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Il sangue de Cristo Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui
‘…Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua’ Jn 19, 34.
Esta es la única referencia que encontramos en el evangelio sobre la sangre y agua que salieron del costado de Cristo como consecuencia de la herida provocada por la lanza de Longinos, el centurión romano. En la tradición hebrea, para los que morían de muerte violenta, la sangre debía ser guardada y sepultada junto con el cuerpo, como también cualquier otro tejido u objeto manchados de sangre. Pero se superponen las versiones (entre leyendas y apócrifos) de cómo y quién recogió esta sangre y qué sucedió después. Una tradición dice que fueron la Virgen María y San Juan quienes recogieron el precioso líquido en una ampolla y otra dice que fue José de Arimatea, el que prestó el sepulcro a Jesucristo. Y desde aquí empieza la leyenda del santo Grial. Es decir, José de Arimatea habría utilizado el cáliz de la Última Cena.
Varias son las reliquias de la sangre de Cristo, o manchadas con la sangre de Cristo, existentes en el mundo, pero aquí mencionaremos sólo las más famosas. No nos referimos a aquellos objetos supuestamente manchados por efecto de la destilación de la sangre de Cristo en diferentes lugares del mundo cristiano –con evidentes paralelismos- por efecto de un milagro acaecido varios siglos después de su muerte.
Dos ampollas con la sangre y agua del costado de Cristo deberían estar custodiadas en San Juan de Letrán de Roma, porque están citadas en la Tabula Magna Lateranensis, un mosaico con el elenco de las reliquias que se guardan en la basílica. No se hace propaganda de ellas y desconozco si están presentes en la exposición anual de las reliquias. Robert de Clari, cronista de la IV Cruzada, dice haber visto una ampolla de sangre en Constantinopla junto con otras reliquias de Cristo.
Más famosa, sin embargo, es la reliquia de la Sagrada Sangre (Heilig Bloed) de Brujas, custodiada en la capilla y basílica homónima, en la plaza Burg. La reliquia se expone todos los viernes, y del 3 al 17 de mayo todos los días. Según la tradición, la llevó de Jerusalén a Bélgica, después de la II Cruzada, Teodorico de Alsacia conde de Flandes, y llegó a Brujas en 1150. Teodorico la habría recibido como un obsequio de parte de su cuñado Balduino III en reconocimiento de los servicios prestados. Pero estudios recientes demuestran que no había rastro de esta reliquia en Brujas antes de 1250. Por lo tanto se cree que, una vez más, sea una de las tantas reliquias robadas durante el famoso saqueo de Constantinopla de 1204, al final de la IV Cruzada. En este caso habría sido el ejército del Conde de Flandes Balduino IX.
Se trata de un pequeño trozo del paño que supuestamente utilizaría José de Arimatea para lavar el cuerpo de Cristo y que quedó manchado con su sangre. Está encerrado en un vial de cristal de roca del siglo XI-XII, un antiguo recipiente para perfumes de
factura bizantina. A su vez, el vial está dentro de un reliquiario cilíndrico de vidrio cerrado en los extremos por dos embellecedores en forma de corona, con una fecha grabada: ‘MCCCLXXXVIII die III maii’, es decir 3 de mayo de 1388. Se guarda en una custodia de
plata de 1617 y todos los años, el día de la Ascensión, se saca en procesión. La procesión de la Santa Sangre, instituida en el siglo XIV, en la cual desfilan unas 2.000 personas, recrea la llegada de la reliquia a la ciudad y se utilizan, para dicha ocasión, trajes
de la época. Hay coros, grupos de danza, coches de caballos y animales (camellos, cabras….). Este evento está declarado, en 2009, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
Y ahora nos movemos un poco más al Sur. En Mantua, en Italia, en la cripta de la basílica de San Andrés se conservan dos reliquiarios que contienen tierra empapada de la sangre de Cristo. Los habría traído el mismo Longinos. El Evangelio no dice cómo se llamaba el centurión romano que le abrió el costado a Jesús, pero pasó a la historia con este nombre que deriva de la palabra griega ‘lonché’, lanza.
Según la leyenda, algunas gotas de sangre y agua que salieron del costado de Cristo bañaron los ojos de Longinos que en aquel tiempo estaban muy enfermos. Longinos inmediatamente se curó y se convirtió. Después recogió la tierra empapada y se la llevó.
Según la tradición, Longinos murió en Capadocia predicando la nueva fe. Pero existe otra tradición según la cual Longinos, predicando la nueva fe, llegó hasta Mantua, donde fue martirizado. La tradición italiana va incluso más allá, atribuyendo orígenes italianas al famoso centurión, más precisamente habría nacido en la región Emilia. Como decíamos, Longinos llega a Mantua y esconde la reliquia bajo tierra en un lugar que sucesivamente sería el Hospital del Peregrino. Después de su martirio en el 37 d.C., y según una tradición posterior, su cuerpo fue sepultado cerca de la reliquia en el barrio llamado, extrañamente (?) Capadocia.
En 804 una aparición del apóstol Andrés a un feligrés llevó al hallazgo de la reliquia. A su lado se encontraron huesos humanos que inmediatamente se atribuyeron a Longinos y que ahora se conservan en la tercera capilla a la derecha de la catedral de San Andrés. Papa León III (795-816) declaró auténtica la reliquia y donó una pequeña parte de ésta a Carlomagno que la hizo depositar en la Capilla Real de París. Durante la invasión de los Húngaros en 923, una parte de la reliquia se econdió en la iglesia de San Pablo, adyacente a la catedral, y la otra se repartió en dos copas de cristal que después se sepultaron en el huerto del oratorio dedicado a la Sangre de Cristo. Después, gracias a la ayuda del apóstol Andrés, que por tres veces se le apareció a un ciego, el Beato Adalberto, antiguo servidor de Canossa, en 1048 se produjo el segundo hallazgo, que aun hoy se celebra cada año el 12 de marzo. Para custodiar la reliquia se construyeron una iglesia y un monasterio. En el año 1053 el papa León IX y el emperador Enrique III de Franconia en 1055 recibieron como obsequio una pequeña parte. Esta última, pasando por muchas manos, llegó a Weingarten, en Alemania, en 1094. Longinos fue santificado en 1340.
En 1472 comenzaron los trabajos de construcción de la nueva catedral que hospedaría la reliquia y en 1479 se encontró la parte escondida en la iglesia de San Pablo. Después de diferentes cambios de relicarios, en 1530 la reliquia fue depositada en dos nuevos relicarios de oro macizo diseñados por el famoso orfebre Benvenuto Cellini. Pero fueron robados en 1848 por soldados austro-húngaros y nunca más se encontraron. Con los fragmentos escondidos se consiguió recomponer la reliquia y guardarla en otros dos relicarios que fueron donados por el emperador Francisco José.
La reliquia está en la cripta de la catedral de San Andrés, custodiada en una caja fuerte cuya apertura es muy complicada y que requiere la presencia de mínimo cuatro personas: el Prefecto, el Obispo, el Capítulo de la Catedral y un representante de la fábrica de San Andrés, que poseen las doce llaves necesarias. El viernes santo se extraen los dos reliquiarios de la caja fuerte y se exponen a la devoción de los feligreses antes se ser sacados en procesión.
En cuanto a Weingarten, cada año en el día de la Ascensión se organiza, en honor a la reliquia, una ceremonia conocida como la Cabalgata de la Sangre (Blutritt), un desfile en el cual participar unos 3.000 caballos montados por representantes de las parroquias del condado y también por jinetes mantuanos. Esta ciudad está hermanada con Mantua desde el 12 de marzo de 1998.
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Para saber más: N. De Matthaeis: Legati a una Reliquia
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