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La sacra culla                                                                                                    Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui

“Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”. (Lc 2,7)

También del nacimiento de Cristo existen diferentes reliquias, una de las cuales goza de muchísima devoción: la Sagrada Cuna.

En la capilla de la confesión, es decir bajo el altar papal de la basílica de Santa María la Mayor de Roma, se puede admirar un precioso relicario ovalado de cristal rematado por un niño en oro, obra de Valadier, donado por la duquesa Pignatelli. Este relicario, de 1797, es el cuarto que se utiliza para este fin, ya que los primeros tres fueron robados. En su interior hallamos cinco pequeños listones de madera. De éstos, uno probablemente perteneció a un antiguo cuadro de la natividad, desaparecido en el saqueo de Roma de 1527, mientras que los otros cuatro, son de madera de sicomoro, o arce, de la zona de Palestina, y que podrían tener unos 2.000 años. Tienen una muescas o ranuras para permitir que los listones puedan ser ensamblados en forma de X, de dos en dos, para formar una especie de caballete (faltando el eje horizontal de unión) que podría haber sido utilizado como soporte de una cuna de barro, según el uso de aquellos tiempos.

Un objeto similar se veneraba ya desde los primeros siglos de nuestra era en la basílica de la Natividad de Belén y así lo relata, entre otros testigos, San Jerónimo que pasó prácticamente toda su vida cerca de la gruta de Belén.

La llegada de la reliquia a Roma se hace remontar, de manera verosímil, a los tiempos de papa Teodoro I (642-649), que era hijo de un obispo de Jerusalén, y que le habría sido donada por el patriarca de esta ciudad, San Sofronio, para salvarla de la invasión musulmana. Esta es una de las hipótesis, porque desafortunadamente esta tradición no está documentada.

La selección de esta basílica para custodiar esta reliquia no es casual. Fue construida en el año 432 por papa Sixto III como templo dedicado a la Virgen después del Concilio de Éfeso de 431 en el que fue proclamado el dogma de la maternidad divina de María. Inicialmente fue llamada ‘Santa María ad Praesepem’ porque el papa mandó construir en la primitiva basílica una ‘Gruta de la Natividad’ idéntica a la de Belén, y donde probablemente fue colocada inicialmente la reliquia.

El actual relicario es una magnífica obra de arte. Es de cristal en forma de cuna, sujetado por cuatro amorcillos dorados. En la parte superior el niño, con la mano en signo de bendición, está recostado en un suelo de paja. En el pasado la Sagrada Cuna, durante las fiestas navideñas, era trasladada a la nave central de la basílica. Pero últimamente, debido al mal estado de conservación de los restos, sólo se la movía solo durante la misa de Nochebuena.

A partir del siglo XII numerosas fuentes documentan la grandísima devoción a esta reliquia,  que perdura hoy en día. Incluso Francesco Petrarca afirmaba que en Roma el peregrino puede venerar “Cunabula Salvatoris”…

En Roma hay otras iglesias que posiblemente conserven fragmentos de la Sagrada Cuna: Santos Apóstoles, San Francesco a Ripa, San Juan e Pablo, San Juan de Letrán, San Marcos, Santa María de la Consolación, Santa María in Campitelli, Santa María in Trastevere…  y no dudo pueda haber más en otros lugares.

En ocasión de la visita a Roma del presidente de Palestina Mahmoud Abbas, en noviembre de 2019, el Papa Francisco decidió mandar un fragmento de esta preciosa reliquia a su lugar de origen y llegó a Belén el 30 de noviembre de 2019. Es custodiada en la iglesia franciscana de Santa Catalina de Belén, contigua a la basílica dela Natividad.