Tag
arte, Batalla de San Quintín, Camarín de Santa Teresa, Carlomagno, Carlos I, Carlos V, Concilio de Trento, Contrarreforma, El Escorial, España, Federico Zuccaro, Felipe II, Fuga a Egipto, Heliopolis, Historia, Lucas Jordán, Madrid, Matarea, Matarieh, Mateo de Salerno, Monasterio, Relicario, reliquias, Reliquiero, Sagrada Familia, San Lorenzo, Toledo
Il monastero reliquiario. Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui
A unos 60 Km de Madrid, podemos visitar el famoso Monasterio del Escorial, un enorme complejo formado por basílica, monasterio, palacio y biblioteca. Lo mandó construir Felipe II (1527-1598) para conmemorar la victoria contra los franceses en la batalla de San Quintín, el 10 de agosto de 1557, día de San Lorenzo y está hecho en forma de parrilla, el instrumento del martirio del santo.
El padre de Felipe II, Carlos I de España y V de Alemania, ‘en cuyas tierras no se ponía nunca el sol’, había llevado la corte a Toledo. Fue Felipe II el que la transfirió a Madrid y en el monasterio del Escorial, que pretendía ser la octava maravilla del mundo cuando se construyó, el rey se retiró y allí pasó los últimos años de su vida. El monasterio también alberga un panteón que conserva los restos de los miembros de la monarquía española, comenzando por Carlos V, una tradición que se mantiene hasta el día de hoy.
La basílica, iniciada en 1563 y consagrada en 1586, fue concebida, y así se presentó desde el principio, como el máximo baluarte de la Contrarreforma contra el protestantismo. Es el primer templo en España con programas iconográficos, en gran parte realizados por Lucas Jordán, que son la expresión del arte de la Contrarreforma. Su contenido esencialmente gira alrededor de la exaltación de los dogmas más importantes de la religión católica, como el culto a la Eucaristía y su adoración perpetua, la veneración de la Virgen y de todos los santos de la cristiandad, cuya esencia había sido negada por los protestantes. A esto se añade la grandísima colección de reliquias que allí se conserva (unas 7.500) razón por la cual también es conocido como el ‘Monasterio relicario’ o ‘Relicario de relicarios’. Esta colección avala uno de los acuerdos adoptados en la sesión XXV del Concilio de Trento, en 1563, sobre el culto a los santos, a sus reliquias e imágenes, condenado por el protestantismo, y al que Felipe II había querido dar una importancia particular.
El rey creía también en el poder espiritual de las reliquias como medio de remisión de los pecados, en sus indulgencias y virtudes curativas. Se pasaba días enteros ordenando, catalogando y contemplando su colección de reliquias a las que recurría continuamente para aliviar y curar sus dolores. Las besaba, las aplicaba sobre sus lesiones, y se enfadaba si algún monje del monasterio alteraba su orden. Incluso en su lecho de muerte, Felipe II quiso rodearse de sus reliquias.
La cifra total de las reliquias, según el ‘Inventario y Memorial’ es de 7.420, que un Cuadro-tabla mural existente en el antecoro de la basílica, con 678 santos ordenados por orden alfabético en 10 columnas, distribuye, según la importancia de las reliquias, de la siguiente manera: Insignes: 460; Notables: 255; Menores: 1006; Cuerpos enteros: 12; Cabezas enteras: 144; Canillas grandes: 306; Constancia del nombre: 678; Pequeñas: 4.168. Todas perfectamente catalogadas, con certificados de origen y documentos que relatan los testimonios sobre cómo y dónde se hallaron.
La gestión, conservación, catalogación, etc., de las reliquias era un trabajo que requería mucho tiempo y dedicación. Por este motivo, en el monasterio existía el cargo de ‘Reliquiero’, desarrollado por un ‘religioso de edad suficiente’. El Reliquiero tenía que, entre otros asuntos, seguir escrupulosamente las instrucciones sobre el uso de las llaves y días de apertura de los relicarios. También tenía que ocuparse de la biblioteca.
Las reliquias están custodiadas dentro de dos retablos-armario, pintados por Federico Zúccaro, situados encima de sendos altares en el testero oriental de las naves laterales, es decir en la parte más cercana al presbiterio. En el de la izquierda, dedicado a la Anunciación, se guardan las reliquias de santas (mujeres) y en el de la derecha, dedicado a San Jerónimo, las reliquias de santos (hombres). Coincide con el hecho de que detrás del altar izquierdo estaban las estancias de la reina y detrás del izquierdo las del rey.
La gran afluencia de reliquias del año 1591 obliga al Reliquiero de la época a buscar nuevos espacios en la parte superior de ambos altares donde, a unos 8 metros de altura se construyen armarios con capillitas, formando cinco nichos cerrados por seis hojas-puertas (la central doble) a modo de retablillos. En 1595 se prepara una habitación contigua para custodiar las reliquias pequeñas y otros objetos píos, que pasó sucesivamente a llamarse ‘Camarín de Santa Teresa’ porque allí estaban depositadas cuatro obras autógrafas de la santa de Ávila.
Las reliquias provienen de 17 diferentes países. Las más numerosas vienen de Italia, de España, pero sobre todo de Alemania, donde otro gran coleccionista, Carlomagno, tenía muchísimas. Felipe II para salvarlas de las ‘pérfidos heréticos’, había dado orden de comprar, a cualquier precio, todas las posibles. Normalmente no aceptaba reliquias indocumentadas, pero consciente que alguna podía no ser auténtica, al reliquiero escéptico un día responde: ‘No nos han engañaron, pues no perdemos nuestro merecimiento delante de Dios, reverenciando a sus santos en los Huessos, aunque no sean suyos’.
Con la invasión napoleónica (1808-1814) muchos tesoros fueron robados. Las crónicas hablan de carros llenos de obras de arte, joyas, libros… y entre otras cosas, muchos relicarios, vaciados de las reliquias, porque eran preciosas obras de orfebrería. No todo pudo recuperarse.
Las reliquias del Escorial son casi todas huesos o vestimentas de santos. Sin embargo también hay alguna un poco particular, como por ejemplo ‘Palo y hojas de la higuera donde estuvieron nuestra Señora y su hijo precioso cuando la huida de Egipto. Higuera di Matarea’. Matarea, hoy Matarieh, se encuentra a 9 Km del Cairo, cerca de la antigua Heliopolis (ciudad originaria del obelisco que se halla en la Plaza San Pedro en Vaticano). Según los Evangelios Apócrifos, en aquel lugar estaba la casa de la Sagrada Familia durante el exilio egipcio. El padre franciscano que aporta el testimonio de esta reliquia, Fray Mateo de Salerno, comisario jerosolimitano, nos dice que en 1588 vigilaba este santo lugar. En medio del jardín con muchas palmeras y muchos árboles frutales había una casita de setenta pies por treinta, muy bien conservada gracias a los cuidados de un muchacho que limpiaba y mantenía el orden para que los sacerdotes pudieran en ella celebrar la misa. Cerca de la casa había una higuera muy grande, cercada para que no entrasen animales y custodiada por un turco, porque se dice que el hijo de María Virgen, cuando era niño, se subía al árbol junto con otros niños y comían sus frutos.
Pingback: Il monastero reliquiario | Reliquiosamente
Pingback: Los cuatro pilares de la cúpula de San Pedro | Reliquiosamente
Pingback: Santa Úrsula y las 11.000 vírgenes | Reliquiosamente
Pingback: La nueva prótesis de San Juan Bautista | Reliquiosamente
Pingback: Carlomagno: ¿un santo? | Reliquiosamente
Pingback: La sangre de Cristo | Reliquiosamente
Pingback: La capilla de las 5.000 reliquias | Reliquiosamente
Pingback: Deusdona: el más famoso ladrón de reliquias de todos los tiempos | Reliquiosamente
Pingback: La corona de espinas y la Sainte Chapelle | Reliquiosamente
Pingback: Relicarios antropomorfos | Reliquiosamente
Pingback: Franco y la mano de Santa Teresa | Reliquiosamente
Pingback: Los soberanos coleccionistas de reliquias | Reliquiosamente
Pingback: La lanza de Antioquía | Reliquiosamente
Pingback: La vestimenta de Cristo (2) : La Sagrada Túnica de Argenteuil | Reliquiosamente
Pingback: Santa Elena: las peripecias de los restos de una emperatriz | Reliquiosamente
Pingback: La leche de la Virgen María | Reliquiosamente
Pingback: Las sandalias de Cristo | Reliquiosamente
Pingback: El mantel de la Última Cena | Reliquiosamente
Pingback: La Sagrada Cuna | Reliquiosamente
Pingback: Relicarios fantásticos: Santa Fe, Conques | Reliquiosamente
Pingback: Relicarios fantásticos: el relicario de Montalto | Reliquiosamente
Pingback: La Santa Ampolla | Reliquiosamente
Pingback: La Cuerda Sagrada | Reliquiosamente
Pingback: El arca santa | Reliquiosamente