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‘Athar’, l’impronta di Maometto Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui
‘Athar’ es una palabra que en árabe significa restos, hallazgos arqueológicos y por lo tanto también reliquias. El término inglés ‘attar’ designa los aceites esenciales que se utilizan para hacer los perfumes. Deriva directamente del persa ‘attir’ (perfumado), pero la raíz es la misma. El perfume es algo que deja una huella, un maravilloso aroma. Y athar, en la religión musulmana, es probablemente el rastro dejado por el profeta Mahoma en el mundo después de su muerte y por extensión la huella de su pie.
En una religión como el Islam en la que el culto a las imágenes está prohibido y en la que las diferencias entre las dos corrientes principales (sunitas y chiitas) también tienen que ver con el culto a las reliquias, siendo los sunitas contrarios mientras que los chiitas están a favor, nos encontramos que esta devoción es incluso anterior a la muerte del profeta. Es más, podemos decir que es la única religión en el mundo que veneraba partes del cuerpo del profeta antes de su muerte, sobre todo pelos y uñas.
Al regreso de la peregrinación a la Meca, el profeta se cortaba el pelo y las uñas y las mandaba distribuir entre sus seguidores y sus familias. Ninguno de sus cabellos y uñas tocaba el suelo y mucho menos se tiraba. Además, parece ser que uno de los seguidores de Mahoma se hizo con una ampolla que contenía su sudor, que su madre había recogido mientras el profeta dormía y que la habría utilizado para mezclarlo con su perfume. También el agua utilizada por Mahoma para lavarse era muy disputada. Se consideraba como una gran bendición esparcirla sobre el rostro y la cabeza. Además el profeta utilizaba su saliva para curar a los enfermos y bendecir a los neonatos.
En la actualidad reliquias de Mahoma en el mundo hay muchas, muchísimas, de las que es prácticamente imposible determinar su autenticidad. Entre las más conocidas mencionaremos la ya citada huella por antonomasia, la que dejó el profeta en la Cúpula de la Roca en Jerusalén cuando levantó el vuelo en su caballo alado que lo llevó a la presencia de Alá. Se encuentra en el ángulo Suroeste de la Roca, en un reliquiario. Pero
ésta sólo es la más famosa. Huellas atribuidas al profeta se conservan en otros lugares del mundo islámico y también en la India. Esta devoción por las huellas tiene muchos paralelismos en otras religiones, incluidas la cristiana y la hebrea.
Pero sin salirnos del Islam, en Alepo en la mezquita al-Karrimiyya una huella del profeta está colocada en vertical y el agua corre en su superficie de tal manera que puede ser recogida en un vaso para ser bebida. Otras dos huellas pueden verse en el palacio Topkapi de Estambul, donde también encontramos algunos pelos de su barba, un diente, la capa… guardados dentro de una arqueta.
Todo ello, a pesar de que según el Islam sólo son dos los objetos de veneración sobre los cuales no existe ninguna controversia puesto que dicha devoción está basada en el Corán: la Maqam Ibrahim, es decir la estación de Abraham, un templete que conserva las huellas de este profeta que se encuentra en La Meca al lado de la Kaaba y la Piedra Negra.
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