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La reliquia de un santo es la presencia del mismo entre nosotros. Y esta presencia era mucho más sentida a partir de la Edad Media. Mediante las reliquias el santo era presentado al pueblo de manera visible. Y no solo esto: las reliquias estaban envueltas en un halo mágico porque tenían el poder de hacer milagros.
Busto relicario de Santa Ágata. S. XIV. Basílica catedral de Catania (Sicilia, Italia)
Para reforzar esta idea de algo de gran valor y para su exposición y veneración se utilizaban custodias ricas y lujosas. Los materiales escogidos se encontraban entre los más valiosos y preciosos e incluso el propio edificio destinado a custodiarlas podía adquirir el valor de relicario, como por ejemplo La Sainte Chapelle de París, construida para albergar la Corona de Espinas de Cristo. Estos materiales, oro, plata, marfil, piedras preciosas, perlas, etc., además de tener un valor intrínseco también tenían un valor simbólico, más precisamente el inspirado por el libro de la Apocalipsis, cuando describe la magnificencia de la Jerusalén Celeste (Ap 21, 15-22), donde el padre nos acogerá después del Juicio Universal.
“El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales. Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel. El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio; y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda; el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista. Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio”.
Existen diferentes tipologías de relicarios, dependiendo de la reliquia que contienen. De esta manera, los relicarios que contienen fragmentos de la Vera Cruz, llamados ‘estaurotecas’ (del griego ‘staurós’, cruz), en muchas ocasiones son en forma de cruz.

Diferentes relicarios antropomorfos que contienen las piernas, los fémures, los brazos, un pecho (relicario central) y el velo (cilindro de cristal) de Santa Ágata. Basílica Catedral de Catania
La práctica de desmembrar los cuerpos de los santos empezó a preocupar seriamente a la Iglesia oficial, porque se prestaba a tráfico ilícito. Así, el cuarto Concilio Lateranense (1215) con el fin de contrarrestar la tendencia que las reliquias “fueran expuestas para ser vendidas o fueran exhibidas de manera desordenada” prohibió su venta (prohibición aun vigente) y recomendó que fueran custodiadas en tecas hechas ex profeso (Canon 62).
Por lo tanto, a partir del siglo XIII la difusión de relicarios con partes del cuerpo de un santo, empezada ya desde hacía dos siglos, tuvo un fuerte impulso comenzando así a proliferar una gran cantidad de los mismos. A menudo estos relicarios tienen la forma de la parte del cuerpo del santo que custodian. Son los llamados ‘relicarios antropomorfos’. Desde el punto de vista artístico, nos encontramos ante obras de arte de gran valor, y no solo por los materiales utilizados, sino también por la finura de su realización y la belleza de los detalles. Las formas más comunes son: bustos, cabezas, brazos y pies. Pero también manos, piernas….
Busto relicario de San Jenaro, en oro, plata y piedras preciosas. S. XIV. Capilla del Tesoro de San Jenaro, Nápoles
Muy difundidos son los bustos relicarios, que a diferencia de las cabezas relicario que siempre contienen el cráneo del santo, o parte, éstos pueden contener también otras partes del cuerpo. Un famoso ejemplo de busto relicario es el de San Jenaro, del siglo XIV (Capilla del Tesoro de San Jenaro – Nápoles), que está adornado con una gran cantidad de piedras preciosas. En el siglo XVIII, además le fue añadida una mitra cuajada con 3.694 piedras entre diamantes, esmeraldas y rubíes. Está considerado como uno de los objetos más valiosos del mundo.

Mitra de San Jenaro con 3.694 piedras preciosas. S. XVIII. Capilla del Tesoro de San Jenaro, Nápoles
También los relicarios con forma de brazo son muy numerosos. Son, más precisamente, con forma de antebrazo, dispuestos verticalmente, como si apoyaran en el codo, mano incluida, y contienen normalmente un hueso del brazo o parte. A veces la mano sujeta un utensilio o un instrumento utilizado por el santo que ayuda a su identificación. Por ejemplo, en el tesoro de la basílica de Santa María la Mayor de Roma podemos ver los brazos relicarios de los evangelistas San Mateo y San Lucas con una pluma de oca en la mano.
También los pies quieren su parte aunque no son tan numerosos como los dos tipos precedentes. Podríamos citar el bonito pie de Santa María Magdalena, que puede admirarse en Roma, en la iglesia de San Juan de los Florentinos, realizado nada menos que por Benvenuto Cellini.

Relicario del pie de Santa María Magdalena de Benvenuto Cellini (s. XVI). Iglesia de San Giovanni de’ Fiorentini, Roma
Y después las manos, como por ejemplo este relicario flamenco del siglo XIV en plata y oro, donde los huesos del santo pueden verse a través de los anillos.
Cuando el cuerpo de un santo queda incorrupto, como por ejemplo el de Santa Teresa, a menudo se conserva también su corazón, generalmente en una teca transparente, obviamente con forma di corazón.
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IN Ot
Grazie per avermi suggerito di accennare alle similitudini ( che ci sono) con l’Escorial..
Ti son debitrice!
Non c’è di che, per così poco….
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