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I sette ‘pignora imperii‘, ovvero le reliquie piú importanti dell’antica Roma  Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui

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Antiguamente las reliquias se denominaban pignus/pignora, literalmente ‘prendas, garantías’, es decir cumplían la función de talismanes y en la antigua Roma eran los protectores del imperio, garantizaban su continuidad, el poder y su conservación, además de la invencibilidad.

Septem fuerunt pignora, quae Imperium Romanum tenent: Acus Matris Deum, Quadriga fictilis Veientanarum, Cineres Orestis, Sceptrum Priami, Velum Ilionae, Palladium, Ancilia”.
(M. Servius Honoratus, in Vergilii camina comentarii ad Aen., VII, 188)

Los siete ‘pignora’ eran:

La Aguja de Cibeles

La Cuadriga di terracota de los Veientes

Las Cenizas de Orestes (vengador de Príamo)

El Cetro di Príamo (rey de Troya)

El Velo de Ilión

El Paladio

Los ‘doce escudos’ llamados Ancilios

CibelesLa Aguja de Cibeles (Madre de los Dioses), pequeña piedra negra cónica con forma de ‘aguja’, de probable origen meteórico, se conservaba en el Templo de la Magna Mater en el Palatino en una teca dentro de la boca de la estatua de la diosa. Era considerada como el betilio de la diosa, es decir una piedra a la que se atribuye una función sacra por ser la morada de una divinidad o identificada con la misma. Desde Pesinunte (ciudad de Galacia, al limite con Frigia) fue llevada a Roma en el 204 a.C. para conjurar la victoria de Aníbal. carro

La Cuadriga de los Veientes debía ser la representación, en terracota, del carro de Júpiter. Colocada en el templo capitolino fue encargada por Tarquinio del Soberbio (siglo VI a.C.) a Vulca, un famoso artista de Veio, importante ciudad etrusca. Durante la cocción la cuadriga se hinchó desmesuradamente y tuvieron que romper el horno para sacarla. Este hecho fue interpretado con un fausto auspicio para la futura grandeza del pueblo.

oreste-clitennestra-erinniLas Cenizas de Orestes (hijo de Agamenón y Clitemnestra). Según una de las variantes del mito, el larguísimo peregrinar de Orestes, después de matricidio y la atormentada liberación de las Erinias, tuvo fin en el corazón del Lacio en el famoso bosque dedicada a Diana Aricina. Sus cenizas fueron enterradas en la localidad de Ariccia por su hermana Ifigenia. Sucesivamente fueron llevadas a Roma, bajo el umbral del Templo de Saturno, cerca del Templo de la Concordia, en la zona del Foro Romano. Orestes, después de haber tomado dramáticas decisiones, rompe con la cadena de violencias familiares y se convierte en el símbolo positivo de un nuevo equilibrio, como el que introdujo Augusto (pax augusta), después de su disputa con Antonio, dando inicio el imperio.

 PRIamoEl Cetro de Príamo, fue salvado de las llamas de Troya. Será ofrecido a Latino por Ilioneo, en nombre de Eneas, como símbolo y prenda de paz y alianza. Estaba, con mucha probabilidad, custodiado en el Palatino.

El Velo de Ilión, la hija mayor de Príamo, era el velo (o el vestido) tejido en acanto, que Elena obtuvo de su madre Leda y que llevó consigo a Troya. Presumiblemente llegó a Roma llevado por prófugos troyanos.

vestaliEl Paladio era, con mucha probabilidad, un simulacro de Minerva (Palas) que, reinando Ilo, antepasado de Príamo, cayó del cielo. Consultado el oráculo de Apolo, repuso que esa ciudad se conservaría mientras aquel prodigioso simulacro permaneciera dentro de sus murallas. Según la tradición, fue llevado en el Lacio por Eneas y más tarde trasladado por Numa Pompilio al templo de Vesta donde era vigilado por las Vestales, las siete vírgenes encargadas de mantener siempre encendida la llama, junto con el fuego sagrado. Podía ser mirado sólo por la Vestal Máxima. En el Templo de Vesta había numerosas copias del Paladio. Sólo la Vestal Máxima sabía reconocer la original.

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Los Ancilios, los escudos sagrados de Roma. El ancilio era el regalo que Martes había hecho al rey Numa Pompilio para conjurar una pestilencia que azotaba Roma. Caído del cielo fue recogido por el soberano y los auspicios avisaron que mientras lo custodiasen el imperio romano se perpetraría. El rey lo confió a los sacerdotes Salios para que los guardaran en el palacio del Foro. Y para prevenir cualquier robo se encargaron al herrero Mamurio Veturio otros once idénticos. Por lo tanto en total eran doce escudos bilobulados (en forma de ocho), de los cuales sólo uno era el original. Estaban colocados en el Sacrarium Martis, anexo a la Casa de los Salios Palatinos).

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Pero, ¿por qué los pignora imperii eran siete? No es una casualidad. También existen fuertes reminiscencias bíblicas, porque en la Biblia el siete aparece continuamente, y aparece también en la tradición de otras religiones, como el Islam o el Hinduismo. Toda la historia de Roma está ligada a este número. Roma, fundada sobre siete colinas un 21 de abril (múltiplo de siete), los primeros reyes de Roma fueron siete; siete fueron las cortes de los vigiles que apagaban los incendios, catorce (múltiplo de siete) las regiones administrativas. Siete eran los magistrados (Septemviri) que administraban las tierras y siete los Epulones (sacerdotes). Entre las fiestas recordamos el Septimatrus, que se celebraba el séptimo día después de los Idus de Marzo, y siete los colosos de Roma, enormes estatuas que Marcial dijo que eran tan altas que podían tocar el cielo. En el Colle Oppio hay una de las Siete Escaleras que toma nombre de los siete ambientes de un depósito de agua anexo a la Domus Áurea. Además, siete debían ser los testigos para dar validez a un testamento o para atestiguar la esterilidad de una esposa. El número siete indica globalidad, universalidad, equilibrio, perfección ciclo cumplido y dinámico. En Roma era considerado como el símbolo mágico y religioso de la perfección porque ligado al entero ciclo lunar. Siete eran los cuerpos celestes Tierra, Martes, Júpiter, Venus, Saturno, Luna y Sol que componían la semana.

Y también la tradición cristiana, con referencia a este mágico número, no ha sido menos.