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Le reliquie di Mártioda.   Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui

El Museo de Bellas Artes de Vitoria (España), entre mayo 2021 y junio 2022 expuso una curiosa colección de reliquias, tras un trabajo de restauración que duró unos seis años. Estas reliquias se encontraban en la iglesia de San Juan Evangelista de la localidad de Mártioda, en la provincia de Álava. Desde abril de 2023 forman parte de la colección permanente de dicho museo, y están expuestas en la capilla del Palacio Augustín Zulueta, sede del mismo.

La colección se compone de 17 cráneos y fragmentos de otros huesos, todos adornados con lujosos tejidos bordados y encajes. Se trataría nada menos que de una parte de las reliquias de los mártires de la legión Tebana y de las de algunas de las 11.000 vírgenes que formaban el séquito de Santa Úrsula. El primer martirio tuvo lugar en Suiza en el siglo III. Se trataba de una legión romana guiada por soldados cristiano-coptos procedentes de Egipto al mando de San Mauricio. Fueron enviados al Norte-Europa para someter a las poblaciones locales, y fueron martirizados porque se negaron a matar a las poblaciones convertidas al cristianismo. El segundo martirio tuvo lugar en Colonia en el siglo V, a manos de los Hunos. El cortejo de vírgenes que formaba parte del séquito de Santa Úrsula, volvía de una peregrinación a Roma, y las jóvenes prefirieron dejarse matar antes que perder la virginidad1. Mientras las reliquias de Santa Úrsula y las 11.000 vírgenes se encuentran casi totalmente en Colonia, en la Cámara Dorada (Goldene Kammer), las de los mártires de la Legión Tebana pueden encontrarse en monasterios e iglesias de toda la cristiandad. Sin embargo, a pesar de su atribución a estos mártires, también existe la posibilidad que fueran halladas en una necrópolis de la misma época, práctica ésta bastante frecuente.

La atribución a los mártires de la Legión Tebana y a las vírgenes del séquito de Santa Úrsula se debe a los diferentes papiros manuscritos que acompañan a la mayoría de las piezas. Esta colección de reliquias pertenecieron a la familia de los Hurtado de Mendoza, originaria de la homónima localidad vasca (Mendoza, Álava), y que a lo largo de los siglos ha prestado servicio a la corte de los Habsburgo, sobre todo en el campo diplomático. Antonia Hurtado de Mendoza y Salvatierra, Señora de Mártioda, vivió en Bruselas hacia la mitad del siglo XVI con su marido Juan de Necolalde, comerciante vasco e inspector de las armas de las fortalezas de Flandes. Se llevarían consigo estas reliquias a su retorno en patria2.  Hay que tener en cuenta que las reliquias en general se consideraban objetos de gran valor por lo que reyes y nobles querían poseerlas, ya que su cercanía proporcionaba, además de prestigio, protección. Otra cosa es saber cómo esta familia entró en posesión de las mismas. Podría haber sido una tentativa de ‘rescate’, para ponerlas a salvo de su probable destrucción por parte de los reformistas que cuestionaban la veneración de las mismas. De hecho hubo un gran movimiento de reliquias que viajaron desde el norte hacia el sur de Europa donde la Contrarreforma se había convertido en un baluarte de defensa de la verdadera fe, siendo el rey Felipe II de España su mayor paladín.

– Inventario de los bienes que llevó Juan de Nicolalde a su retorno en patria2

Independientemente de las reliquias en sí, lo que más llama la atención son los relicarios. De hecho, muy diferentes a los que estamos acostumbrados a ver. Hechos en Flandes, están realizados con ricos tejidos del siglo XVII, bordados con hilos de oro y plata, y diferentes entre sí. En algunos casos las calaveras llevan una suerte de mascarilla que cubre nariz y boca, o casi toda la cara, junto con una especie de aureola, ambas ricamente bordadas. En otros casos hay otros adornos añadidos alrededor del cráneo, que a veces recuerdan un portal de una iglesia o los ‘jardines cerrados’ (bestolen hofjes en holandés), un género artístico flamenco que reproduce jardines en miniatura evocando el paraíso celeste donde residen estos mártires. En otros más, los huesos están en parte forrados de tejido y luego pintados. Se trata probablemente de un caso único de tipos de ‘relicarios’ o de ‘embellecimiento’ de reliquias.

Un panel informativo explica las diferentes fases del proceso de restauración, mostrando cómo se presentaban antes del mismo. Se ha tratado de aportar la mínima intervención posible respetando la integridad histórica, física y estética. Exámenes, como la datación al radiocarbono 14, rayos X o sigilografía, demuestran que los relicarios son de los siglos XVI-XVII, siendo algunos huesos del siglo III. El estudio antropológico efectuado sobre el conjunto de los huesos revela que pertenecieron principalmente a individuos de sexo masculino entre los 21 y 55 años de edad (aunque algunos huesos son femeninos) y las características de los cráneos son compatibles con el tipo euroafricano-mediterráneo, presente tanto en las poblaciones del norte de África como en el Sur de Europa.

– La reliquia antes de su restauración

Lamentablemente, como ya hemos mencionado, de momento no solo no es posible saber cómo la familia Hurtado de Mendoza entró en posesión de las mismas, sino que tampoco de dónde provienen.

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1.- Ambos acontecimientos están tratados en sendos artículos en esta misma publicación. Para saber más sobre el martirio de la Legión Tebana aconsejo la lectura de “Relicarios fantásticos: el Jarrón de San Martín”; para la historia de Santa Úrsula y las 11.000 vírgenes: “Santa Úrsula y las 11.000 vírgenes”.

2.- Inventario de los bienes que llevó Juan de Necolalde, entre los cuales podemos leer: “Oratorio. Doce cabezas de santos, las seis de los tebeos y las otras seis de las once mil vírgenes puestos en sus nichos con vidrio por frente de cada nicho.