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Cafarnao, Flavio Josefo, Guerra romano judaica, Lago Tiberíades, María Magdalena, Mágdala, Menorah, Migdal, Piedra de Mágdala, Templo de Jerusalén, Tito
La pietra di Magdala – Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui
Se trata de un interesantísimo hallazgo arqueológico descubierto en 2009 durante los trabajos de preparación del terreno para la construcción de un albergue para peregrinos en la antigua ciudad de Mágdala (hoy Migdal), a orillas del lago Tiberíades o Mar de Galilea. Según una ley israelí es obligatorio realizar excavaciones antes de iniciar nuevas construcciones, y éstas sacaron a la luz una parte de la antigua ciudad de Mágdala y una sinagoga con la citada piedra.
La importancia de esta piedra reside en el hecho de que está totalmente esculpida, presentando una iconografía que reproduce el Templo de Jerusalén. Un templo ‘en miniatura’. Y no solo esto, sino también la representación más antigua, entre las actualmente existentes, de la Menorah, el candelabro de 7 brazos, el símbolo más importante del judaísmo y de la luz de Dios que acompañaba al pueblo elegido durante el Éxodo. Por algunas monedas halladas y por el contexto arqueológico, la piedra se puede fechar en torno al 40-50 d.C., en cualquier caso antes del año 70, fecha de la destrucción del segundo Templo de Jerusalén por parte de Tito. La piedra se utilizaba para apoyar los rollos de la Torah, era por lo tanto una suerte de atril. Sus medidas son de aproximadamente 60×50 cm y 40 de alto, es de piedra caliza y estaba situada en el centro de la sinagoga.
Pero ¿por qué está considerada como una representación del Templo? Veamos los detalles:
En la parte frontal está la Menorah, apoyada sobre el altar del templo, flanqueada por las ánforas del aceite y del agua, todo ello situado bajo un arco sostenido por dos columnitas. En el lado opuesto aparecen dos ruedas con fuego bajo cada una de ellas. Esto es interpretado como la representación del “Carro de fuego” del profeta Ezequiel, el cual vio una nube incandescente aparecer en el cielo, que simboliza el trono de Dios, y que en este caso sería la representación del ‘Sancta Sanctorum’ del Templo, donde estaba guardada el Arca de la Alianza. También estos dos símbolos aparecen bajo arcos y columnas.
Los lados largos son iguales: dos columnas que sostienen tres arcos bajo los cuales aparecen probables representaciones de filas de otras columnas situadas “en el interior del edificio” o, según otras interpretaciones, gavillas de trigo ofrecidas al templo. Al comienzo de cada arcada se ve un objeto, interpretado como una lámpara de aceite o un recipiente para el incienso.

También la parte superior de la piedra está totalmente decorada. En la parte central hay una gran roseta de seis pétalos flanqueada por dos grandes palmeras o, según otras interpretaciones, por instrumentos utilizados para la limpieza del Templo. Vemos dos cálices para ofrecer el vino y, alrededor de la roseta, cuatro rectángulos dispuestos simétricamente y seis “corazones” de diferentes medidas. En la mayoría de las opiniones estos objetos son interpretados como unos panes, basándose en el hecho de que en el Templo había una mesa con los panes de la proposición (o de la presencia). Y la gran roseta central sería el símbolo del velo del Templo, el que se rasgó en el momento en el que Cristo murió en la cruz y que, según el historiador Flavio Josefo (37-100), en él estaban bordadas unas flores.

Una de las cosas que más ha impresionado a los arqueólogos bíblicos es precisamente el hecho de que esta piedra represente el segundo Templo de Jerusalén realizada cuando éste todavía existía y ha puesto en discusión la opinión, generalmente aceptada, de cuál era la relación entre el Templo antes de su destrucción en el año 70 y las sinagogas. Éstas no se consideraban lugares sagrados sino centros de asamblea y estudio, y sólo después de la diáspora se convertirían también en un centro de oración donde se desarrollaban los ritos religiosos. La presencia de la piedra en esta sinagoga habría servido para “elevarla” al rango de “templo menor” pudiendo así ser utilizada también como centro sagrado y de oración.
La sinagoga quedó enterrada durante la primera guerra judaica (66-70) y su descubrimiento es importante porque no se habían encontrado hasta ese momento muchas sinagogas de la época del segundo Templo -esta fue la primera en Galilea y la novena en todo Israel-, siendo además su estado de conservación bastante bueno, sumado al excepcional hallazgo de la piedra. Era un edificio de tres estancias con las paredes del vestíbulo decoradas con frescos polícromos. La estancia principal es de unos 120 m2 y estaba provista de bancos de piedra adosados a las paredes. Había columnas, y en el pavimento mosaicos. Todo ello sugiere que fueron necesarios muchos esfuerzos, personal especializado y mucho dinero para construirla. Mágdala, la ciudad de María Magdalena, era un centro importante y próspero, estratégicamente ubicado en la “Via Maris” la ruta que conectaba Egipto con Damasco. La pesca era uno de sus mayores recursos, además del comercio, y por eso en el Talmud es citada como “Mágdala de los peces”. Según Flavio Josefo, la ciudad tenía unos 40.000 habitantes y 230 barcos en el puerto del lago.

El hallazgo en 2021 de una segunda sinagoga del mismo período, muy similar a la primera, también demuestra que Mágdala era un centro importante y próspero, aunque los datos de Flavio Josefo puedan parecer exagerados. Pero mientras la primera estaba en el centro de una zona industrial, la otra estaba situada en una zona de carácter residencial, aunque la distancia entre ambas no llega a los 200 m. La sinagoga desarrollaba una tarea muy importante en la sociedad, y era multifuncional. De hecho era un centro para administrar la justicia, de reunión y estudio de la ley y donde se tomaban decisiones importantes. Y tal vez también, como mencionamos antes, un lugar de oración. Por lo tanto, era evidente la necesidad de poder disponer de más de un centro debido al tamaño de la ciudad.
Mágdala además, siempre según Flavio Josefo, tuvo un rol muy importante durante la gran revuelta del año 67 en el transcurso de la guerra judaica, que se concluyó con la destrucción del templo de Jerusalén. A pesar de su fuerte resistencia contra los romanos, Mágdala fue destruida. Pero no fue la invasión romana la causa del declive y el abandono de esta ciudad, sino el terremoto del 376 que determinó el traslado de las actividades comerciales a la cercana Cafarnao. Permaneció en ruinas durante casi un siglo. Luego, en el período bizantino, fue poco a poco reconstruida, gracias también a los peregrinos que iban buscando la casa de María Magdalena. Pero ésta es otra historia.
La piedra de Mágdala está expuesta en el Museo Rockefeller de Jerusalén, y la que se puede ver en el sitio arqueológico es una copia.










