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La pietra di Blarney: l’altro cuscino di Giacobbe oltre che la pietra dell’eloquenza? Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui
A pocos kilómetros de Cork, Irlanda, está el castillo de Blarney, construido en 1446 por Cormac Ladir McCarthy sobre los restos de una construcción del siglo XII. Hoy está parcialmente destruido. Este lugar es el más visitado de Irlanda, no tanto por su valor histórico-artístico, sino porque en la parte más alta del castillo está engarzada la famosa ‘Piedra de Blarney’, conocida también como ‘Piedra de la elocuencia’ porque otorgaría el don de la elocuencia a quien la besa.
La fama de los poderes de esta piedra ha atraído a todo tipo de personas deseosas de tener esta gran cualidad, sobre todo políticos, escritores, actores y otras personas para las cuales el don de la palabra es extremadamente importante en sus vidas. Hasta Winston Churchill la besó en 1912.
Par alcanzar la piedra es necesario subir 127 escalones. Y esto no es nada comparado con las extrañas posturas que tienen que hacer para poder besarla, que a pesar de todo no desalientan a los estoicos turistas que cada año son más numerosos, además de pacientes, a juzgar por las larguísimas colas.
Como decía, besar la piedra no es nada fácil, y en el pasado lo era aún menos. De hecho, a quien quisiera hacerlo, para poder colgarse de espaldas cabeza abajo, a lo largo de la muralla, a una altura de 29 metros de tierra, tenían que atarle los tobillos para asegurarse de que no cayera al vacío.
Hoy es ‘mucho’ más fácil, ya que no es necesario atarse los tobillos porque se han colocado dos barras de hierro a las que agarrarse y otras barras bajo el espacio vacío para evitar caídas. Pero aún así, no es nada cómodo.
Son muchas las leyendas asociadas a la procedencia de esta piedra y sobre el porqué da el don de la elocuencia.
Una de éstas nos dice que esta piedra sería, en realidad, el famoso ‘Cojín de Jacob’, o ‘Piedra del Destino’, llevada a Irlanda por el profeta Jeremías, es decir la ‘Piedra de la Coronación’, o Lia Fail. En este caso entraría en competición con la ‘oficialmente’ reconocida como tal y que se conserva en el castillo de Edimburgo, como explico en otro artículo. Pero para que no haya problemas algunos afirman que, en realidad, se trata de una parte de ésta. De hecho, cuando Cormac McCarthy, Rey de Munster, ayudó al rey Roberto I de Escocia a derrotar a los ingleses en Bannockburn en 1314, una parte de la piedra fue donada como muestra de gratitud, volviendo así a Irlanda.
Otra leyenda, en cambio, afirma que podría ser la piedra de la que Moisés hizo brotar el agua. Otra más dice que se trata del cojín del lecho de muerte de San Columba, monje misionero que introdujo el cristianismo en Escocia (siglo VI). Murió en la isla de Iona y después de su muerte la piedra fue llevada a Escocia donde se convirtió en la ‘Piedra del Destino’. Y después, ¿se reanuda con la tradición precedente?
Según otras fuentes sería la ‘Piedra de Ezel’, detrás de la cual el rey David halló refugio por consejo de Jonathan mientras huía de su enemigo Saúl, y que sería llevada a Irlanda por los cruzados.
Pero entonces ¿qué tiene que ver la elocuencia? Cuando Cormac McCarthy hizo construir el castillo mandó graban sobre una piedra una inscripción en latín que, traducida, dice: “Cormac McCarthy el Poderoso me mandó construir en el año del Señor 1446” y se incorporó en la torre del castillo de Blarney. En aquél momento es probable que no existiera ningún nexo con la elocuencia.
La reina Isabel I, que reinó de 1558 a 1603, quería que los jefes irlandeses jurasen fidelidad a la corona inglesa. Dado que personalmente no podía llevar a cabo las negociaciones encargó al conde de Leicester que convenciera a los McCarthy. El noble inglés tuvo una gran acogida pero sólo obtuvo palabras halagadoras que prometían mucho y concluían poco. Gracias a su gran locuacidad McCarthy consiguió eludir los requerimientos británicos. Por lo tanto la palabra ‘blarney’ empezó a ser sinónimo de discurso adulatorio y halagador. Y con este significado ha entrado también en el diccionario.
¿Y el beso? Puede que el nexo con el beso de la piedra nos lo ofrezca otra leyenda. Parece ser que Cormac McCarthy tuvo algún problemilla con la justicia. Y temía no ser capaz de defender su causa. Así que pidió ayuda a la diosa Cliodhna. Ésta le dijo que besara la primera piedra que encontrase en su camino mientras iba al tribunal. Y así lo hizo. Consiguió defender su causa con tanta elocuencia que al final le dieron la razón. Por lo tanto mando engarzar la piedra en el parapeto del castillo.
Y también hay otra leyenda que une las dos recién descritas. La reina Isabel I quería que las tierras de McCarthy, aun no quitándole la propiedad de las mismas, fueran puestas bajo la autoridad de la corona inglesa. Cormac McCarthy temía no conseguir hallar los argumentos para convencer a la soberana de que no lo hiciera. Pero encontró a una anciana que le dijo que quién hubiese besado cierta piedra en el castillo de Blarney obtendría el don la elocuencia. Y, de esta manera, ¡consiguió convencer a la reina!
Finalmente también hay quien afirma que los poderes de la piedra habrían sido desvelados por una bruja, salvada del ahogamiento…
Hacia finales del siglo XVIII el beso de la piedra de Blarney ya era una tradición consolidada, por lo menos para quien tenía el valor de besarla. Ahora todo está organizado. También hay guardianes que ayudan a las personas a colgarse en el vacío y, además, la piedra se lava varias veces al día, para mantenerla limpia de tantos besos.
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