la abadía para rendir honores al lugar en el que había sido esparcida la sangre de San Mauricio y su legión. San Martín pidió a los monjes una reliquia de San Mauricio, pero éstos se la negaron. Pese a esta negativa, San Martín clavó un cuchillo en el lugar donde fueron martirizados los mártires tebanos y, de forma milagrosa, brotó una gran cantidad de sangre. Esta sangre fue recogida en dos ampollas. Para hacer la historia aún más fantástica, la leyenda cuenta que, como no paraba de brotar, un ángel bajó del cielo y ofreció al santo un precioso recipiente en la que recogerla, indicando que tendría que dejarlo en la iglesia donde reposan los restos de los mártires. San Martín así lo hizo, dejó el jarrón con la sangre y el cuchillo. Volvió a la Galia y donó las ampollas de la sangre una a la catedral de Tours y otra a la de Angers. Lo cierto es que ni Suplicio Severo, biógrafo y discípulo de San Martín, ni Gregorio, obispo de Tours y sucesor de San Martín, hablan de esta visita del santo a la abadía de San Mauricio.
El primer testimonio de este supuesto viaje es una carta enviada por el rector de la catedral de Tours al arzobispo de Colonia, 1180 aproximadamente, en la cual confirma la veracidad del milagro del hallazgo de la sangre. En realidad la historia fue creada por la abadía de San Mauricio por el abad Rodolfo (1153-1169) en un momento en el que esta institución necesitaba ayuda para su reconstrucción después de las incursiones de los bárbaros que la habían destruido en parte. El abad Rodolfo y la comunidad de Agaune fueron en delegación a Tours para pedir dicha ayuda. En particular, se dirigieron al rey Luis VII, tratando de convencerlo con el argumento de que su generosidad sería recompensada por los mártires de Agaune. Está claro que la elección de San Martín como actor principal de la leyenda no es casual. San Martín es el patrono de la monarquía francesa y famoso por sus milagros. Además, era un santo militar, al igual que San Mauricio. Pero esta historia no fue plasmada en papel en la abadía de San Mauricio, sino que la pergeñaron los canónigos de Tours, como se ha comentado antes, cuando empezó a ser famosa.
Vamos ahora a nuestro jarrón. Es de ágata sardónica, esculpido y decorado con figuras humanas, trabajadas como si se tratara de un camafeo, y enriquecido con piedras preciosas montadas sobre esmaltes cloisonné y oro. La parte esculpida es de color marrón oscuro, entreverado de rojo-marrón, amarillo, y con capas blancas y grises. El conjunto crea efectos fantásticos. El escultor, con gran maestría, supo realzar la naturaleza de esta piedra y, al igual que en los camafeos, ha reservado las tonalidades claras para la piel de los personajes y las oscuras para la vestimenta.
La montura está formada por un pie cónico en oro, cubierto de gemas y de perlas, de factura merovingia. El cuello del jarrón tiene una montura similar, y todo el borde superior tenía restos de cera que recubría un trozo de pergamino y las tres/cuatro vueltas de cuerda que servían para sellar la ‘tapa’. Ésta era de pergamino y de cera con un sello actualmente ilegible, pero que podría remontarse al siglo XII. Falta el asa, rota en la base de la ‘barriga’ del jarrón y en la zona donde se juntaba con el cuello. Originariamente formaba toda una pieza con el objeto. El jarrón llegaría intacto al tesoro de la abadía y la montura podría ser la consecuencia de haberlo convertido en un jarrón sagrado.
Hay varios personajes esculpidos, que forman diferentes escenas de un mismo episodio: algunos han visto el regreso de Ulises a Ítaca; otros Aquiles en Esciros entre las hijas de Licomedes; otros más, un episodio de la guerra de Troya.
La riqueza del objeto sugiere que hubiera podido pertenecer a un alto dignitario, como por ejemplo a un miembro de la familia imperial. Habría sido un aguamanil y su modificación posterior habría sido llevada a cabo en correspondencia con su llegada a la abadía de San Mauricio, tal vez fuese un regalo del mismo príncipe Segismundo, que fue sucesivamente rey, el fundador de la abadía.
La abadía de San Mauricio alberga objetos de inestimable valor, dones recibidos durante los siglos de personajes ilustres. En 2014, en ocasión se du 1500 aniversario, presentó al público un nuevo espacio museal, donde se encuentran el sitio arqueológico y el Tesoro, que expone 40 fantásticas obras, como el Jarrón de San Martín, el aguamanil de Carlomagno o el cofre-relicario de Teodorico.
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Para saber más:
É. Aubert, Trésor de l’Abbaye de Saint-Maurice d’Agaune, Paris 1872; P. A. Mariaux. Objet de trésor et mémoire proejctive: le vase “de saint martin” onques faict par mains d’omme terrien, in Le Moyen Âge 2008/1 (Tome CXIV); P.A. Mariaux. L’Abbaye de Saint Maurice d’Agaune. Volume 2 – Le trésor, Infolio 2015
La Chiesa li festeggia insieme, il 28 ottobre, e sono forse due fra gli apostoli meno conosciuti. Secondo la tradizione erano figli di Alfeo1 e di Maria di Cleofa2, quindi non solo erano fratelli, insieme anche a Giacomo il Minore, ma anche cugini di Gesù.
Sulle orme degli apostoli: le reliquie di San Bartolomeo. Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui
– Martirio de San Bartolomé (1616). José de Ribera (El Españoleto). Colegiata de Osuna (Sevilla)
Bartolomé se acercó a Jesúcristo a través de Felipe, y con cierto escepticismo. Había nacido en Caná de Galilea en el siglo I y se llamaba Natanael, hijo de Tôlmai, en arameo BarTôlmai (de ahí el nombre Bartolomé). Según la tradición transmitida por Eusebio de Cesarea1, Bartolomé fue a predicar a la India y Armenia, probablemente junto a Judas Tadeo, con quien fundaría la Iglesia cristiana. En Armenia convirtió al hermano del rey Astiages. Éste, instigado por los sacerdotes de los templos paganos, ordenó a Bartolomé adorar a los ídolos y, frente a la desobediencia del apóstol, lo mandó desollar vivo para después cortarle la cabeza. Aunque ésta no es la única versión de su martirio, sin duda es la más famosa. El lugar del martirio sería Albanópolis, en la costa occidental del Mar Caspio, y la fecha alrededor del 60-68.
Sus reliquias hicieron un largo viaje con varias etapas. En 410 el obispo de Maruta las transportó a Maipherqat, en Mesopotamia (actual Tikrit en Iraq) que fue también llamada Martirópolis por el gran número de reliquias que ese obispo acabó llevando a esa ciudad. Luego en el 507 el emperador Anastasio I las llevó a Dara, siempre en Mesopotamia, y en el 580 llegaron, flotando milagrosamente, a Lípari (isla al norte de Sicilia), después de una breve estancia en Frigia. Después de las incursiones de los árabes en el siglo IX, las reliquias fueron llevadas, en el año 838, a Benevento, donde llegaron a manos del príncipe longobardo Sicardo. Según el Martirologio Romano2, desde el final del siglo X se encuentran en Roma. Las habría conseguido el emperador Otón III de Sajonia de la ciudad de Benevento, y las llevó a la iglesia de San Bartolomé de la Isla Tiberina, iglesia que él mismo mandó construir en el 998 sobre un templo dedicado a Esculapio, que en su día era visitado por muchos peregrinos en busca de curación, para custodiar las reliquias de San Adalberto, obispo de Praga, martirizado en 997.
-Bañera de pórfido en la que estarían depositadas las reliquias de San Bartolomé. Iglesia de San Bartolomé de la Isla Tiberina, Roma
Las reliquias de San Bartolomé están actualmente depositadas bajo el altar mayor, en una bañera romana de pórfido rojo del siglo I-II, donde un rótulo recita “CORPUS SANCTI BARTHOLOMAEI APOSTOLI”. En la iglesia se pueden admirar varios frescos de Francesco Manno (1806) dedicados al santo, entre los cuales el de su martirio, en el ábside central. En el muro lateral a la derecha del altar mayor, se expone, protegida por una rejilla, una gran palangana de bronce del siglo X-XI, de origen árabe, que sirvió de tapa del contenedor utilizado para transportar las reliquias del santo desde Benevento.
– Palangana de bronce que sirvió de tapa del contenedor utilizado para trasportar las reliquias de San Bartolomé desde Benevento a Roma. Iglesia de San Bartolomé de la Isla Tiberina, Roma
En la nave central, justo en el medio de las gradas que llevan al altar mayor, hay un magnífico pozo del siglo XI, ya en desuso, de tan solo 80 cm de alto y recabado a partir de los restos de una columna romana. Este pozo habría sido construido en lugar de otro ya existente en el templo de Esculapio, a cuya agua se le presuponía poderes curativos. Entre los cuatro personajes esculpidos en bajorrelieve alrededor del pozo también hallamos a San Bartolomé, representado con un libro y un cuchillo en las manos, como símbolo de su martirio.
– Pozo con la efigie de San Bartolomé. Iglesia de San Bartolomé de la Isla Tiberina, Roma
Este atributo, el cuchillo, lo encontramos en toda la iconografía, a veces acompañado también de su piel, como por ejemplo en el Juicio Universal de Miguel Ángel Buonarroti, en la Capilla Sixtina, donde en primerísimo plano vemos a San Bartolomé con el cuchillo en una mano y su piel en la otra, en la cual el autor ha pintado una suerte de autorretrato… Otra famosa, y porqué no decirlo, un poco espeluznante, representación de San Bartolomé, es la obra de Marco d’Agrate, discípulo de Miguel Ángel, que podemos admirar en el Duomo de Milán. Aquí San Bartolomé está vivo, de pie, desollado y con su piel envuelta alrededor de su cuerpo, en el cual su anatomía queda completamente al descubierto, debido a la falta de piel…
– San Bartolomé sosteniendo su piel. Juicio Universal (detalle), 1536-1541. Miguel Ángel Buonarroti. Capilla Sixtina, Ciudad del Vaticano
– San Bartolomé (1562). Marco D’Agrate. Duomo de Milán
Durante los últimos siglos, en Roma las reliquias de San Bartolomé tuvieron varios cambios de lugar: en 1557 fueron llevadas a San Pedro debido a las inundaciones del Tíber y en el 1798 a Santa María in Trastevere para mantenerlas resguardadas de la ocupación francesa. Más tarde volverían a la iglesia dedicada al santo en la isla Tiberina3.
Pero la aventura de las reliquias de San Bartolomé es más complicada de lo que parece. De hecho, la ciudad de Benevento sostiene desde siempre que las reliquias del apóstol, o por lo menos una parte, están en Benevento, que de ahíí nunca se han movido. Según esta otra versión, a Otón III les fueron dadas otras reliquias, las de San Paulino, obispo de Nola, presentadas al soberano como las del apóstolo. Cuando el emperador se dio cuenta del engaño sitió la ciudad, pero al no conseguir su propósito, se volvió a Roma. San Bartolomé es el patrono de Benevento, ya desde el año en el que llegaron las reliquias a la ciudad, en el 838, y se festeja el 24 de agosto. Un argumento a favor de esta versión es que la presencia de las reliquias de San Paulino en Roma está históricamente probada por las diferentes reconocimientos. En 1919 fueron llevadas a Nola, donde todavía se encuentran.
– Busto de San Bartolomé en plata. Siglo XVIII. Basílica de San Bartolomé, Benevento
En Benevento se hicieron cuatro reconocimientos: en 1338, 1698 (en esta ocasión las reliquias estaban guardadas en 9 ampollas -ocho de las cuales custodiadas en la urna de pórfido y una expuesta a la veneración de los fieles-, en 1990 y en 2001.
En cualquier caso, ya desde el siglo XVIII, bajo el pontificado de Benedicto XIII, se precisa que en Benevento están los huesos (o sólo huesos) del santo y no el cuerpo. Llegados a este punto, no hablamos sólo de Roma o de Benevento, sino también de un largo elenco de lugares donde presuntamente estarían conservadas una o varias reliquias de San Bartolomé. Lípari tiene un brazo y algunos fragmentos de la piel de la cual Pisa robó una parte, que fue posteriormente expuesta en el Duomo. Una parte de un brazo en Carpineto de la Nora (Pescara). En Alemania hay reliquias de San Bartolomé en la catedral de Frankfurt, en el convento de Grafrath, cerca de Colonia y en el monasterio de Lune (Luneberg). En Inglaterra en la catedral de Canterbury. En Francia, en Bénévent-l’Abbaye, un monasterio fundado en 1028 en una localidad llamada Segundelas pero trasladado en 1030 al lugar actual, que se llamó así por la presencia de una reliquia de San Bartolomé traída de Benevento. Pero es muy probable que la lista no acabe aquí.
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1.- Historia Eclesiástica, V, 10,3
2.- Martirologio Romano, Vaticano 1964
3.- G. Sicari. Reliquie Insigni e “Corpi Santi” a Roma. Roma 1998
Bassorilievo all’interno dell’Arco di Tito in cui si vede come i tesori del Tempio di Gerusalemme, fra cui la Menorah, vengono portati a Roma
Il Signore parlò a Mosè dicendo: “Farai anche un candelabro d’oro puro. Il candelabro sarà lavorato a martello, il suo fusto e i suoi bracci; i suoi calici, i suoi bulbi e le sue corolle saranno tutti di un pezzo. Sei bracci usciranno dai suoi lati: tre bracci del candelabro da un lato e tre bracci del candelabro dall’altro lato. Vi saranno su di un braccio tre calici in forma di fiore di mandorlo, con bulbo e corolla e così anche sull’altro braccio tre calici in forma di fiore di mandorlo, con bulbo e corolla. Così sarà per i sei bracci che usciranno dal candelabro. Il fusto del candelabro avrà quattro calici in forma di fiore di mandorlo, con i loro bulbi e le loro corolle: un bulbo sotto i due bracci che si dipartano da esso e un bulbo sotto gli altri due bracci e un bulbo sotto i due altri bracci che si dipartano da esso; così per tutti i sei bracci che escono dal candelabro. I bulbi e i relativi bracci saranno tutti di un pezzo: il tutto sarà formato da una sola massa d’oro puro lavorata a martello. Farai le sue sette lampade: vi si collocheranno sopra in modo da illuminare lo spazio davanti ad esso. I suoi smoccolatoi e i suoi portacenere saranno d’oro puro. Lo si farà con un talento di oro puro, esso con tutti i suoi accessori. Guarda ed eseguisci secondo il modello che ti è stato mostrato sul monte”. (Esodo 25, 31-40)
La Menorah (pron. Menorà), il candelabro a setti bracci, è il simbolo più importante del giudaismo. Però non stiamo parlando di una qualsiasi menorah, ma ‘La Menorah’, con maiuscola, il famoso candelabro d’oro che era nel Tempio di Gerusalemme e che fu portato a Roma dalle truppe di Tito, insieme ad altri trofei, come conseguenza della distruzione del secondo Tempio, nell’anno 70 d.C.
Santo Stefano di Bologna, ovvero la Gerusalemme italiana Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui
– El complejo arquitectónico de San Esteban de Bolonia visto desde la plaza homónima
También llamado de las ‘Siete iglesias’, o Santo Sepulcro, o el ‘Sancta Sanctorum Bononiensis’, este conjunto arquitectónico pretende recrear los santos lugares de Jerusalén, o por lo menos ésta era la intención del proyecto primitivo.
Si tratta di un interessantissimo reperto archeologico venuto alla luce nel 2009 durante i lavori di preparazione del terreno per la costruzione di un albergo per pellegrini nell’antica città di Magdala (oggi Migdal), sulla riva del lago Tiberiade o Mar di Galilea. Secondo la legge israeliana bisogna sempre condurre degli scavi prima di cominciare nuove costruzioni, e questi portarono alla luce una parte dell’antica città di Magdala e una sinagoga con la citata pietra.
L’importanza di questa pietra sta nel fatto che è totalmente scolpita, presentando un’iconografia che riproduce il Tempio di Gerusalemme. Un tempio “in piccolo”. E non solo questo, ma in esso vediamo la rappresentazione più antica, fra quelle attualmente esistenti, della Menorah, il candelabro a 7 bracci, il simbolo più importante del giudaismo, simbolo della luce di Dio che accompagnava il popolo eletto durante l’esodo. Da alcune monete ritrovate e dal contesto archeologico questa pietra è stata datata intorno al 40-50 d.C., in ogni caso prima dell’anno 70, data della distruzione del secondo Tempio di Gerusalemme da parte di Tito. La pietra veniva utilizzata per appoggiare i rotoli della Torah, era quindi una sorta di leggio. Le sue dimensioni sono di circa 60 x 50 cm x 40 cm di altezza, è di pietra calcarea, ed era situata al centro della sala principale della sinagoga.
Il mercato delle reliquie. Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui
Capilla de las Reliquias – Santiago de Compostela
Desde que Santa Elena, madre de Constantino el Grande, según la tradición halló la cruz de Cristo, en el siglo IV, se ‘puso en marcha’, si queremos utilizar esta expresión, la caza a las reliquias, que muy pronto se convirtieron en algo que todos querían poseer, ricos y pobres, laicos y religiosos, soberanos e instituciones. Las que estaban relacionadas con la vida y muerte de Cristo eran las más buscadas. Esta búsqueda se acentuó de manera particular a partir de las primeras Cruzadas. No era concebible volver de Tierra Santa (cruzados, peregrinos) sin una prueba tangible de la pasión de Cristo. A veces porque eran demandadas por ricos y nobles que pagaban elevadas sumas, pero también por la Iglesia, o bien se traían espontáneamente ‘por recuerdo’ o ‘por devoción’.
Baldacchino formato da quattro colonnine chiamato ‘Mensura Christi’. Chiostro della Basilica di San Giovanni in Laterano, Roma
Ossia, la misura di Cristo, la sua statura. Conoscere e tenere presente questo dato, soprattutto per i devoti cristiani, è stato per secoli di grande importanza. Tutto cominciò nel Vi secolo, a Costantinopoli, quando l’imperatore Giustiniano, mandò degli uomini leali e di fiducia a Gerusalemme per accertare la misura esatta di Cristo. In base alle misure che questi uomini riportarono a casa Giustiniano fece fare una croce (conosciuta come ‘Crux aurea’ o ‘Crux mensuralis’) alta come Cristo il cui braccio corto misurava come le sue spalle. La croce fu ricoperta di oro, argento e pietre preziose e fu posta nella sacrestia di Santa Sofia, insieme ad altri tesori.
Venne descritta da diversi pellegrini, come per esempio da Antonio, successivamente vescovo di Novgorod:
“La Preziosa croce che è ora conservata nella sacrestia [di Santa Sofia] rappresenta la statura di Nostro Signore Gesù Cristo, diligentemente misurata a Gerusalemme da fedeli inviati e degni di fiducia; e per questo fu adornata con pietre preziose ed argento e coperta d’oro, e ancora oggi concede salute, espelle il male e porta via i demoni”.
La leggenda della creazione del Mont Saint Michel e altre curiosità ‘micaeliche’. Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui
‘Mons Sancti Michaeli in periculo mari’, éste era el nombre originario del santuario, es decir Monte San Miguel en el peligro de la mar, o ‘Mont Saint Michel au péril de la mer’, erigido en honor del más famoso de los arcángeles. De hecho, como es bien sabido, el santuario surge en un islote de la costa septentrional de Francia, al que el agua rodea cuando hay alta marea. El santuario sustituye a un precedente oratorio situado en una gruta en el ‘Mont Tombe’ (‘Tombelaine’, es decir tumba de Belenos), nombre del lugar antes de la construcción del santuario.