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Sulle orme degli apostoli: le reliquie di San Paolo. Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui

Nació hacia el 5-10 d.C. en Tarso, ciudad importante y cosmopolita de Cilicia, en el sur de la actual Turquía, y se llamaba Saulo. Era judío, pero también ciudadano romano, con el nombre de Caius Julius Paulus, estado que tuvo desde su nacimiento porque era un privilegio del que gozaban algunos habitantes de Tarso.

Su familia se muda a Jerusalén cuando Pablo era pequeño y en esta ciudad es educado en la tradición hebraica y en un ambiente fariseo. Fue discípulo del eminente Gamaliel y hablaba perfectamente tanto el griego como el arameo. Más tarde, en los Hechos de los Apóstoles se le describe como un empedernido persecutor de los cristianos.

Por ese motivo se convirtió en un hombre de confianza del Sanedrín y fue enviado a Damasco para apresar a los seguidores de Cristo. De hecho, en esta ciudad se había creado una discreta comunidad cristiana. Fue en esta vía hacia Damasco en la que se produjo su conversión. Era el año 36, aproximadamente.

Los viajes de San Pablo

Su apostolado empezó, como para todos los demás apóstoles, por los hebreos, pero después su atención se dirigió a los ‘gentiles’. Empieza a predicar en Arabia. Después de dos años vuelve a Jerusalén donde conoce a Pedro y Bernabé. Con este último va predicar a Antioquía. Y, alrededor del año 48, Pablo comienza sus famosos viajes. Antes de llegar a Roma, hizo tres: Chipre y Asia Menor (primer viaje), Asia Menor, Grecia y Macedonia (segundo viaje), Éfeso, Macedonia, Corinto y Asia Menor (tercer viaje), fundando numerosas comunidades cristianas. En el primer viaje fue acompañado por Bernabé e inicialmente por el primo de éste, Marcos, que más adelante encontraremos en Roma con Pedro. En el segundo viajó con Sila. Sucesivamente conoce a Timoteo, que se convertirá en su discípulo más fiel. Más tarde, al grupo se unirá Lucas, el autor de los Hechos de los Apóstoles y del evangelio homónimo.

En el año 58 vuelve a Jerusalén donde los judíos quieren lincharle. Había una fuerte oposición hacia su persona por la admisión incondicional de paganos al cristianismo. Por lo tanto fue arrestado por el tribuno romano para salvarle del linchamiento. Pablo hace valer su condición de ciudadano romano que le evita ser fustigado, y fue enviado a Cesarea, ante el procurador Antonio Felice quien lo retiene en el castrum en libertad vigilada (custodia militaris) durante dos años sin tomar ninguna decisión. Su sucesor, Porcio Festo, quiere procesarlo en Jerusalén pero Pablo apela de nuevo a su ciudadanía romana en virtud de la cual podría pedir ser juzgado por el emperador. Después de un largo y peligroso viaje, en el 61 Pablo llegó a Roma.

Los Hechos de los Apóstoles nos dicen que en Roma Pablo pudo alquilar un alojamiento, aunque estaba en libertad vigilada. Un centurión lo vigilaba día y noche y lo mantenía atado con una cadena siempre que quisiera salir. Tenía la mano izquierda encadenada a la mano derecha del militar. Pero esto no impidió a Pablo predicar y recibir a cuantas personas buscaran su presencia.

Durante este período Pablo escribió sus famosas cartas a los Efesios, a los Colosenses y a Filemón. Fue procesado por el prefecto Afranio Burro, pero casi al límite del tiempo que marcaba la ley romana para este procedimiento (dieciocho meses). Fue absuelto al no haberse presentado nadie que pudiera haber aportado ninguna prueba en su contra o bien lo liberaron por haber sobrepasado el tiempo límite. A partir de aquí le perdemos un tanto la pista, por lo que surgen varias hipótesis: que continuara predicando en Roma como ciudadano libre (menos probable), que volviera a Asia Menor, Éfeso y Macedonia, o que hubiese viajado por Europa: España, luego Britania, donde se dice que predicó en una ciudad sobre el monte Lud (Ludgate Hill de la actual Londres, donde surge Saint Paul’s Cathedral), y también Bélgica y Suiza.

En cualquier caso hacia el año 66 volvió a Roma, donde continuaban las persecuciones neronianas contra los cristianos. Pablo fue apresado y condenado a muerte. Según la tradición San Pedro y San Pablo fueron martirizados el mismo día1, pero como ya vimos en un precedente artículo, San Pedro fue martirizado en el 64.

En el 67 Pablo fue decapitado en Aquas Salvias, un lugar fuera de la ciudad y sin presencia de público, porque era ciudadano romano. A partir de ese momento el lugar pasó a llamarse ‘Le Tre Fontane’ (Las Tres Fuentes). Este nombre deriva del hecho de que la cabeza de san Pablo, al caer a tierra rebotó tres veces, y en cada rebote surgió milagrosamente una fuente. En el siglo V se construyó la iglesia de ‘San Pablo a las Tres Fuentes’, en cuya fachada una placa de mármol reza

S. Pauli Apostoli martyrii locus ubi tres fontes mirabiliter eruperunt2.

En la misma iglesia, que forma parte del complejo abacial de las Tres Fuentes junto con las iglesias de los Santos Vicente y Anastasio y Santa María Scala Coeli, podemos ver los tres edículos construidos sobre cada una de las fuentes que brotaron milagrosamente, alineadas, pero en diferentes niveles. El flujo de agua se mantuvo ininterrumpido hasta 1950, cuando fue cerrado, tal vez a causa de la contaminación, por lo que el agua ya no se distribuye a los fieles.

Iglesia de San Pablo a las Tres Fuentes (Roma). Los tres edículos construidos sobre cada una de las tres fuentes
San Pablo a las Tres Fuentes. Edículo central

Después de su martirio, el cuerpo de San Pablo fue recogido por Santa Lucina, noble matrona romana y discípula de los dos apóstoles, quien lo enterró en un lugar de su propiedad, en la Vía Ostiense. Este lugar fue posteriormente muy visitado por los antiguos cristianos y se convirtió, en un segundo momento, en un cementerio donde fueron sepultados muchos mártires. Hay que decir que ya desde el siglo I a.C. existía esta vasta necrópolis, el ‘Sepolcreto Ostiense’, con diferentes tipologías de tumbas, pero ahora está casi completamente soterrada. En el siglo II sobre la tumba de Pablo se erigió un pequeño monumento, un trofeo, como en el caso de San Pedro. Y como también se comentó en el caso de San Pedro, sucesivamente sus restos permanecieron escondidos hasta el siglo IV en las catacumbas de San Sebastián.

Antigua basílica de San Pablo extramuros (Roma). G.B. Piranesi, 1749

Sobre la tumba de San Pablo Constantino mandó construir la primera basílica, consagrada en el 324, y el cuerpo del santo se colocó bajo el altar mayor, en una caja de cobre. El templo, inicialmente no muy grande, experimentó distintas ampliaciones bajo los emperadores Teodosio, Arcadio y Valentiniano II, convirtiéndose de esta manera en una basílica muy grande, de cinco naves. Quedó semidestruida a causa de un incendio en el año 1823 y acabó siendo reconstruida casi por completo. Para la ocasión se hicieron algunas obras en los cimientos y, cerca del altar mayor, a una profundidad de un metro y medio aproximadamente, sobre una estructura sepulcral fue hallada una lápida de mármol del siglo IV-V, de dos metros por uno, compuesta de dos partes, con grabado: PAULO APOSTOLO MAR(YRI), con tres agujeros, uno redondo y dos rectangulares, que servían para obtener reliquias de contacto, es decir para introducir tiras de tela que se ponían en contacto con el sepulcro.

Lápida de la tumba de San Pablo. Pinacoteca San Pablo extramuros (Roma)

Pero los trabajos de búsqueda de la sepultura no fueron más allá. En el año 2002 se iniciaron nuevas excavaciones bajo el altar papal. En 2006 se halló un sarcófago de mármol de 2,55 x 1,25 y 0,97 de alto, en el que se especula que se depositaron sus restos, y sobre el que fueron después construidos los sucesivos altares de la confesión. En esa ocasión también se abrió una ventana bajo el altar mayor para dejarlo a la vista.

Altar mayor y sepulcro de San Pablo. Basílica de San Pablo extramuros (Roma)
Sepulcro de San Pablo

En 2009, bimilenario del nacimiento del apóstol, el papa Benedicto XVI dio al mundo la siguiente noticia:

“Estamos reunidos ante la tumba del Apóstol, cuyo sarcófago, conservado bajo el altar papal, ha sido recientemente objeto de un atento análisis científico: en el sarcófago, que nunca ha sido abierto en muchos siglos, ha sido practicada una pequeñísima perforación para introducir una especial sonda, mediante la cual se han detectado trazas de un precioso tejido de lino colorado de púrpura, laminado con oro, y de un tejido de color azul con filamentos de lino. Se ha detectado también la presencia de granos de incienso rojo y de sustancias proteicas y calcáreas. Además, pequeñísimos fragmentos óseos, sometidos al examen del carbono 14 por parte de expertos que no conocían su procedencia, han resultado pertenecer a una persona que vivió entre los siglos I y II. Esto parece confirmar la unánime e indiscutible tradición de que se trata de los restos del apóstol Pablo”3

Cadenas de San Pablo. Basílica de San Pablo extramuros. Altar mayor

Sobre el altar mayor, en una urna de bronce y cristal podemos ver también la cadena que ataba a San Pablo al soldado romano que lo vigilaba, los primeros dos años de su estancia en Roma. La presencia de esta cadena en la basílica está documentada desde el siglo IV. Inicialmente estas anillas eran trece, pero solo quedan nueve, y tienen la forma de un ocho. En la capilla de las reliquias de la basílica hallamos también el bastón que se supone que San Pablo llevase en sus peregrinaciones. En cuanto a las otras reliquias, hemos visto que la cabeza se encuentra en San Juan de Letrán. Cuando cambiaron de relicario probablemente aprovecharon el momento para distribuir algunos restos del santo en diferentes iglesias, es decir dientes y pequeñas partes del cráneo.

Bastón de San Pablo. Capilla de las reliquias. San Pablo extramuros

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1.- En este caso la fecha de la muerte de Pablo tendría que ser anticipada al año 64, visto que la de Pedro parece históricamente demostrada.

2.- Lugar del martirio de San Pablo donde tres fuentes brotaron milagrosamente 

3.- Benedicto XVI, homilía de clausura del año paulino, 28 de junio de 2009.

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