– San Martino e il mendicante, 1597/1599, El Greco, National Gallery of Art, Washington D.C.
Il “responsabile” è San Martino di Tours. Martino era figlio di un veterano della guardia imperiale romana che, anche se non aveva ricevuto una formazione militare, nel 331 si dovette arruolare, per editto imperiale, dovuto alla condizione di suo padre. Era di origine della Pannonia (Ungheria), ma la sua famiglia fu trasferita a Pavia quando era ancora un fanciullo. Quando fu arruolato dovette trasferirsi da Pavia a Sabaria, l’attuale Amiens. Come possiamo apprendere dalla Legenda Aurea di Jacopo da Varagine, nel 335, all’età di circa 20 anni, un giorno d’inverno, durante una ronda, gli si fece incontro un povero seminudo. Martino prese la sua spada e divise in due parti la sua cappa: una parte la dette al povero e si coprì con l’altra1. La notte dopo gli apparve Cristo coperto dalla parte di cappa che era stata donata al povero. Quando Martino si risvegliò il suo mantello era integro. Martino si fece battezzare, si rifiutò a combattere e lasciò l’esercito.
– San Martino divide il suo mantello, Antoon Van Dyck, 1621, Royal Collection, Castello di Windsor, Regno Unito
Cominció una vita cristiana al fianco del suo maestro, il vescovo di Poitiers, dedicandosi al prossimo e diffondendo il cristianesimo. Dolpo un breve noviziato di vita eremitica nell’isola Gallinaria (Savona) Martino fondó due monasteri: Ligugé, il piu antico d’Europa, e Marmoutier, che diventerà, in seguito, un importante centro di vita religiosa. Fu quindi un pioniere nell’istituire quello che sarebbe diventato il monachesimo in Occidente. Fu poi nominato vescovo di Tours (371) e gli si attribuiscono molti miracoli. Martino s’impegnò nella lotta contro l’eresia ariana, condannata al I concilio di Nicea (325). Dopo la sua morte avvenuta nel 397 il culto per Martino venne diffuso, soprattutto per combattere disgrazie, molte delle quali venivano attrubuite all’eresia ariana. Il mantello miracoloso venne conservato come un cimelio ed entrò a far parte della collezione di reliquie dei re Merovingi e successivamente dei Franchi. I re merovingi di Francia erano soliti portare la reliquia della cappa nelle battaglie. Tale reliquia accompagnava i combattenti in guerra e in tempo di pace. Sulla «cappa» di San Martino, si prestavano i giuramenti più solenni. Clodoveo, re dei franchi, ebbe la meglio sui visigoti (507), che seguivano la dottrina ariana, e questo successo venne attribuito a la protezione di San Martino. A questo punto il culto cominció a diffondersi sempre di piú e ben presto divenne il patrono dei Franchi. La cappa che usavano i militari era corta, come quella di San Martino, e per questo veniva chiamata ‘cappella’. La reliquia fu portata poi all’oratorio palatino di Aquisgrana, adiacente al palazzo di Carlo Magno2, città che da questa prese il nome, Aix-la-Chapelle. Quest’oratorio è conosciuto come la Cappella Palatina, che deve questo nome proprio perché alberga la reliquia della cappa di San Martino, e le persone preposte alla sua custodia sono chiamati ‘cappellani’. E così si diffuse il nome di ‘cappella’ con il significato di ‘oratorio’, che sará applicato agli oratori di tutto il mondo.
– Cappella Palatina, Interno. Aquisgrana
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Secondo una tradizione, successivamente incontrò un altro mendicante e gli regalò l’altra metà del mantello: subito dopo, il cielo si schiarì e la temperatura si fece più mite. Da qui nasce il detto “estate di San Martino”, che è un modo di dire popolare che indica un periodo di clima mite e soleggiato che si verifica intorno all’11 novembre, giorno in cui si celebra San Martino di Tours.
Del complesso del palazzo di Carlo Magno oggi resta sola la Cappella Palatina, che è integrata nella cattedrale di Aquisgrana (Aix-la-Chapelle in francese, Aachen, in tedesco).
Esiste il Purgatorio? Puoi leggere quet’articolo in italiano cliccando qui
Si no has sido un gran pecador, o si lo has sido y te has arrepentido, pero aún te queda algún que otro pecadillo, todavía tienes la posibilidad de ir al Paraíso pasando antes por el Purgatorio que, como su propio nombre indica, sirve para “purgar” el alma y dejarla pura y ligera, lista para presentarse ante la puerta de San Pedro y así vivir eternamente al lado de Nuestro Señor.
El concepto de Purgatorio, como tercer lugar del más allá donde se purifican los pecados menores, es el resultado de una lenta y progresiva transformación de las creencias medievales, que llega a su culminación hacia la segunda mitad del siglo XII, aunque de algún modo pretende basarse en algunos pasajes bíblicos (Mt. 12, 32; 1 Cor. 3, 11-15) y en la costumbre de orar por los muertos para aliviar su condición y reducir su tiempo de estancia (2 Mac. 12, 39-46). Pero fue ciertamente Dante Alighieri, en su Divina Comedia, quien lo hizo famoso, dándole además una forma concreta: una montaña que surge del mar, compuesta por cornisas concéntricas.
La Iglesia Católica lo incluye en su Catecismo, formulando la doctrina de la fe relativa al Purgatorio, establecida sobre todo en los Concilios de Florencia y de Trento.
– Iglesia del Sagrado Corazón del Sufragio, Roma
Pero si eres escéptico y necesitas ver para creer, entonces el Museo de las Almas del Purgatorio es el lugar ideal para ti. Se encuentra en Roma, en el Lungotevere Prati, en un local adyacente a la iglesia del Sagrado Corazón del Sufragio, la única iglesia neogótica de la capital. Más visitado por curiosos que por personas en busca de respuestas, este pequeño museo nació por iniciativa del padre Victor Jouët, misionero francés, quien en 1894 mandó construir una iglesia/oratorio en un terreno de su propiedad, con el fin de convertirla en la sede de la Asociación del Sagrado Corazón del Sufragio de las Almas del Purgatorio.
Un día del año 1897, en la capilla del Rosario se desató un incendio que misteriosamente no solo perdonó el cuadro del altar, sino que entre las llamas habría aparecido un rostro sufriente que quedó impreso en la pared. La fotografía de esta imagen puede verse en el museo.
Creyendo que se trataba de un alma del purgatorio que suplicaba ayuda y sufragio, el padre Jouët decidió buscar más testimonios de difuntos y de sus contactos con los familiares vivos. Así emprendió un largo viaje por Europa y reunió mucho material: huellas extraordinarias, fotografías, telas, hábitos, breviarios, testimonios de apariciones y manifestaciones de todo tipo.
El material recopilado fue expuesto en la sacristía de la iglesia para demostrar que las almas del Purgatorio intentan atraer la atención de los vivos para pedirles oraciones y misas con el fin de aliviar sus sufrimientos. Sin embargo, la colección sufrió una drástica reducción en 1921, algunos años después de la muerte del padre Jouët, ocurrida en 1912. Se eliminaron todos los objetos que no se consideraron absolutamente auténticos.
La colección expuesta actualmente está compuesta por una veintena de objetos distintos, entre los cuales se encuentran: un libro de oraciones con la huella de una mano en una página; la funda de una almohada impreso a fuego por el alma de una monja muerta de tisis en 1894; un camisón de noche con la quemadura de una mano impresa en la manga; un gorro de un viudo marcado por el alma de su esposa; y la fotocopia de un billete de diez liras parcialmente quemado, que el espíritu de un sacerdote fallecido habría dejado junto con otros billetes para exhortar a sus hermanos a ofrecerle una misa. También hay huellas marcadas a fuego en las vestiduras talares y en la camisa de Isabella Fornari, abadesa de las Clarisas de Todi en 1731, quien se habría aparecido a una hermana de su convento para convencerla de rezar por la salvación de su alma.
No investigaremos si este museo demuestra realmente la existencia del Purgatorio a los “escépticos e incrédulos”, pero hay que reconocer que es, cuando menos, singular.
– Iglesia de Santa Maria de las Almas del Purgatorio ad Arco, Nápoles
Quienes, en cambio, no tienen ninguna duda sobre la existencia del Purgatorio son los fieles de la iglesia de Santa María de las Almas del Purgatorio ad Arco, en Nápoles, también conocida como la Iglesia de las Almas “Pezzentelle” (mendigas), porque en este lugar se depositaban los cuerpos de numerosos difuntos sin nombre, indigentes o víctimas de la peste que no podían disponer de una sepultura digna.
Es una bellísima iglesia del siglo XVII que conserva diversas obras de arte que recuerdan el Purgatorio, pero que es sobre todo famosa por su hipogeo, al que se accede a través de una trampilla, y que alberga numerosos restos humanos como los mencionados, utilizados por los fieles como intermediarios para pedir la intercesión de las almas del purgatorio —especialmente los cráneos—. Podríamos decir que este espacio podría considerarse como “un pedazo” de Purgatorio.
El culto de las ánimas pezzentelle (del latín petere, “pedir”) era en aquellos tiempos muy fuerte, y aún hoy sigue siendo muy sentido. Consiste en adoptar un cráneo cualquiera —testimonio tangible de la presencia de un alma— entre los muchos sepultados en este lugar, limpiarlo y colocarlo en un pequeño altar, que se adorna con velas, rosarios, flores artificiales y otros objetos. Allí se reza por su alma para facilitarle el camino del Purgatorio al Paraíso.
Luego se espera que esa alma se aparezca en sueños y revele su nombre. A partir de ese momento se la considera “adoptada”, y se intensifican los cuidados y las oraciones, creando así una relación especial entre la persona que la cuida y esa alma.
Pero todo esto, ¿por qué? Porque cuando finalmente el alma logra liberarse del castigo del Purgatorio, una vez en el Paraíso cumplirá los deseos de la persona que la ha ayudado —normalmente relacionados con problemas de la vida cotidiana, pero también con matrimonios o descendencia—: do ut des (“te doy para que me des”).
¿Y qué ocurre si el alma no se revela en sueños a pesar de las atenciones recibidas y no concede las oraciones? El cráneo se devuelve al osario común de donde fue tomado, colocándolo con el rostro vuelto hacia la pared, y se adopta otro. Se recurre a las almas de los muertos desconocidos, llamadas precisamente pezzentelle (“mendigas”), para asegurarse mejor del buen resultado de la intercesión. Porque las almas abandonadas, pobres y desamparadas tienen una mayor necesidad de ser recordadas y de que alguien haga algo por ellas, y justamente por eso son las que mejor pueden comprender los sufrimientos de quienes las invocan, demostrando su gratitud al corresponder.
Cuando descendemos al hipogeo —a este pequeño Purgatorio— vemos a lo largo de las paredes nichos, pequeños altares y vitrinas dedicadas a estas ánimas pezzentelle. Cada cráneo tiene su nombre y su historia, nacidos de la imaginación de quien lo cuida. Entre todos, el más famoso es el cráneo de Lucía, con una preciosa corona y un velo de novia.
– Altar de Lucía
– Lucía
La pobre Lucía, quizá hija de un príncipe, fue obligada a casarse contra su voluntad y, después de la boda, se suicidó o, según otras versiones, murió de dolor o se ahogó. Las leyendas en torno a Lucía son muchas y variadas, pero ciertamente no era una persona sin nombre.
Entonces, ¿cómo podía encontrarse su cráneo entre las ánimas pezzentelle? ¿Será realmente el suyo? ¡Pero qué importancia tiene!
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1.- La construcción de la actual iglesia neogótica comenzó en 1910 según el proyecto del arquitecto Giuseppe Gualandi, y terminó en 1917, después de la muerte del padre Jouët.
– Catacombe di Kom el-Shuqafa (Alessandria, Egitto). Il bassorilievo del pilastro di destra rappresenta il dio Anubis vestito da soldato romano
Le catacombe non sono un fenomeno esclusivo dell’Italia. Esistono importanti siti di sepoltura sotterranei in diversi paesi, soprattutto nelle aree influenzate dall’Impero Romano e dal cristianesimo primitivo. Molto sono di epoca paleocristiana, ma molte altre sono di epoche molto più recenti che rispondono a diverse esigenze socio-culturali o religiose. Altre non sono nemmeno cimiteri.
Europa
Numerose catacombe sono presenti in vari paesi europei come la Francia, la Spagna, Germania, Grecia, Malta o Ungheria, anche se non tutte rispondono al concetto ‘classico’ di ‘catacomba’, ossia ‘sotterranea’ e ‘cimitero’. Fra le più famose citeremo quelle di Parigi, quelle di di San Paolo (Rabat, Malta) e quelle di Odessa. Una menzione speciale merita il cimitero paleocristiano di Tarragona (Spagna), la necropoli paleocristiana più importante dell’Europa Occidentale (III – V secolo).
Catacombe di Parigi (Francia)
Risalgono al XVIII secolo, quando Parigi affrontava una grave crisi sanitaria a causa del sovraffollamento dei cimiteri. Si decise di trasferire le ossa nelle antiche gallerie sotterranee ricavate da cave di pietra di epoca romana, a venti metri di profondità. Contengono i resti di circa sei milioni di persone. Anche se vengono chiamate ‘catacombe’ si tratta sostanzialmente di un enorme ossario. Oggi, si estendono per circa 280 chilometri sotto la città, ma solo una piccola parte è accessibile al pubblico. All’interno, i teschi e le ossa sono disposti artisticamente lungo le pareti. Le ossa sono etichettate con le date e i nomi dei cimiteri di origine. Inoltre troviamo iscrizioni, monumenti e cappelle sotterranee, alcune delle quali decorate con antiche incisioni. Nonostante l’accesso regolamentato, visitatori clandestini si addentrano continuamente nei tunnel chiusi al pubblico, scoprendo spazi nascosti come sale di concerti, gallerie d’arte improvvisate e persino cantine di vini dimenticate, costituendo delle attuali sfide di conservazione. Furono utilizzate anche durante la Seconda Guerra Mondiale sia dalla Resistenza che dalle forze tedesche occupanti. Sono le seconde piú grandi del mondo dopo quelle di Odessa. Visitabili con accesso limitato, rappresentano una delle attrazioni piú popolari della città.
– Catacombe di Parigi
Catacombe di San Paolo (Rabat, Malta)
Il complesso delle Catacombe di San Paolo è uno dei primi insediamenti della cristianità in Occidente e costituisce una delle principali testimonianze del periodo paleocristiano a Malta. Sebbene siano associate all’epoca romana, le catacombe sono state usate sia prima, probabilmente sin dal periodo punico, che molto dopo. Furono usate da cristiani, pagani ed ebrei, e sono divise tra loro in tre aree. Costituiscono il più grande complesso di sepoltura sotterraneo di Malta e testimoniano l’importanza dell’isola nell’antichità. Diverse sono le tipologie di sepoltura, essendo le piú frequenti de cosiddette tombe a baldacchino. Contengono affreschi, iscrizioni e banchi in pietra per i banchetti funebri (refrigerium). Lungo i corridoi e nelle camere sono ancora visibili le decorazioni dell’epoca, tra cui illustrazioni realizzate con vernice rossa. Ci sono poi incisioni all’esterno di alcune camere che si ritiene fossero sepolture familiari. Ospitano un gran numero di cripte per i più dei 2000 m² della loro estensione. Nel 1200 circa, durante la ricristianizzazione dell’isola, parte del sito è stato adibito a santuario cristiano decorato con dei dipinti alle pareti. Nel 1894, le catacombe sono state oggetto di un intervento di ripulitura e di studio. Sono visitabili.
– Catacombe di San Paolo (Rabat, Malta)
Catacombe di Odessa (Ucraina)
Con un labirinto di gallerie di circa 2.500 kilometri, su tre livelli per un’altezza di circa 30 metri, sono le piú estese del mondo. Sono nate come cave di estrazione di pietra calcarea, non come cimitero, ma in alcuni momenti servirono come luoghi di sepoltura, per nascondere i cadaveri dei prigionieri partigiani sovietici uccisi dai tedeschi, come rifugi o basi partigiane durante la Seconda Guerra Mondiale e, piú recentemente, come rifugio antiatomico della recente guerra fredda. Durante la Seconda Guerra Mondiale, quando i sovietici furono costretti ad abbandonare la città, lasciarono decine di gruppi armati nascosti sotto il suolo della stessa. Quest’esercito sotterraneo si dedicava al sabotaggio e allo spionaggio dei nazisti. Ed ancora, alcuni di questi spazi sono stati organizzati come dormitori, ospedale di guerra o angoli “ricreativi” per i guerriglieri dell’Asse. Ma furono usate anche da contrabbandisti, criminali, massoni e da eccentrici. Anche se la pietra si estraeva da tempi immemorabili, in un’epoca ancora non determinata, la loro maggiore espansione è del secolo XVII e ancora di più nel XIX, quando si estrassero i grandi blocchi per costruire la città. Non sono ancora state del tutto esplorate e continuamente si scoprono nuovi cunicoli o un deposito di armi. Anche se l’accesso è consentito solo con una guida, perché avventurarsi da solo è molto pericoloso, molti dilettanti ‘speleologi’ entrano in questo labirinto e si perdono, perché ci sono centinaia di ingressi conosciuti, alcuni dei quali non custoditi. Circolano molte storie di persone che non ne sono piú uscite.
– Catacombe di Odessa (Ucraina)
Resto del mondo
Quanto al resto del mondo, in Africa ne abbiamo in Egitto (El-Bagawat e Kom el-Shuqafa, Alessandria), Tunisia (Susa) o in Libia (Sirte); nel Medio Oriente in Crimea (Kerch), Israele (Bet Shearim), queste ultime dichiarate patrimonio dell’Umanità dall’UNESCO, o in Turchia (diversi luoghi). In America Latina, quelle di Lima (Perù, Monastero di San Francesco). Negli Stati Uniti a Washington, sotto il Monastero Francescano della Terra Santa in America, abbiamo delle catacombe, costruite in cemento nel XX secolo, fatte ad imitazione delle catacombe cristiane dei primi secoli con il fine di mostrare come erano a coloro che non possono viaggiare. Conservano lo scheletro di un bambino che una leggenda vuole fosse un martire del II secolo, giunto dalle catacombe di San Callisto di Roma. Tutte meritano speciale menzione, ma daremo alcuni cenni solo su alcune di queste: Kom el-Shuqafa (Egitto), Derinkuyu (Turchia) e Lima (Perù).
Catacombe di Kom el-Shuqafa (Alessandria, Egitto)
Un tesoro di arte egizia, greca e romana, con sculture e tombe ipogee del II secolo d.C., rappresenta una sintesi unica dei panteon grecoromani e di quello egizio, dimostrando un sincretismo culturale vissuto nella regione con le successive dominazioni culturali. Quindi troviamo una serie di tombe, statue e oggetti del culto funerario faraonico con influenza ellenistica e romana, come per esempio un straordinaria rappresentazione del dio Anubis, con la testa di sciacallo, vestito come un soldato romano, con lancia, scudo e corazza. Riscoperte accidentalmente a metà del ‘900 nella località chiamata ‘la collina dei cocci’ da cui prendono il nome, rappresentano uno dei più importanti siti archeologici egiziani di epoca romana e la necropoli greco-romana piú grande dell’Egitto. I suoi oltre 30 m di profondità si articolano in tre livelli. L’accesso è possibile grazie a una scala che scende a spirale intorno al pozzo centrale, nel quale venivano calati i corpi mummificati dei defunti, e che dava accesso alle tombe, scavate nella roccia, e a un triclinium dove si tenevano i banchetti per i funerali o commemorazione dei defunti. Le tombe piú lussuose avevano nicchie con i sarcofagi, decorate con bassorilievi e pitture di gusto sincretistico. È probabile que inizialmente fossero scavate per essere adibite a mausoleo di una sola famiglia, ma poi si espansero per ospitare tombe di numerosi altri individui. Visitabili.
– Catacombe di Kom el-Shuqafa (Alessandria, Egitto). Ingresso intermedio
Catacombe di Derinkuyu (Cappadocia, Turchia)
Più che di catacombe, si tratta di una vera e propria città sotterranea, la piú grande del mondo. Ma non è l’unica in Cappadocia. Ne esistevano circa 200, 36 scoperte, ed erano collegate fra di loro. Risale niente di meno che all’epoca degli hittiti (circa 1.400 a.C circa), amplilata posteriormente dai frigi (sec. VIII a.C.) e dai persiani (VI sec. a.C), ed era utlizzata come rifugio contro le incursioni di popoli nemici. Però la sua maggiore estensione avvenne durante l’impero bizantino fra l’VIII ed il XII sec. d.C., quando fu utlizzata come rifugio contro le invasioni arabe. Ha una profondità di 85 metri su 8 livelli. Le decine di gallerie non hanno nessuna luce naturale. Gli abitanti di questa città sotterranea furono capaci di costruire sotto terra tutto il necessario per sovravvivere per lunghi periodi senza bisogno di dover uscire. Potrebbe aver ospitato circa 20.000 persone, così come il bestiame e gli attrezzi per la sopravvivenza. In essa si possono trovare spazi destinati a chiese, stalle, refettori, scuole, negozi, cucine, impianti per la spremitura dell’uva e delle olive… Tutti i vani erano comunicati medianti gallerie, passaggi, scale… Ed esistono aperture di areazione che comunicano con la superficie, cosí come diversi pozzi di acqua potabile. Nonostante la grandissima estensione di questa città sotterranea, la sua scoperta fu relativamente recente (1963) e dovuta al caso. Gli accessi che comunicavano con la superficie potevano essere bloccati con pesanti ruote di pietra per impedirne l’entrata. La città non venne più usata dopo la Prima Guerra Mondiale e la nascita della Repubblica Turca. Attualmente sono visitabili solo i primi 4 livelli
– La città sotterranea di Derinkuyu (Cappadocia, Turchia). Illustrazione che mostra la vita nella città
– Cittá sotterranea di Derinkuyu (Cappadocia, Turchia)
Catacombe del Monastero di San Francesco (Lima, Perù)
Si trovano sotto le fondamenta del magnifico monastero di San Francesco. Sono di epoca coloniale XVI-XIX sec. e si tratta di un vasto reticolo di gallerie, camere funerarie e fosse comuni con resti di circa 25.000 persone. Costituiscono una delle maggiori attrazioni di Lima, testimonianza della sepoltura conventuale coloniale. Questo cimitero venne utilizzato fino all’inizio del XIX secolo come uno dei principali luoghi di sepoltura per i fedeli della capitale peruviana. In molte sale le ossa sono state disposte in forme geometriche, quasi decorative: cerchi, spirali e motivi simmetrici che colpiscono per la loro macabra armonia, probabilmente frutto di un restauro del XX secolo. Queste sepolture erano riservate in particolare ai membri della comunità religiosa e ai fedeli che desideravano essere sepolti in terra consacrata. Le catacombe furono progettate anche con funzione antisismica: le gallerie e le fosse contribuivano a stabilizzare l’edificio soprastante. Secondo la tradizione, esistevano cunicoli sotterranei che collegavano il monastero ad altri edifici del centro storico di Lima, come il Palazzo del Governo o il Tribunale. Sono visitabili
– Catacombe del Monastero di San Francesco (Lima, Perù)
Guru Granth Sahib: Il libro sacro dei Sikh – Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui
Tras la predicación de Guru Nanak, en el siglo XVI, nació el sijismo en la ciudad de Kartarpur Sahib, Punjab, al noroeste de la India, y actualmente está extendido por todo el mundo con unos 28 millones de fieles, aunque la mayoría reside en el Punjab y en los países anglófonos. Las enseñanzas de su fundador, así como las de los nueve gurús que le sucedieron, están recogidas en el Guru Granth Sahib1, el libro sagrado de la comunidad.
El décimo y último de estos gurús, Guru Gobind Singh Ji, antes de morir, en 1708, decidió que el Guru Granth Sahib debía ser su sucesor, el próximo gurú, y por lo tanto, desde ese momento, el libro sagrado de los sijs² se considera como una persona, un gurú viviente, el último e imperecedero.
Este texto sagrado consta de 1430 páginas que recogen no solo las enseñanzas de sus diez gurús, sino también las de varios santos de otras religiones, entre ellas el hinduismo y el islam. Contiene alrededor de 3.380 himnos y más de 15.000 estrofas. Está escrito en hindi arcaico y la escritura utilizada es un alfabeto especial, llamado Gurmukhi, instituido por el segundo gurú. La primera versión del Guru Granth Sahib fue compilada en 1604 por el quinto gurú, Arjan Dev, mientras que la segunda y última versión fue obra del gurú Gobind Singh Ji y data de 1705. Fue llevado a Amritsar, al Templo Dorado, en el Punjab, capital del sijismo y también principal centro de peregrinación.
En los templos sijistas (Gurdwara), en la parte más importante de la sala de oración (Darbar Sahib) hay una plataforma (manji), una especie de atril, cubierta por un dosel, decorada con materiales preciosos, donde se coloca el libro, envuelto en una tela preciosa, y por la noche se deposita ceremoniosamente en un repositorio cubierto con telas especiales decoradas. Cuando los fieles entran en la sala, se arrodillan o se inclinan ante el Guru Granth Sahib, se cubren la cabeza y se quitan los zapatos en su presencia. Mientras se lee el libro, se agita sobre él la pluma sagrada (Chauri), una especie de abanico hecho con pelo de caballo blanco o yak insertado en un mango de lana o plata.
– El Chauri se agita sobre el libro sagrado durante la lectura para evitar que se posen insectos o polvo sobre él.
La instalación y el transporte del Guru Granth Sahib están regulados por normas estrictas. En circunstancias ideales, se necesitan cinco sijs bautizados para trasladar el Guru Granth Sahib de un lugar a otro. En señal de respeto, se lleva sobre la cabeza y la persona camina descalza. Cada vez que un devoto lo ve pasar, se quita los zapatos y se inclina. La plataforma o trono en el que se sienta el libro sagrado es venerado como símbolo sagrado: ante él, los fieles depositan sus ofrendas en dinero o comida y nunca le dan la espalda.
– Guru Nanak Dev Ji, fundador del sijismo, con los nueve gurús que le sucedieron
El sijismo nace del deseo de su fundador de armonizar las dos religiones, el hinduismo y el islam, ya que la zona del Punyab era escenario de terribles enfrentamientos entre los hindúes locales y los musulmanes invasores del imperio mogol. Del hinduismo toma la creencia en la transmigración de las almas (Samsara) y los efectos de las acciones en las vidas sucesivas (karma). El objetivo final es romper el ciclo de renacimientos, excepto que la liberación no se ve como una anulación del yo, sino como una unión con Dios, que es Uno e indivisible, como el Dios de los musulmanes. Esta unión se consigue mediante la fe en Dios y el comportamiento recto. Y al igual que los musulmanes, los sijs creen que Dios creó el mundo y que Su voluntad lo gobierna todo. Un solo Dios, por lo tanto, llamado «Woheguru», que significa «Gran Maestro».
El código de conducta del sijismo prescribe que es necesario llevar una vida moral, controlar los cinco vicios3, prestar servicio a la comunidad y a los pobres, trabajar honestamente y compartir las ganancias, luchar con valentía cuando sea necesario, abstenerse de adorar ídolos y de prácticas supersticiosas, recordar al creador en todo momento4, seguir una dieta totalmente vegana y excluir el tabaco y el alcohol. El «Amrit Sanchar», una especie de bautismo, es el rito que permite entrar en la comunidad de creyentes (Khalsa) cuando una persona considera que ha alcanzado la madurez espiritual adecuada. No es indispensable para ser sij, pero se considera un signo de dedicación total a la fe. La ceremonia es oficiada por cinco sijs bautizados. Desde el nacimiento, la terminación «Singh» (león) para los hombres y el nombre «Kaur» (princesa) para las mujeres indican la pertenencia al pueblo sij.
Los signos físicos de la fe son las llamadas 5 «k»:
1) Kesh (cabello largo recogido en un turbante, obligatorio para los hombres y a veces también utilizado por las mujeres);
2) kangha (el peine, signo de cabello recogido de forma ordenada, a diferencia del crecimiento «libre» y desordenado de los ascetas hindúes);
3) kara (una pulsera de hierro, que representa el control moral en las acciones y el recuerdo constante de Dios);
4) kachera (calzoncillos o pantalones cortos);
5) kirpan (espada ceremonial, que hoy en día se destaca como símbolo religioso de fortaleza y lucha contra la injusticia, no como arma)
– El Harmandir Sahib, también conocido como el Templo Dorado, es el santuario más importante de la religión sij (Amritsar, Punjab, India).
Todos los seres humanos son iguales ante Dios, por lo que no existe el sistema de castas. Existe una igualdad absoluta entre mujeres y hombres; es más, la mujer es una figura muy respetada por su papel en la familia y en la sociedad. Puede participar, practicar y oficiar servicios religiosos. La inexistencia del clero y de cualquier forma de ascetismo y mortificación del cuerpo, del celibato y del culto a las imágenes son otras características de esta religión, así como el reparto de bienes y la justificación de la «guerra santa» entendida como instrumento para combatir las injusticias.
Los numerosos santuarios sij se denominan «Gurdwara», es decir, «Templo del Señor», y están abiertos a todos, independientemente de su origen o religión. La única restricción es que los visitantes no deben beber alcohol, comer carne, fumar cigarrillos ni consumir otras drogas mientras se encuentren en el santuario. En todos los templos sij hay una zona donde se preparan y distribuyen comidas para todos los que las necesitan. Es el «Langar», o comedor comunitario. Una de las ceremonias fundamentales es la de consumir una comida en común como signo de adhesión a una vida de caridad y servicio. Se sienta en el suelo como signo de igualdad. Cada uno participa según sus posibilidades y recibe según sus necesidades. Es gratuito para todos.
El templo por excelencia es el santuario Harmandir Sahib en Amritsar, en el Punjab, también conocido como el «Templo Dorado» y que data del siglo XVI. Sus cúpulas y su techo en forma de loto invertido están recubiertos de láminas de oro. En el «Langar» de este templo se cocinan comidas para unas 100.000 personas al día. Centro político y religioso, además de comercial, el templo siempre ha sido escenario de innumerables conflictos. Fue ocupado y profanado por los afganos en 1756 y destruido en 1764. La última profanación tuvo lugar en 1984, cuando el ejército indio lo dañó gravemente bombardeándolo e incendiándolo debido a las diferencias entre el movimiento separatista sij y el Gobierno de Nueva Delhi, que se originaron cuando en 1947 se estableció la frontera entre la India y Pakistán, que dividió el Punyab en dos. Se sucedieron repetidos episodios de violencia hasta mediados de los años 90 del siglo pasado.
El símbolo más importante del sijismo es el «Khanda», que representa el poder creativo universal y toma su nombre de la espada de doble filo que se encuentra en el centro, símbolo del Conocimiento Divino; el círculo simboliza el infinito; las dos espadas exteriores representan el equilibrio espiritual y temporal del universo.
En cada templo se coloca una bandera amarilla, la Nishan Sahib, con el diseño del «Khanda».
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1.- «Gurú» significa maestro, guía espiritual; «Granth», libro; «Sahib» es un título honorífico, señor.
2.- «Sij» significa discípulo.
3.- Los cinco vicios son: lujuria, ira, apego, soberbia y avaricia.
4.- Recitar diariamente y repetidamente el Nombre del Señor (Nam), también a través del canto de himnos, es un precepto de extrema importancia para que el creyente alcance la liberación.
– L’apostolo Pietro accoglie il defunto Pascenzio e lo presenta a una terza persona. Affresco del V-VI secolo. Catacombe di San Gaudioso, Napoli
L’Italia, oltre a Roma, conserva numerose catacombe e complessi ipogei paleocristiani distribuiti soprattutto nelle regioni dell’Italia centro-meridionale, dove il cristianesimo si diffuse più rapidamente nei primi secoli. Nell’Italia settentrionale possiamo trovare diversi spazi ipogei, spesso assimilati a questi cimiteri, ma non catacombe vere e proprie, come per esempio a Ravenna (cripte sotterranee) o a Ivrea (cripte e necropoli paleocristiane) o addirittura ad Aosta (spazi sotterranei paleocristiani). In tutta l’Italia, escludendo Roma, si stima che ce ne siano almeno 70-100. Alcuni sono complessi estesi e documentati, altri piccoli ipogei locali o riutilizzi di necropoli preesistenti pagane, etrusche o romane. Ma la maggior parte sono cristiane. Alcune sono visitabili, altre chiuse o accessibili solo in giornate speciali.
Nei siti misti o sincretici possiamo trovare stratificazioni religiose. Anche se in alcuni casi non è facile distinguere tra uso pagano e cristiano, soprattutto nei secoli di transizione (II–IV sec. d.C.) dove si possono trovare simboli ambigui (es. pavoni, anfore, riti funerari romani), affreschi sincretici (es. scene pastorali, banchetti), nella maggior parte dei casi il contenuto iconografico e le iscrizioni aiutano a identificarne la religione prevalente. Poi ci sono le catacombe ebraiche, fra le quali forse le piú famose sono quelle di Venosa, in Basilicata, scoperte nel 1853.
Oltre a quelli di Roma e del suo suburbio, i più notevoli cimiteri cristiani d’Italia sono quelli di Napoli e di Siracusa. Questi differiscono da quelli di Roma per essere stati in origine cave di pietra; la durezza della roccia ha talora permesso che assumessero dimensioni più vaste e comode in confronto di quelle necessariamente anguste dei cimiteri di Roma. Tuttavia il modo di seppellimento è identico, e i loculi e gli arcosolî di poco differiscono dalle forme usuali. Ma in Italia ce ne sono molti altri, importanti e degni di essere visitati. Citeremo qui di seguito alcuni fra i piú famosi, cercando di diversificare per regione.
Catacombe di San Gennaro – Napoli (Campania)
– La piú antica immagine di San Gennaro. V secolo – Catacombe di San Gennaro, Napoli
Site sulla collina di Capodimonte sono il piú importante monumento del cristianesimo a Napoli e risalgono al II-III secolo. Sono tra le piú grandi del sud d’Italia e sono estese su due livelli, con circa 5.600 metri quadrati scavati nel tufo, 2.000 loculi e 500 arcosoli. Quanto a iconografia e dimensioni sono paragonabili alle catacombe romane. Costituiscono il nucleo di questo vasto cimitero una tomba di un’antica famiglia in cui, dopo successive modifiche, nel V sec. d.C. furono traslate le spoglie di San Gennaro e una cripta del II secolo dove fu sepolto il vescovo di Neapolis, Agrippino. Sono ricche di affeschi e di sepolture episcopali. Notevole è un vasto triclinium le cui pitture pagane furono coperte con soggetti cristiani. Le gallerie del piano superiore hanno pitture di vario soggetto, notevoli fra le altre le visioni del Pastore di Erma, Tre fanciulli che costruiscono una torre, ecc. con raffigurazioni pagane e dipinti bizantini, e custodiscono le prime pitture cristiane del sud Italia. Durante la Seconda Guerra Mondiale vennero utilizzate come rifugio antiaereo per la popolazione. Sono visitabili con percorso guidato.
Catacombe di San Giovanni – Siracusa (Sicilia)
– Basilica e catacombe di San Giovanni (esterno). Siracusa
Sono le più importanti catacombe cristiane della Sicilia e si trovano nel sottosuolo dell’antica Achradina, presso la Latomia dei Cappuccini, annessa alla chiesa di S. Giovanni, la cattedrale medievale siracusana. Risalgono al III–IV secolo e dispongono di una ampia rete ipogea, con pianta a croce latina, formando una vera città sotterranea con grandi e piccoli ambulacri scavati nella roccia calcarea. Nelle intersezioni delle gallerie si notano grandi stanze con volta a botte, illuminate da ampî lucernari. La pianta è quasi perfetta, con un ampio decumano (galleria principale) dal quale si dipartono lateralmente gallerie, a loro volta intersecate da altre gallerie parallele al decumano. Questo fu ricavato da un antico acquedotto greco, le cui tracce sono visibili sulla volta. Inoltre dalla galleria si può accedere alle cinque tombe dei santi o dei martiri, zone più grandi, di forma circolare o quadrata, chiamate di Eusebio, di Adelfia, di Antiochia, delle Sette Vergini e Anonima. Le pareti delle gallerie, nelle quali si aprono le tombe arcuate, sono in più punti rivestite di stucco e adorne d’affreschi con i consueti simboli cristiani. Queste catacombe contengono la cripta di San Marciano, primo vescovo di Siracusa e, secondo la tradizione, avrebbe ospitato l’apostolo Paolo. Sono visitabili con percorso guidato.
Catacombe di Santa Mustiola – Chiusi (Siena, Toscana)
– Catacombe di Santa Mustiola, Chiusi
Di un notevole valore storico e archeologico, sono le piú importanti, meglio conservate ed estese delle tre catacombe presenti nella Toscana. Risalgono al III secolo e furono scoperte accidentalmente del XVII secolo. Chiusi era un importante centro etrusco e nella zona oggi occupata dalle catacombe esistevano vari ipogei funerari scavati nel tufo, tipici estruschi. In età romana alcuni ambienti furono riadattati o ampliati. Poi, in epoca paleocristiana (III-V secolo), questi ipogei vennero, con nuove gallerie scavate, trasformati in catacombe cristiane. Anche se l’impianto visibile oggi è in gran parte frutto dell’epoca cristiana, in più punti si riconoscono riusi di spazi etruschi o romani preesistenti. Sono dedicate alla martire Mustiola, patrona di Chiusi, e probabilmente vi fu sepolta in origine. Si trovano a pochi kilometri da Chiusi, nel luogo dove sorgeva una basilica anch’essa dedicata alla martire. Si compongono di una serie di gallerie che si dipartono dall’ingresso. Due arterie principali presentano alle pareti una serie di simboli e incisioni: le tombe che vi si trovano sono in prevalenza loculi ed arcosoli tra cui un raro arcosolio polisomo destinato a più sepolture. L’intera area funeraria si sviluppa per oltre 200 metri. Il primo vescovo di Chiusi, Lucio Petronio Destro, fu sepolto nella cripta centrale dov’è presente un altare e numerose ed importanti iscrizioni. Con la definitiva distruzione della basilica nel XIX secolo, le spoglie della martire furono trasferite nella concattedrale di San Secondiano. Questo complesso catacombale fu utilizzato come luogo di sepoltura per circa centocinquant’anni, dal III secolo fino agli inizi del V secolo. Sono visitabili con prenotazione obbligatoria.
Catacombe di Santa Sofia – Canosa di Puglia (Barletta- Andria-Trani, Puglia)
– Cristogramma. Catacombe di Santa Sofia, Canosa di Puglia
Il complesso delle catacombe di Santa Sofia, anche conosciuto come il complesso di Lamapopoli, risale al III-V secolo ed è di grande interesse archeologico ricco di testimonianze artistiche, rituali e comunitarie. Si trova subito fuori Canosa di Puglia, lungo la strada statale verso Barletta. Queste catacombe rappresentano le uniche testimonianze di catacombe paleocristiane in Puglia, e sono tra le poche esistenti nell’Italia meridionale, oltre quelle di Napoli e Siracusa. Furono scoperte negli anni ’50 e si trovano su terrazzamenti di un costone roccioso sopra il torrente Lamapopoli. Il grande insediamento cimiteriale comprende ipogei autonomi, familiari e collettivi (almeno 15 identificati finora), scavati a diverse quote e ingressi, senza collegamenti interni. Sono differenziati per estensione, caratteristiche planimetriche e modalità di occupazione funeraria. È stato possibile finora approfondire l’indagine in cinque nuclei, mentre gli altri rimangono solo parzialmente visibili e percorribili. Vi si trovano decorazioni policrome e iscrizioni funerarie, alcune appena tracciate su intonaco fresco, tra cui monogrammi cristologici (come il Chi-Rho). L’area è collegata anche a una necropoli subdiale (sepolcri sopra terra) di età romana, attiva fino a età tardoantica. Diverse campagne di scavo sono state realizzate fra il 2016 ed il 2022 per la messa in sicurezza, restauro e futura apertura al pubblico. Attualmente non sono visitabili.
Catacombe di Sant’Antioco – Sant’Antioco (Cagliari, Sardegna)
– Tomba di Sant’Antioco. Catacombe di Sant’Antioco, Cagliari
Utilizzate fra il II ed il VI secolo, dedicate al martire Antioco e si trovano nella piccola isola di Sant’Antioco, sudest della Sardegna. Sono il risultado del riutilizzo di preesistenti ipogei punici (IV-VI sec. a.C.) collegati fra di loro per creare un cimitero comunitario cristiano. Si accede alle catacombe dalla Chiesa. Si compongono di vari ambienti o camere. Il primo presenta un’abside e una volta appoggiata su sei colonne, con un sarcofago nel centro, attualmente trasformato in altare, che risulterebbe essere la tomba di sant’Antioco, attualmente vuota poiché nel 1615 il corpo del martire fu rimosso su indicazione dell’arcivescovo di Cagliari Francisco de Esquivel e attualmente si trovano in parte nella basilica sovrastante, e in parte a Cagliari ed altri luoghi. La tomba originale fu quindi distrutta in quell’occasione e fu poi ricostruita secondo le dimensioni della precedente. Un secondo ambiente, retrosanctos, si apre dietro il primo, ed era il luogo dove venivano sepolti i personoggi più eminenti della comunità cristiana che desideravano essere sepolti vicino al martire. Altri ambienti comprendono tombe altomedievali, arcosoli decorati con iscrizioni cristiane, affreschi e una rara tomba a baldacchino, databile tra il V e il VI sec. d.C., tradizionalmente indicata come il luogo in cui Sant’Antioco morì prima che fosse arrestato dai soldati romani. Un’antica tradizione ritiene che fosse un medico originario della Mauritania, esiliato in Sardegna dall’Imperatore Adriano per la sua attività di evangelizzazione che nonostante ciò continuò nel suo esilio. Il cristianesimo in Sardegna si diffuse precocemente, anche grazie ai damnati ad metalla, individui che vennero condannati ai lavori forzati nelle miniere dell’isola e anche nella zona del Sulcis-Iglesiente, fin dal II secolo d.C. Nei secoli, intere generazioni hanno tramandato la devozione verso il Santo, rendendo questi luoghi il fulcro della cristianità in Sardegna. Oltre ai vari ambienti cristiani, nelle catacombe di Sant’Antioco esiste anche una parte pagana, dove sono presenti tombe intatte non utilizzate dai cristiani, con nicchie in cui erano posti anche gli effetti personali del defunto. I corpi erano solitamente seppelliti in una cassa di legno, avvolti da un lenzuolo. Le catacombe sono aperte al pubblico e sono l’unico complesso di questo tipo ancora visitabile in tutta la Sardegna.
Catacombe di Santa Vittoria – Monteleone Sabino (Rieti, Lazio)
– Affresco che rappresenta Santa Vittoria. Museo del Santuario di Santa Vittoria. Monteleone Sabino, Rieti.
Sono la parte storicamente ed archeologicamente più rilevante del santuario di Santa Vittoria, la chiesa patronale di Monteleone Sabino, e allo stesso tempo le più catacombe significative della Sabina. L’accesso è nella navata centrale della chiesa, attraverso una stretta porta. Sono databili tra il III e il V secolo. Questo ipogeo rurale, legato al culto della martire Sabina, è un esempio di cristianizzazione delle aree interne del Lazio. I numerosi loculi, arcosoli e cubiculi sono situati nelle diverse gallerie ricavate nel banco tufaceo e l’estensione complessiva dell’area è di circa 40 metri. L’architettura funeraria è particolare, essendo caratterizzata da ampie nicchie in mattoni e una serie di tombe costruite una sull’altra su vari piani paralleli. In alcuni ambienti si conservano ancora affreschi paleocristiani e iscrizioni latine. Secondo la tradizione Santa Vittoria, la patrona del paese, fu vittima delle persecuzioni di Decio (253 d.C.) e fu sepolta in questo luogo. Nella prima saletta all’interno si conserva un sarcofago marmoreo bianco, nel quale la tradizione vuole fossero deposte i resti della santa. Secondo una leggenda del V secolo (e quindi molto posteriore al martirio) Vittoria, col solo sostegno della sua fede, liberò la zona di Trebula Mutuesca1 da un drago che terrorizzava la popolazione, e a seguito di questo prodigio gli abitanti della città divennero cristiani. La notizia indusse un funzionario imperiale a tentare di convertire la giovane al culto di Diana e, di fronte al suo rifiuto, la condannò a morte. Le catacombe sono aperte al pubblico e visitabili solo con guida autorizzata e prenotazione.
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– Nome dell’antica città romana situata sul territorio occupato oggi da Monteleone Sabino
La colonna di Simeone Stilita. Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui
– Resto de la columna de Simeón Estilita. Complejo monumental de Qal’at Sim’an (Siria)
A unos 30 km de Alepo, Siria, en un lugar antiguamente llamado Telanisso y hoy conocido como Deir Sim’an (Monasterio de Simeón) o también Qal’at Sim’an (Fortaleza de Simeón), se encuentran las ruinas de un gran complejo monástico paleocristiano que en 2001 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Se trata de la iglesia de San Simeón Estilita el Viejo (para distinguirlo de San Simeón el Joven). En el centro del complejo se halla una gran piedra blanca de unos dos metros que en realidad es lo que queda de una gran columna, la columna sobre la cual vivió San Simeón los últimos 37 años de su vida. Por este motivo recibió el apelativo de Estilita (del griego stylos, columna) y dio inicio a un tipo particular de ascetismo denominado precisamente estilismo, llamándose estilitas a quienes lo practicaban.
Pero ¿quién era Simeón Estilita?
Gracias a los escritos de Teodoreto1, obispo de Ciro, compatriota y contemporáneo de Simeón, sabemos que Simeón nació en Cilicia hacia el año 390, en el seno de una familia de pastores. Ya de joven sintió el deseo de llevar una vida religiosa y entró en un convento, donde durante 10 años vivió en oración y mortificación, comiendo solo una vez por semana, lo cual sorprendía a los demás monjes. Cuando llegó al extremo de ceñirse un cilicio de hojas de palma que le llenó el cuerpo de llagas, negándose a recibir cuidados, fue animado a abandonar aquella comunidad para evitar que otros monjes lo imitaran.
Después, Simeón se instaló en una cabaña en la ladera de un monte, donde permaneció encerrado tres años, alimentándose solo de pan y agua que le dejaban en la puerta, pasando las Cuaresmas enteras sin comer. Posteriormente, se aisló en esa misma montaña, atado a una piedra para no alejarse más de 20 metros. Su fama crecía y la gente acudía a él para pedir consejo o curaciones. Era especialmente conocido por ayudar en problemas de esterilidad, que le comunicaban por escrito o mediante terceros, pues no permitía que se le acercaran mujeres, ni siquiera su madre. Poco a poco fue considerado santo, no solo por los milagros que se le atribuían, sino también por su resistencia sobrehumana a las inclemencias del tiempo y a todo tipo de fatiga. Oraba de pie, con los brazos abiertos en forma de cruz, y solía inclinarse desde la frente hasta los pies más de mil veces seguidas.
En cuanto a los milagros, además de curaciones, se decía que dominaba fenómenos naturales (sequías, tormentas…) o incluso resolvía problemas sociales. Como la multitud no cesaba de crecer, Simeón hizo construir una plataforma con barandilla sobre una columna de unos cuatro metros hallada en las cercanías, y allí se trasladó. Cuanto más aumentaba la gente, más alta se hacía la columna, hasta alcanzar unos 16 metros. Quienes querían hablar con él debían subir por una escalera. Era alimentado por quienes le llevaban agua o dátiles.
La fama de Simeón se difundió por todo el Imperio bizantino y fue visitado por muchos personajes ilustres, incluso el emperador Teodosio II y su esposa Aelia Eudocia. También el emperador León I tuvo muy en cuenta el contenido de una de sus cartas. Llegó incluso a mantener una suerte de correspondencia con Genoveva de París2, a través de peregrinos que lo visitaban y que llevaron su fama a muchas partes de Europa, donde su imagen y la de su sucesor, Simeón el Joven, aparecían hasta en pequeñas ampollas procedentes de Oriente, llamadas ‘eulogias’, que contenían aceite bendito o polvo de lugares santos.
Simeón murió en 459, a los 70 años aproximadamente. Sus restos fueron disputados entre Antioquía y Constantinopla; finalmente, la mayor parte quedó en Antioquía, aunque algunas reliquias llegaron a Constantinopla y otras circularon por el Mediterráneo.
Este modelo de ascetismo, nacido y desarrollado en Siria, se extendió al resto de la Iglesia cristiana oriental y sobrevivió incluso después del gran cisma entre Oriente y Occidente, y en Rusia permaneció hasta el siglo XV. Los estilitas solían levantar sus columnas cerca de poblados y caminos comerciales; predicaban, daban consejo a los viajeros y guiaban a la gente en la oración. Teodoreto los llamó “candelabros de la fe”.
– Complejo monástico de Qal’at Sim’an. La columna está en la parte central que une las cuatro basílicas y que estaba coronada por una cúpula octogonal
– Complejo monástico de Qal’at Sim’an. Al fondo se entrevé el ábside de una de las basíliicas
Complejo monástico de Qal’at Sim’an. Fachada principal de la basílica
Pero no era el único modelo: las manifestaciones ascéticas de esta zona tomaron diversas formas, fruto de una auténtica explosión monástica entre los siglos IV y VI, con miles de comunidades e innumerables iniciativas individuales, como la de Simeón, que no seguían regla común alguna. Existían también los dendritas (que vivían en la copa de los árboles), los que se encerraban en cuevas o torres, los que permanecían siempre de pie en el mismo lugar, los que se cubrían con cadenas, o quienes simplemente vivían de modo salvaje, rechazando la comida cocida, la carne, las ropas y hasta el aseo.
En aquella época, dentro del cristianismo primitivo existían diversas doctrinas sobre la naturaleza de Cristo que no coincidían con la postura oficial (la unión en Cristo de las dos naturalezas, humana y divina) y que por ello fueron consideradas herejías. Las principales eran el nestorianismo3, el arianismo4 y el monofisismo5. A este último pertenecían los cristianos de Siria.
Y aquí volvemos a la columna: como se decía, se encuentra en el centro de un gran complejo mandado construir por el emperador bizantino Zenón y terminado en el año 490, como intento de apaciguar los ánimos exaltados por la disputa sobre el monofisismo, avivada tras el Concilio de Calcedonia. Cuatro edificios dispuestos en forma de cruz, orientados a los cuatro puntos cardinales, se unían en el centro mediante una cúpula octogonal que cubría la columna. Eran cuatro basílicas, una de ellas con tres ábsides semicirculares al final de sus naves, que en parte todavía se conservan. Junto a la basílica se construyó un gran convento, conectado a la iglesia por un claustro. En torno al siglo X el santuario fue fortificado para defenderlo de los musulmanes, pero en 1164 la zona cayó en manos de los selyúcidas.
Desde la muerte de Simeón, la columna se convirtió en meta de peregrinaciones, y con la construcción de la iglesia, estas aumentaron, favorecidas además por el emperador Zenón, convirtiéndose el lugar en un gran centro de culto.
La declaración de este monumento como Patrimonio de la Humanidad no fue suficiente para protegerlo de la guerra que ha devastado Siria. En esta zona han combatido kurdos, turcos y aviones rusos.
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1.- Teodoreto de Ciro, Historia Religiosa, cap. XXVI, ca. 440. Otras fuentes: una vida del santo escrita en siríaco por los monjes del monasterio surgido cerca de la columna; la vida escrita en griego por el monje Antonio, que se autodefinía discípulo del santo, aunque su identidad no está clara; un breve capítulo de la Historia Eclesiástica de Evagrio Póntico de finales del siglo VI.
2.- Genoveva, posteriormente santa, Sainte Geneviève de Paris, patrona de esta ciudad.
3.- Toma su nombre del patriarca de Constantinopla Nestorio. Doctrina que defendía que las dos naturalezas de Cristo, divina y humana, son completamente independientes entre sí. También se la llama difisismo. Fue condenada por el Concilio de Éfeso (431).
4.- Toma su nombre del monje y teólogo alejandrino Arrio. El arrianismo era la doctrina que negaba la naturaleza divina de Cristo. Solo el Padre podía considerarse verdaderamente Dios. Fue condenada por el Concilio de Nicea del 325, en el que participó el emperador Constantino el Grande.
5.- Monofisismo. Doctrina según la cual Cristo posee únicamente la naturaleza divina. Fue creada y promovida por Cirilo, patriarca de Alejandría. Esta doctrina fue muy combatida por el Concilio de Calcedonia del 451 y condenada por el Segundo Concilio de Constantinopla del 553. El monofisismo existe todavía entre los cristianos coptos de Egipto y en la Iglesia Armenia.
– Tre giovani nella fornace. Cappella greca, II secolo – Catacombe di Priscilla
Nel sottosuolo di Roma esistono una sessantina di catacombe, delle quali la grandissima maggioranza cristiane. Nientedimeno che 150 – 170 km di gallerie distribuite su piú livelli, fino a 4 o 5 in alcuni casi. Il periodo di utilizzo fu dal II al V secolo.
Quelle di certa o probabile attribuzione alla comunità cristiana rappresentano circa il 90% del totale e sono poste sotto la custodia e l’autorità della Pontificia Commissione di Archeologia Sacra, in ottemperanza a quanto stabilito nel 1929 dai Patti Lateranensi tra lo Stato Italiano e la Santa Sede. Solo poche sono aperte al pubblico. Si svilupparono lungo le principali vie consolari, fuori le mura, secondo le consuetudini e le leggi che imponevano, per motivi igienici, di seppellire all’esterno delle aree abitate.
È importante tenere presente che le catacombe non presentano uniformità né nelle dimensioni né nella morfologia, poiché queste caratteristiche sono soprattutto condizionate dalle diverse fasi del loro sviluppo: le piú antiche hanno ben poco in comune con le ampie catacombe che, tra il IV e il V secolo, divennero i cimiteri ufficiali della Chiesa di Roma.
Le cinque più importanti aperte al pubblico sono quelle di Priscilla, di San Callisto, di San Sebastiano, di Domitilla e di Sant’Agnese. Molto interessanti sono anche quelle dei Santi Marcellino e Pietro, aperte i fine settimana o su prenotazione. Un buon numero sono visitabili su richiesta per motivi di studio, molte altre, invece, sono inaccessibili.
Qui di seguito daremo alcuni cenni sulle sei citate, con il link al sito ufficiale di ciascuna di esse per maggiori approfondimenti.
Le catacombe di Priscilla, sulla via Salaria, sono il piú antico dei cimiteri cristiani di Roma. Devono il nome a una ricca romana che offrí terreni alla comunità cristiana. Sono famose perché albergano, fra altre importanti pitture, la piú antica immagine della Vergina Maria un affesco della prima metà del III secolo che raffigura la Vergine con il bambino, con vicino un profeta (Balaam o forse Isaia) che indica una stella. Tre ipogei anteriori alla liberalizzazione del culto formano il nucleo primitivo di questo cimitero, fra i quali la Cappella Greca (con diversi ornamenti e varie scene bibliche) e il Criptoportico. Quest’ultimo è costituito da una serie di pilastri che sorreggono delle volte a crociera che appartennero ad una villa del I o II secolo. Molto interessante è anche il ‘cubiculo della Velatio’ con diverse scene bibliche. Nel corso del IV secolo la catacomba assume grandi dimensioni e diviene uno dei più importanti cimiteri della comunità cristiana.
– Pane e pesce eucaristico. Cripta di Lucina, III secolo – Catacombe di San Callisto
Si trovano sulla Vía Appia Antica e sono tra le piú grandi e le piú importanti di Roma, con circa 20 km di gallerie su diversi livelli. In esse trovarono sepoltura decine di martiri e sedici pontefici. Prendono nome dal diacono Callisto che, all’inizio del III secolo, fu preposto da Papa Zefirino all’amministrazione del cimitero e così le Catacombe di San Callisto divennero il cimitero ufficiale della Chiesa di Roma. La Cripta dei Papi è il luogo più sacro ed importante di queste catacombe e la cripta di Santa Cecilia, patrona della musica, forse il piú emotivo, con la famosa statua1, di Stefano Maderno del 1599, della giovane romana martirizzata.
– Statua di San Sebastiano, 1671 – Giuseppe Giorgetti – Basilica si San Sebastiano fuori le mura
Questo luogo, che era un avvallamento per estrarre pozzolana, ha dato origine al nome di ‘catacombe’2, che prima si chiamavano cimiteri. Inoltre, queste catacombe sono legate alla memoria dei santi Pietro e Paolo3, ricordati soprattutto dai circa seicento graffiti, risalenti alla seconda metà del III secolo, con invocazioni ai due apostoli e con ripetute memorie di refrigeria svolti in loro onore. Il nome viene dalla basilica, eretta sul cimitero, e ricorda il martirio di San Sebastiano. Il sepolcro del santo venne posizionato al centro di una grande cripta e diventò presto oggetto di venerazione. Le sue spoglie, dopo vari spostamenti, sono in una cappella della basilica, sotto l’altare a lui intitolato, dove possiamo anche ammirare la statua del suo corpo giacente realizzata nel 1671 da Giuseppe Giorgetti, uno dei migliori alunni di Bernini.
– Amore e Psyche. Ipogeo dei Flavi, III secolo, catacombe di Santa Domitilla
Si trovano nei pressi della via Ardeatina e prendono il nome da Flavia Domitilla, nipote dell’imperatore Domiziano, fine I secolo d.C., che cedette il terreno. È la più vasta di Roma insieme a quella di San Callisto. Nella sua fase iniziale accolse non solo sepolture cristiane, come lo dimostrano alcuni ipogei pagani, come l’ipogeo dei Flavi con il cubicolo di Amore e Psyche, del III secolo, con dipinti relativi a questo mito. I martiri associati a questa catacomba sono i soldati Nereo e Achilleo, ricordati nella basilica omonima4 e le cui reliquie si trovano nell’altare maggiore. Nella basilica, che forma un unico complesso con le catacombe, possiamo ammirare magnifici affreschi e mosaici.
– La magnifica chiesa paleocristiana di Sant’Agnese fuori le mura. Nel catino absidale il mosaico ricorda la martire e l’affresco al di sopra dell’arco una scena del suo martirio
Le catacombe di Sant’Agnese (nelle quali fu sepolta la martire omonima), risalgono agli inizi del III secolo. Si trovano sulla via Nomentana, zona che già dai secoli primo e secondo era ricca di sepolture. Inseme alla basilica del VII secolo semi-ipogea intitolata alla martire, al mausoleo di Santa Costanza (figlia di Costantino il grande), e i resti di una grande basilica cruciforme di epoca costantiniana (secolo IV) costituiscono un eccezionale complesso archeologico-artistico, chiamato Sant’Agnese fuori le Mura. Le reliquie della giovanissima martire si trovano in una cripta in corrispondenza con l’altare maggiore della basilica, nel cui catino absidale possiamo ammirare un magnifico mosaico dedicato alla martire. Queste catacombe sono piú raccolte, ma molto suggestive, e inoltre poco turistiche.
– Daniele nella fossa dei leoni – III-IV sec. – Catacombe dei Santi Marcellino e Pietro
Le Catacombe dei Santi Marcellino e Pietro sulla Casilina, note anche come Catacombe di Sant’Elena o Catacombe di San Tiburzio, si svilupparono tra il II e il III secolo d.C. L’ingresso si trova presso la chiesa dei Santi Marcellino e Pietro ad Duas Lauros che, insieme al mausoleo di Sant’Elena5, ad una basilica imperiale oggi sepolta, e ai resti di un antico sepolcreto appartenuto agli Equites Singulares (la guardia del corpo personale dell’imperatore), formavano un complesso chiamato “Ad duas lauros” (“ai due allori”), forse a causa della presenza di due alberi di alloro nei pressi del sito. Oggi questo complesso monumentale, di straordinario valore, è composto dalle catacombe, dal mausoleo di San’Elena e dalla chiesa. I Ss. Marcellino e Pietro, l’uno presbitero e l’altro esorcista, furono martirizzati all’epoca delle persecuzioni di Diocleziano e poi sepolti in queste catacombe presso il martire Tiburzio, figlio di Cromazio prefetto di Roma. I corpi dei due santi rimasero nella cripta sotterranea fino all’anno 826, quando furono rimossi e trasportati in Germania, dove ancora si venerano.
Catacombe ebraiche e ipogei semipagani
– Lapide sepolcrale – Catacombe di Vigna Randanini
Le catacombe ebraiche a Roma rappresentano una testimonianza straordinaria della comunità ebraica nella città eterna. Rispetto ad altre catacombe della città queste sono state scoperte relativamente di recente. Questi cimiteri hanno in generale la stessa forma di quelli cristiani. Si distinguono tuttavia per i simboli giudaici tracciati sulle lastre tombali (candelabro a sette braccia, corno dell’unzione, ecc.). Inoltre nella maggioranza dei casi i loculi, ossia le tombe, sono disposti in modo perpendicolare alla galleria. Le iscrizioni sono in greco e in latino; rarissime quelle in ebraico. Il periodo di utilizzo fu fra il II ed il IV secolo.
Fra queste, forse la piú importante è quella di Vigna Randanini6, nella zona dell’Appia Antica, scoperte verso la fine del XIX secolo. Sempre nella stessa zona, ci sono quelle di Vigna Cimarra. Altre catacombe si trovano nella zona della Via Casilina, nella Vigna Apolloni, e altre ancora sono quelle di Monteverde, vastissime, e poi quelle di villa Torlonia, in Via Nomentana, le ultime ad essere state scoperte (1919).
Vi sono anche importanti ed interessanti ipogei, generalmente privati, perché furono di proprietà di una o piú famiglie, con pitture che in alcuni casi sono ispirate all’ecletticismo delle varie sette gnostiche, alcune di queste molto potenti nella Roma del III secolo. Fra questi citiamo l’ipogeo degli Aureli, in Viale Manzoni. Poi quello di piú recente scoperta (1956) l’Ipogeo di via Dino Compagni, conosciuto anche come ‘Catacombe di Via Latina’, un complesso funerario sotterraneo di età tardo-antica, con decorazioni miste cristiane e pagane, con piú di 100 affreschi, chiamato anche la Sistina del sottosulo romano. Per ultimo, citeremo l’Ipogeo di Via Livenza, con interessantissimi affreschi con simbologie che rivelano sincretismo tra elementi cristiani e pagani.
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1.- Si tratta di una copia. L’originale è nella basilica omonima a Trastevere così come le spoglie della martire, inizialmente sepolta nelle catacombe.
2.- La teoría piú accettata è che il termine derivi dal greco ‘katà’, sotto, presso, e ‘kymbe’ avvallamento, cavità, quindi ‘presso l’avvallamento’.
3.- I corpi di San Pietro e San Paolo furono trasferiti dalle loro rispettive sepolture e nascosti temporaneamente in questo cimitero nel 258 sotto la persecuzione di Valeriano. Per ulteriori approfondimenti invito alla lettura dei segunti articoli: Le reliquie di San Pietro e Le reliquie di San Paolo
4.- Questa chiesa, intitolata ai martiri Nereo e Achilleo è anche detta ’in fasciola’, ossia, ‘benda’ in latino. Ricorda quando San Pietro scappò dal carcere Mamertino per uscire dalla città. La grossa catena che gli era stata messa intorno alla caviglia aveva lasciato una ferita sulla quale aveva posto una benda. Quando arrivò nei pressi della zona che ora occuapano le Terme di Caracalla, che allora ancora non esistevano, la benda si sciolse e cadde. Sarebbe stata raccolta da una matrona romana che l’avrebbe conservata a casa sua. Questa casa cominciò subito a chiamarsi Titulus fasciole e, nel IV secolo, sullo quello stesso luogo venne costruita l’attuale chiesa intitolata ai martiri Nereo e Achilleo, detta appunto ‘in fasciola’, dove è ancora conservata questa reliquia.
Il culto di Carlo Magno a Girona. Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui
– Clave de bóveda de la catedral de Girona con la efigie d Carlomagno
En el siglo XIV, en el norte y centro de Europa, núcleo de los territorios del Sacro Imperio Romano Germánico, comenzó a cristalizarse una especie de culto a Carlomagno, oficializado a partir de 1330, cuando se definieron las prácticas litúrgicas necesarias para la celebración de dicho culto. Este hecho no pasó desapercibido para el obispo de Girona (Cataluña, España), Arnau de Montrodon (1333-1348), quien también tuvo la oportunidad de realizar varios viajes por Europa, incluso antes de ser nombrado obispo, cuando era un simple canónigo de la catedral. Pero para llevar este culto a Girona era necesario encontrar un vínculo entre Carlomagno y la ciudad. Así, en el año 1345, se elaboró el documento Officium infesto Sancti Carli Magni imperatoris et confessionis, basado en material extraído de leyendas locales que hablaban del papel del emperador en la construcción de varios templos en la provincia y de la ocurrencia de eventos extraordinarios cuando el emperador entró en la ciudad tras haber expulsado a los musulmanes. Este documento era indispensable, para nuestro obispo, para llevar a cabo su propósito.
– Catedral de Girona
Y así, el 29 de enero de 1345 instituyó una fiesta en honor a San Carlomagno, con celebración litúrgica, lectura de un sermón y solemne procesión. Se introdujo así un culto, basado en el hecho —claramente una leyenda— de que el emperador había fundado la catedral de la ciudad tras haber expulsado a los sarracenos en el siglo VIII, además de haber sido un paladín y defensor de la ortodoxia cristiana. Carlomagno fue canonizado por el antipapa Pascual III en 11651, aunque esta canonización nunca fue reconocida por la Iglesia oficial. El obispo Arnau, además, estableció un vínculo entre el culto y la veneración del emperador con las reliquias de la Pasión presentes en la catedral: una Espina de la Corona y un fragmento de la Vera Cruz. La fiesta en su honor, que se celebraba cada 29 de enero, fue oficialmente suprimida en 1483 por decreto papal. Pero en la catedral, de una manera u otra, se continuó celebrando la memoria del emperador mediante la lectura del sermón en recuerdo de sus gestas. Cuando incluso este acto fue prohibido (en 1884), en 1916 se le hizo representar en una de las nuevas vidrieras junto a otros santos.
A comienzos del siglo VIII, la península ibérica fue invadida por los musulmanes y los principales lugares de culto fueron transformados en mezquitas. En ese mismo siglo, los francos comenzaron la conquista de los territorios situados en la franja inmediatamente al sur de los Pirineos, incorporándolos al reino franco. Girona, en particular, fue conquistada por los francos en el año 785. Pero si, según la leyenda, fue el propio Carlomagno quien conquistó estos territorios arrebatándolos a los sarracenos, en realidad él nunca participó personalmente en esa conquista, ni mucho menos puso un pie en esa ciudad.
Sin embargo, Girona es una ciudad que durante siglos ha estado vinculada al emperador desde que se instituyó la fiesta anual en su honor, como se mencionó anteriormente. Y los testimonios que hablan del paso y breve estancia del emperador en esta ciudad siguen muy vivos en la memoria colectiva y presentes en varias obras de arte dentro de la catedral.
– Torre de Carlomagno. Catedral de Girona
El templo primitivo, que los musulmanes transformaron en mezquita, fue nuevamente destinado al culto cristiano. La catedral, iniciada en el siglo XI en estilo románico, es actualmente el resultado de diversas intervenciones, por lo que en ella se encuentran presentes varios estilos arquitectónicos. El campanario románico del siglo XI es también conocido como la Torre de Carlomagno. Cuenta la leyenda que, en un frío día de invierno, el emperador decidió subir a la torre para contemplar el paisaje nevado. Pero al asomarse, Joyeuse (la Joyosa), su famosa espada, cayó desde la torre y se clavó en la tierra en el centro del claustro. La espada no pudo ser recuperada porque empezó a hundirse hacia el centro de la tierra… y aún sigue descendiendo, y cuando llegue al otro lado del globo, ¡la tierra se dividirá en dos provocando el fin del mundo!
– Silla de Carlomagno. Catedral de Girona
Otro vestigio importantísimo que pretende demostrar el paso de Carlomagno por la ciudad es la famosa “Silla de Carlomagno”. Es lo suficientemente ancha como para que puedan sentarse dos personas. Según la leyenda, era la silla o trono utilizado por el emperador en la catedral y posee poderes especiales. Si se sienta una pareja, ésta se casará en el plazo de un año. En cambio, si se sienta una sola persona, nunca se casará. Por ello, en esta silla se hacía sentar a los seminaristas antes de su ordenación, garantizando así que mantendrían el celibato. En realidad, se trata de una cátedra episcopal del siglo XI. Está situada detrás del altar mayor de la catedral, en un lugar elevado al que se accede subiendo por una de las dos rampas de escaleras que se encuentran a ambos lados del altar. Es de mármol y está decorada con varios bajorrelieves de motivos vegetales y con cuatro medallones que simbolizan a los cuatro evangelistas. En los laterales están esculpidos unos arcos sostenidos por columnas, y en la parte trasera del respaldo se puede ver un obispo y dos acólitos, añadidos posteriormente.
A Carlomagno también lo encontramos representado en una clave de bóveda de la catedral: un personaje barbudo, coronado y rodeado de flores de lis, símbolo de la monarquía francesa.
– Estatua de Carlomagno, obra de Jaume Cascalls, s. XIV. Museo-tesoro de la catedral de Girona
En el museo-tesoro de la catedral, el emperador está representado en una estatua de alabastro policromado, realizada por Jaume Cascalls en el siglo XIV y encargada por el obispo Arnau de Montrodon. La figura pisa animales grotescos que simbolizan el mal. Esta escultura, hasta finales del siglo XIX, se encontraba en una de las capillas del templo, la capilla de los Cuatro Santos Mártires, en un altar dedicado a San Carolus Magnus, donde permaneció hasta 1884 (fecha también de la suspensión de la lectura del sermón), cuando fue retirada por orden episcopal y trasladada al museo. Le falta la mano derecha, que probablemente sostenía una miniatura de la catedral.
La capilla de los Cuatro Santos Mártires fue construida con los propios fondos del obispo Arnau de Montrodon. Los cuatro santos mártires, patronos de la ciudad, fueron martirizados durante las persecuciones de Diocleciano y, según la tradición, sus reliquias fueron llevadas por Carlomagno desde la iglesia de Santa María hasta la catedral. Sin embargo, la capilla que hoy les está dedicada fue construida por iniciativa del obispo Arnau y financiada por él mismo. Este la dedicó a San Carlomagno, consagrándole un altar y una estatua. Así logró hacer que el culto a los patronos de la ciudad conviviera con el del emperador. También el relicario donde se conservan las reliquias de estos mártires es de la misma época. En esta capilla se encuentra también el sepulcro del obispo y de su sobrino Bertran, quien también fue obispo.
-Teca que contiene las reliquias de los Cuatro Mártires de Girona. Capilla de los Santos Cuatro Mártires. Catedral de Girona
¿Pero por qué tanto interés por parte de este obispo en instaurar y promover este culto? Porque era la plataforma ideal para construir un programa de exaltación ideológica y simbólica de esta sede episcopal. Una especie de herramienta propagandística para consolidar su prestigio frente a otros centros religiosos. Especialmente frente al intento de la vecina Ampurias de erigirse en sede episcopal, lo que habría supuesto una disminución del prestigio y poder de la sede de Girona. Esto fue algo que nuestro obispo logró evitar, precisamente porque supo demostrar un vínculo especial con una figura que en ese tiempo no solo había sido canonizada, sino que además había demostrado ser un protector especial de la ciudad, liberándola del yugo musulmán y fundando su catedral, además de haber traído a la ciudad importantísimas reliquias cristológicas. Y cuanto más importante es la sede, tanto más grande e importante es la imagen proyectada de quien la impulsó. También la capilla de los Cuatro Mártires fue construida para mayor gloria suya.
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1.- El antipapa Pascual III fue obligado por Federico Barbarroja, pero esta canonización nunca fue ratificada por la Iglesia Oficial. Lee también el artículo: Carlomagno: ¿un santo?
– Jules Eugene Lenepveu – I martiri nelle catacombe 1855 – Museo del Louvre
Inizialmente le catacombe furono utilizzate come cimiteri. Poi, a partire dalla liberalizzazione del culto, dopo l’Editto di Costantino dell’anno 313, e soprattutto a partire dalla metà del V secolo, diventarono fondamentalmente luoghi di culto e santuari dove pregare sulle tombe dei martiri.
Ma da dove viene la parola martire? Viene dal latino martyr-y̆ris e a sua volta dal greco μάρτυς-υρος, che significa “testimone”, colui che aveva reso testimonianza della vita e resurrezione di Cristo fino al sacrificio della vita.
Il culto dei martiri nell’epoca paleocristiana rappresentò un elemento centrale nello sviluppo della spiritualità, della liturgia e dell’identità collettiva delle prime comunità cristiane, specialmente durante e dopo le persecuzioni dell’Impero romano.
– Banchetto liturgico fra cristiani. III secolo – Catacombe di San Callisto, Roma
A partire dal XVII secolo, quando furono riscoperti questi cimiteri sotterranei, l’archeologia cristiana, da Antonio Bosio in poi, non solo ricostruì la loro storia ma anche il loro significato, la simobología, l’iconografia, le tecniche costruttive, arrivando così a distinguere i vari tipi di tombe, la loro cronologia, gli spazi destinati alle differenti attività, etc. Ma una cosa era importantissima: era essenziale distinguere le tombe dei martiri, perché furono quelle che diedero un senso alle continuità delle catacombe, facendole diventare una sorta di santuario che attraeva migliaia di pellegrini.
Come riconoscere una sepoltura di un martire? Evidentemente era necessario qualche segno speciale, quando non era presente il titolo solenne di ‘Martyr’. Simboli come una palma, che contraddistingue un martire nell’iconografia cristiana, o la presenza di ampolle nel sepolcro1, non sempre sono segni inequivoci di trovarsi in presenza della tomba di un martire. All’epoca la palma poteva essere usata anche nei culti pagani o per i cristiani essere un segno della vittoria sul mondo delle passioni, e le ampolle con il sangue venivano piuttosto conservate in un luogo sicuro e considerate reliquie da venerare. Le ampolline trovate e ritenute per secoli erroneamente il sangue de martiri erano, generalmente, unguentari e balsamari che servivano per profumare e decorare la tomba. Quanto al monogramma di Cristo, ☧, questo simbolo è stato raramente usato prima di Costantino, diventando comune dopo l’Editto di Milano del 313.
– Gesù Cristo affiancato da San PIetro e San Paolo. In basso, alcuni martiri, fra cui Marcellino e Pietro, che affiancano l’agnello, simbolo del sacrificio. IV secolo – Catacombe dei Santi Marcellino e Pietro, Roma
Indizi molto più sicuri sono invece la loro disposizione all’interno delle catacombe, fatta ad hoc per facilitare il culto. Oltre alla presenza di resti, sono le tracce di oratori, di basiliche, di lucernari, o di scale di accesso in vicinaza delle cripte, cha favorivano l’accesso ai pellegrini a ai devoti. Quindi i numerosissimi graffiti lasciati da questi, con informazioni preziose o le pitture che decorano gli arcosoli e le cappelle. Quelle delle sepolture normali sono generalmente anteriori al V secolo, mentre quelle delle sepolture dei martiri continuarono ad essere decorate anche dopo. Un ulteriore aiuto a rintracciare queste tombe lo forniscono antichi documenti, come martirologi o gli itinerari dei pellegrini compilati nel VII secolo.
– Cripta dei papi – Catacombe di San Callisto, Roma
Una volta che la Chiesa divenne proprietaraia delle catacombe, Papa Damaso (fine IV secolo) fece fare un’accurata ricerca e identificazione di queste tombe che poi furono restaurate, abbellite e adornate con inscrizioni recanti splendidi panegirici. Si arricchirono di sculture, mausolei e preziosi affreschi. Le pitture, i mosaici, i rilievi dei sarcofagi, le arti minori rievocano sempre storie bibliche, altre presentano i volti dei primi santi e martiri. Si costruirono nuove scale per facilitare l’ingresso di un sempre maggiore afflusso di visitatori. A volte vennero anche erette delle vere e proprie basiliche sotterranee, sconvolgendo interi settori delle catacombe. Nel III secolo molti papi vennero sepolti nelle catacombe di San Callisto. La fama delle tombe dei papi2 e dei martiri si era estesa a tal punto (specie nell’Europa settentrionale) che le catacombe divennero meta di veri e propri pellegrinaggi di massa.
– Catacombe di San Gennaro, Napoli – Livello inferiore
Inoltre, i cristiani facevano il possibile per collocare le tombe dei loro morti il più vicino possibile a quelle dei martiri. Ma questi luoghi privilegiati erano molto difficili da ottenersi, così spesso si scavarono piccole cappelle vicino o dietro queste tombe. E così poco a poco si crearono reti densissime, spesso con più piani di gallerie sovrapposte, che accerchiavano le tombe dei martiri.
Una volta liberalizzato il culto si poterono stabilire più liberamente cimiteri a cielo aperto. Nonostante ciò si continuarono a scavare gallerie sotterranee fino al principio del secolo V, per rispondere alla volontà dei sempre più numerosi credenti, compresi quelli della classe dirigente, di essere sepolti vicino ai martiri, soprattutto quelli piú famosi. Questo segnò una svolta importante nello sviluppo delle catacombe, perché fu quando vennero realizzate le sepolture più ricche e piú spettacolari. Si tratta in particolare dei cubicula, riccamente adornati.
– Cripta di Veneranda. Veneranda è accompagnata dalla martire Petronilla. Catacombe di Santa Domitilla, Roma, IV secolo
Fra i martiri più famosi ricorderemo Santa Cecilia, di nobile famiglia romana martirizzata nel III secolo e patrona della musica.3 Fu sepolta nelle catacombe di San Callisto di Roma, dove fu venerata per almeno cinque secoli nella cripta che reca il suo nome. Nell’821 i suoi resti furono traslati alla basilica a lei dedicata in Trastevere, nella quale, davanti all’altare maggiore, possiamo ammirare una splendida scultura di Stefano Maderno, del 1599, una copia della quale è anche nelle catacombe di San Callisto, nella cripta dedicata alla santa.
– Santa Cecilia dopo il suo martirio. Dopo il fallito tentativo di ucciderla per asfissia, la martire è stata decapitata, come risulta dal segno sulla nuca. Stefano Maderno. 1599. Basicila di Santa Cecilia, Roma
– Basilica di Santa Cecilia, Roma. Statua di Santa Cecilia visibile davanti all’altare maggiore
A partire dal VII secolo cominciarono le traslazioni dei corpi dei martiri dalle catacombe, che generalmente si trovavano fuori le mura di Roma, a Chiese o cripte entro le mura. Queste traslazioni divennero sempre più frequenti nell’VIII e IX secolo, fino ad arrivare a una traslazione ‘di massa’: 2.300 corpi, ordinata dal papa Pasquale I, nell’827, per evitare la possibile profanazione di queste tombe da parte dei barbari che minacciavano di assaltare Roma, come già fece Astolfo, re dei Longobardi, con Pavia. Possiamo dire che da questo momento in poi le catacombe non furono piú luoghi di culto e poco a poco furono abbandonate.
Nonostante ciò, il culto dei martiri nell’epoca paleocristiana fu fondamentale per la formazione della teologia cristiana, delle pratiche liturgiche e dell’identità comunitaria, lasciando un’impronta duratura nella storia della Chiesa.
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1.- Il sangue dei martiri veniva raccolto dopo la loro morte
2.- Nelle catacombe di San Callisto (Roma) furono sepolti ben sedici papi, nel III secolo e tutti nel chiamato Criptoportico di San Callisto, noto anche come Cripta dei Papi, situato nella cosiddetta regione dei papi e di Santa Cecilia.
3.- Cecilia fu condannata a morire asfissiata nel bagno di casa sua dovendo respirare i vapori e le emanazioni dello stesso ad alta temperatura. Però il tentativo fallisce e Cecilia rimane illesa. Quindi il prefetto decide di farla decapitare. Diventò la santa protettrice della musica per un errore di traduzione, o di trascrizione, di un brano contenuto negli Atti di Santa Cecilia: ‘Venit dies in quo thalamus collacatus est, et, canentibus [cantantibus] organis, illa [Cecilia virgo] in corde suo soli Domino decantabat [dicens]: Fiat Domine cor meum et corpus meus inmaculatum ut non confundar’. La traduzione sarebbe: ‘Venne il giorno in cui si celebrò il matrimonio e, mentre suonavano gli strumenti musicali, lei (la vergine Cecilia) nel suo cuore cantava al suo unico Signore (dicendo): Signore, il mio cuore ed il mio corpo siano immacolati affinché io non sia confusa’. ‘Organis’, che significa ‘strumenti musicali’ fu tradotto come ‘organo’, quindi diventò: ‘Cecilia cantava acompagnata da un organo’. Vediamo dal secolo XV in poi varie rappresentazioni di Cecilia con un piccolo organo portatile o altri strumenti. Però le confusioni non sono finite: in un errore di trascrizione la parola ‘canentibus’ (sinonimo di cantantibus) era originariamente ‘candentibus’, ossia bollenti. Non dimentichiamo quale fu il primo tentativo di martirio inferto alla santa, quindi i ‘candentibus organis’ sono gli strumenti di tortura, i tubi bollenti: ‘Cecilia, fra gli strumenti di tortura cantava al signore…’ dovendo intendersi come ‘thalamus’ non il banchetto di nozze, ma il momento del martirio. (da N.de Matthaeis, Andar per Miracoli, Napoli 2013
San Luigi dei Francesi: altro che smembramento!! Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui
Luis IX (1214-1270) fue un rey muy religioso, probablemente el más piadoso y devoto de todos los reyes de Francia. Es conocido, entre otras cosas, por haberse llevado a casa la Corona de Espinas y otras preciadas reliquias, y por haber mandado construir un templo digno para conservarlas: la Sainte-Chapelle, una obra sublime del arte gótico1.
Pero también fue protagonista de la Séptima y la Octava Cruzada. La Séptima Cruzada fue el resultado de una promesa que hizo el rey si sanaba de una grave enfermedad que sufrió en 1244, ya que justo ese año Jerusalén volvió a caer. Partió en 1248, llegando por mar a Egipto. Sin embargo, en 1250 fue hecho prisionero por los musulmanes, quienes lo retuvieron durante un mes, y fue liberado gracias a que su esposa, la reina Margarita de Provenza, pagó un alto rescate. Tuvo que regresar a casa sin haber logrado los objetivos esperados. No satisfecho, algunos años después lo intentó de nuevo: en 1269 partió para la Octava Cruzada. Esta vez decidió cambiar de estrategia: aconsejado también por su hermano Carlos de Anjou, en ese momento rey de Nápoles y Sicilia, desembarcarían en Túnez, donde reunirían las tropas y fondos necesarios para luego dirigirse a Egipto de manera más segura. Lo que no sabían era que en Túnez había una epidemia de disentería, y el mismo rey Luis IX fue contagiado, muriendo en pocos días. Fue en Cartago, el 25 de agosto de 1270.
– San Luis en su lecho de muerte. Les Chroniques de France ou de Saint-Denis, entre 1332 y 1350. Mahiet, Maître du Missel de Cambrai – Royal 16 G VI – f. 444v. British Library
Ahora el problema era cómo repatriar el cuerpo del rey, que por tradición debía ser sepultado en la iglesia de Saint-Denis en París, lugar destinado al descanso eterno de los reyes de Francia, como también era la voluntad de su hijo y sucesor, Felipe III el Atrevido. No era un problema menor, teniendo en cuenta que el viaje era larguísimo. Carlos de Anjou, por su parte, deseaba que fuera sepultado en la catedral de Monreale, en Sicilia (además muy cerca de Túnez), y así aumentaría su prestigio, al poder presumir de tener un santo más en su reino, que además era de su misma sangre. Y sí, todos desde hacía tiempo daban por hecho que Luis IX sería santificado.
– Capilla dedicada a San Luis, erigida sobre la colina de Byrsa, Cartago, donde murió el rey. Fue demolida en 1950
Vista la diferencia de opiniones y las dificultades materiales para transportar el cuerpo tal cual, llegaron a un acuerdo de compromiso: para Francia, los huesos; para Monreale, las vísceras y la carne. En cuanto al corazón, hablaremos de él más adelante. Entonces tuvieron que recurrir al ‘Mos Teutonicus’, literalmente la “Costumbre Germánica”, que se utilizaba en Europa en la Edad Media justamente para transportar higiénicamente los cuerpos de personas de alto rango que morían lejos de su patria, mientras que los ingleses y franceses preferían la embalsamación. El proceso consistía en desmembrar el cuerpo, separar las vísceras y el corazón, y hervir los pedazos en agua y vino durante varias horas hasta que la carne se separara fácilmente de los huesos. Tanto la carne como los órganos internos podían ser enterrados de inmediato o conservados en sal, como la carne animal, si también se deseaba transportarlos2.
– Ex catedral de Cartago, Túnez, ahora centro cultural, conocida con il nombre de Acropolium
Así que los huesos de nuestro devoto rey, bien limpios y relucientes, comenzaron el viaje hacia París, escoltados por una gran comitiva real. El 14 de noviembre de 1270 desembarcaron en Trapani para continuar el largo viaje que, atravesando el estrecho de Messina, debía recorrer toda Italia y parte de Francia. El cortejo fúnebre llegó a París el 21 de mayo de 1271. Los restos de Luis IX fueron expuestos en la catedral de Notre Dame y el 23 de mayo de 1271 se celebró el funeral en Saint-Denis.
– Estatua del rey Luis IX. Museo Nacional de Cartago (Túnez)
Si ya antes de morir era ‘vox populi’ que el soberano sería canonizado, los milagros ocurridos durante el largo viaje de regreso a Francia no hicieron más que reforzar la idea generalizada de que realmente era un santo. De hecho, estos milagros comenzaron ya con la llegada de los restos a Sicilia —de los cuales la Santa Sede reconoció dos—, luego ocurrieron otros tres en el norte de Italia, y empezaron a multiplicarse en Saint-Denis. Pero a pesar de las fuertes presiones ejercidas tanto por la corona francesa como por diversas órdenes religiosas y el pueblo, la tan esperada canonización tardó 27 años, y fue anunciada solemnemente por Bonifacio VIII el 4 de agosto de 1297, y sancionada definitivamente el 25 de agosto, aniversario de su muerte. Un año después, el 25 de agosto de 1298, en Saint-Denis, en una ceremonia presidida por el rey Felipe IV (Felipe el Hermoso, hijo de Felipe III), los huesos del santo fueron depositados en un cofre relicario y colocados detrás del altar.
– Cenotafio del rey Luis IX. Museo Nacional de Cartago, Túnez
En la Edad Media, las reliquias eran consideradas grandes tesoros y muy a menudo se utilizaban como obsequios e incluso para sellar alianzas. Felipe el Hermoso envió muchas reliquias de su abuelo, grandes o pequeñas, a varias iglesias de Francia, sobre todo a la Sainte-Chapelle, donde en 1305 envió casi todo lo que quedaba de ellas, incluido el cráneo (importantísimo), a pesar de la oposición de los monjes de Saint-Denis, que no pudieron hacer nada frente a la imposición del papa, que avalaba la decisión del rey. Los monjes tuvieron que conformarse con los dientes y la mandíbula, y para dar un poco más de importancia a las reliquias que les quedaban, mandaron construir un hermoso relicario que fue inaugurado solemnemente en 1307. Con el paso de los años, muchas partes de los huesos fueron donadas en pequeños fragmentos, también por reyes posteriores, a diversos monarcas europeos —como por ejemplo a Carlos IV (gran coleccionista de reliquias3)— o a monasterios de diferentes congregaciones religiosas. Así continuó hasta la Revolución Francesa, y las pocas reliquias que quedaban fueron dispersadas o destruidas. Solo se salvaron las que se conservaban en Saint-Denis y, naturalmente, las de Monreale.
– Altar dedicado a Luis IX, donde fueron depositadas las vísceras del rey. Catedral de Monreale, transepto izquierdo
En cuanto al corazón, hubo quienes sostenían que había sido llevado a París junto con los huesos y luego a Notre Dame junto con el cráneo; otros, en cambio, creían que había permanecido en la catedral de Monreale junto con las vísceras, en el altar dedicado al santo, situado en el transepto izquierdo. Luego, en 1803, se encontró en la Sainte-Chapelle una caja de plomo que contenía otra caja, en forma de corazón, con un corazón humano envuelto en una tela de lino, que fue atribuido inmediatamente al santo. Sin embargo, el hallazgo no fue hecho público. Se mandó hacer otra caja de estaño y el corazón fue devuelto al lugar donde se había encontrado, ya que la situación política aún no era “favorable”. Algunas décadas después, en 1843, durante unos trabajos, la caja fue hallada de nuevo. Esta vez se realizaron investigaciones minuciosas, pero se demostró que el corazón encontrado no podía atribuirse al rey.
– Relicario que contenía las vísceras del rey Luis IX. Tesoro de la catedral de San Vicente de Paúl y Santa Oliva, Túnez. el relicario, alto 2,20 m., es de bronce dorado. Los dos ángeles sostienen una miniatura de la Sainte Chapelle, que custodiaba las reliquias del rey.
Las vísceras (y por tanto también el corazón), como se mencionó antes, fueron llevadas a Monreale por Carlos de Anjou y permanecieron allí hasta 1860, cuando Garibaldi y sus Mil desembarcaron en Sicilia y expulsaron al último rey Borbón, Francisco II de las Dos Sicilias. Este se llevó consigo las preciosas vísceras durante su exilio por Europa: Roma, Múnich, Bélgica, Francia, Austria… Murió en el Tirol austriaco en 1894. Sin embargo, dejó las reliquias al cardenal Lavigerie, fundador de los Padres Blancos, con el deseo de que fueran llevadas a su catedral de Cartago, de modo que regresaran al lugar desde donde el rey partió hacia su última morada. Las vísceras del rey, a las que el cardenal añadió una pequeña parte del cráneo, fueron colocadas en un magnífico relicario realizado por un orfebre de Lyon y llevadas de nuevo a Túnez por el mismo Lavigerie.
– Relicario que contiene las vísceras y un fragmento del craneo del rey Luia IX. Catedral de Versailles
Esta catedral, dedicada a San Luis y construida entre 1884 y 1890, desde 1964 ya no está destinada al culto y actualmente se utiliza como sala para conciertos y otras actividades culturales; también es conocida con el nombre de Acropolium. No lejos de la catedral ya existía una capilla dedicada al rey santo, construida en 1845 en la colina de Byrsa, en el lugar donde murió. La capilla fue edificada con el propósito de celebrar la memoria del rey cada 25 de agosto, fecha de su muerte, y también como lugar de oración para los marineros franceses. La capilla fue definitivamente cerrada en 1943 y demolida en 1950. Pero el recuerdo de este rey está siempre muy presente en Túnez. De hecho, en el jardín del Museo Nacional de Cartago, que se encuentra junto a la catedral, en el lugar que anteriormente ocupaba el seminario de los Padres Blancos, se puede ver el cenotafio de San Luis y también una estatua dedicada a él.
– Catedral de Monreale. Altar de plata de Luigi Valadier (1771). San Luis IX es el primero de la izquierda, seguido por San Castrense, San Pablo, San Pedro, San Benito de Nursia y Santa Rosalía.
En 1964, las reliquias del rey fueron llevadas a la iglesia de Santa Juana de Arco de Túnez, donde permanecieron hasta 1985, año en el que el arzobispo de la ciudad las donó al obispo de Saint-Denis, quien las depositó en el oratorio episcopal. En 1999, las reliquias realizaron otro viaje: fueron llevadas a Saint Louis, Misuri, para ser expuestas a la veneración de los fieles estadounidenses. En 2011 fueron trasladadas a la catedral de Saint Louis de Versalles, parroquia originaria del rey, donde se encuentran actualmente.
El valioso relicario, que quedó vacío en Túnez desde 1996, está expuesto en el tesoro de la catedral de San Vicente de Paúl y Santa Oliva, la actual catedral católica de Túnez.
En la catedral de Monreale, el recuerdo del rey santo está siempre presente, no solo con el ya mencionado altar del transepto izquierdo a él dedicado y con una de las estatuas del altar mayor que representa a este rey, sino también porque cada 25 de agosto se celebran actos en sufragio de San Luis IX, Rey de Francia, en conmemoración de su muerte.
4. Según el sitio oficial de la Catedral de Monreale, las reliquias del rey (las vísceras y el corazón) se encontrarían en una caja-relicario dentro del altar de la capilla que le está dedicada.
Para saber más:
– J. Le Goff, “Nous irons à Jérusalem!” Saint Louis sur son lit de mort à Tunis, 1270 , en : P. Gueniffey, Les derniers jours des rois, Perrin, Paris 2014
– V. Lucherini, Smembrare il corpo del re e moltiplicare le reliquie del santo: il caso di Luigi IX di Francia, en: CONVIVIUM. – ISSN 2336-3452. – I:1(2014), pp. 88-101.