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Le reliquie di San Lorenzo. Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui

– San Lorenzo (mosaico). Mausoleo de Galla Placidia (siglo V). Rávena

Se dice que era originario de Aragón (España), de la ciudad de Huesca, situada a los pies de los Pirineos. En el 257 fue nombrado archidiácono de Roma por el papa Sixto II, con el que mantenía una gran amistad. Esta tesis se expone fundamentalmente en la obra ‘Passio Polychromii’ (siglos V-VII, tres ediciones), obra en la cual la pasión de Sixto y de Lorenzo constituyen su núcleo principal, y por el más reciente Baronio, en sus ‘Anales eclesiásticos’ (siglo XVII).

Existe también otra tesis que sostiene que Lorenzo era, en cambio, romano. Esta teoría se apoya en primer lugar en un documento atribuido a San León Magno, el ‘Sacramentario Leoniano’, y después en un himno contenido en el ‘Liber Peristephanon’ del poeta Prudencio (siglo IV-V) donde lo celebra como ‘mártir romano’, omitiendo su origen. Los partidarios de la tesis romana afirman que dado que Prudencio era español, si Lorenzo hubiera nacido en España seguramente no habría omitido este dato. Sostienen también que el hecho de que la cuna del santo sea revindicada por cinco ciudades españolas aporta un punto de debilidad a esta tesis1.

Lo cierto es que Lorenzo era Archidiácono de la Iglesia de Roma, es decir jefe de los diáconos, que desde su institución por parte de los apóstoles, eran siete. Las funciones principales eran las de asistir al obispo en la liturgia, instruir en la palabra de Cristo a los catecúmenos y a los cristianos, y recibir y custodiar las limosnas junto con los demás bienes de la Iglesia, preocupándose de las necesidades de los pobres, de los enfermos y de las viudas. También era el depositario de los archivos y de los libros sagrados, como podemos constatar también en el mosaico dedicado a San Lorenzo en el mausoleo de Galla Placidia de Rávena.

Según la tradición. Lorenzo vivía en casa de Ciriaca, una rica patricia romana, situada en el monte Celio (una de las siete colinas de Roma) muy cerca de la actual iglesia de Santa María in Domnica, más conocida como de la ‘Navicella’. Ciriaca también había comprado el cuartel de los militares extranjeros, llamados ‘peregrinos’, convirtiéndolo en refugio para los cristianos perseguidos, rebautizado posteriormente como Asilo de los Santos Mártires, donde hoy se erige dicha iglesia que, ya desde sus orígenes, en el siglo VII, es una diaconía.

El relato de su pasón es una mezcla entre historia y leyenda. Todos los acontecimientos se cuentan en la ya citada obra ‘Passio Polychromii’ y en ‘De Officis Ministrorum’ de San Ambrosio, habiendo este último servido de fuente para San Agustín, San León Magno, Prudencio, San Máximo de Turín y San Pier Crisólogo.

– Martirio de San Lorenzo. Paquale Cati (1550-1620). Iglesia de San Lorenzo in Panisperna, Roma

La tradición dice que el martirio de San Lorenzo se produjo en la época de la persecución de Valeriano (253-260), en el 258. Esta persecución no estaba dirigida a los cristianos en general, sino a sus representantes más importantes, por lo tanto al clero y otras autoridades cristianas laicas (senadores, jueces, …). Estos eminentes cristianos tenían la obligación de participar en los sacrificios paganos para no ser inicialmente privados de todos sus bienes y no ser después condenados a muerte en caso de continuar profesando la religión cristiana.

A causa de esta persecución el papa Sixto II, junto con otros cuatro diáconos, es arrestado en las catacumbas de San Calixto y decapitado. Las fuentes citadas nos dejan un largo diálogo entre el papa y Lorenzo, en el momento de la detención, en el cual el papa aconseja repartir todos los bienes de la Iglesia entre los pobres para impedir que se adueñen de ellos los paganos. Lorenzo sigue las recomendaciones del papa Sixto y empieza a distribuir comida y dinero entre los pobres de la ciudad según las necesidades.

Lorenzo también es apresado y condenado a ser decapitado, pero la ejecución no se llevaría a cabo antes de haber entregado los famosos tesoros de la Iglesia. El lugar de la condena de San Lorenzo se encuentra, según la tradición, situado en el Foro Romano, donde hoy surge la iglesia de San Lorenzo en Miranda. Después de la condena, y a la espera de la pena capital, Lorenzo es entregado al centurión Hipólito para su custodia que lo encierra en los sótanos de su casa donde también había otros prisioneros. Uno de estos era Lucilo, ciego. Y aquí se repiten los esquemas literarios clásicos: utilizando el agua de un manantial que brotaba del suelo, Lorenzo bautiza a Lucilo quien recupera la vista. A su vez, el centurión Hipólito, al ser testigo de este milagro, se convierte al cristianismo haciéndose bautizar junto con toda su familia. Posteriormente él también será martirizado. Sobre la casa de Hipólito ahora se erige la iglesia de San Lorenzo in Fonte, en Via Urbana, 50. En el interior de la iglesia, por encima de una puerta podemos leer el rótulo ‘Aditus ad carcerem et fontem S. Laurent’. De hecho conduce a un sótano donde se puede visitar el lugar del cautiverio de San Lorenzo, la casa de Hipólito y el pequeño pozo.

-Horno donde habrían martirizado a San Lorenzo. Iglesia de San Lorenzo in Panisperna, Roma
– Lápida situada al lado del horno donde fue martirizado San Lorenzo. Iglesia de San Lorenzo in Panisperna, Roma

El emperador Valeriano pide a Hipólito que le lleve a Lorenzo para que le entregue los tesoros. Lorenzo pide dos o tres días de tiempo, necesarios para reunirlos y organizarlos. El emperador consiente y, siempre bajo la vigilancia de Hipólito, Lorenzo recorre toda la ciudad y hace correr la voz entre todos los pobres y necesitados que tienen que presentarse en un determinado lugar, indicando la fecha y la hora del encuentro. Después manda avisar al emperador diciendo que los tesoros de la Iglesia ya estaban listos. El emperador va hacia el lugar indicado y, en lugar de las tantas deseadas riquezas encuentra una multitud de pobres, lisiados, ciegos y enfermos que Lorenzo presenta a Veleriano diciendo: “Aquí están los tesoros de la Iglesia”.

El emperador, sintiéndose burlado, cambia de idea y decide agravar su condena. Primero lo manda flagelar y luego a morir quemado sobre una parrilla, pero no a fuego vivo, sino con carbones ardientes colocados bajo la misma parrilla, para alargar el suplicio. Una vez tendido y atado a la parrilla Lorenzo es poseído por una luz divina y después de un tiempo advierte a su verdugo que ya estaba asado por un lado para que le diera la vuelta hasta que estuviera listo para ser comido. No tarda en morir. Tenía unos treinta años y era el 10 de agosto del año 258. En el lugar de su martirio, que está a pocos pasos del de su cautiverio, se construye la iglesia de San Lorenzo in Panisperna, donde un gran fresco en la pared del ábside representa el martirio del santo, realizado en 1589 por Pasquale Cati da Iesi. En una capilla bajo el nivel de la iglesia y con entrada independiente encontramos una suerte de horno empotrado en la pared con una inscripción que dice ‘Locus martirii Sancti Laurentii’, y como si no estuviera bastante claro, un poquito más allá en la misma pared hay una placa con la inscripción ‘Luogo del martirio di San Lorenzo’.

La parrilla del martirio (aunque no entera) se conserva sin embargo en la iglesia de San Lorenzo in Lucina, en una capilla lateral.

– Losa de mármol sobre la que fue colocado San Lorenzo después de su martirio. Iglesia de San Lorenzo extramuros, cripta

Su cuerpo fue colocado por Hipólito y por el cura Justino sobre una losa de mármol donde fue lavado y perfumado con aromas y ungüentos. Fue sepultado en el Agro Verano, donde ya existía un cementerio, en un terreno de propiedad de Ciriaca. Más adelante este cementerio será conocido con el nombre de ‘Catacumbas de Santa Ciriaca’. La losa de mármol donde fue colocado el cuerpo de Lorenzo puede verse en la cripta de la basílica de San Lorenzo Extramuros. Pequeños agujeros se distribuyen en toda su superficie, probablemente porque se trataba de una tapa de alcantarilla utilizada en las termas. Sobre la losa son visibles grandes manchas rojizas que un análisis químico requerido por Pio IX ha demostrado que han sido producidas por una mezcla de sangre y grasa humanas.

– Iglesia de San Lorenzo Extramuros, interior. Bajo el altar mayor puede verse la cripta
– Iglesia de San Lorenzo Extramuros. Cripta
– Inscripción sobre el arquitrabe de entrada a la cripta

Reliquias de San Lorenzo fueron enviadas a muchos lugares. Su cabeza, que aún conserva la piel, hasta el siglo XVI se veneraba en el Sancta Sanctorum, es decir en el oratorio de San Lorenzo en la sede patriarcal del Laterano, la capilla privada de los papas. Más adelante fue llevada, por orden de Sixto V (1585-1590) al Vaticano, donde aún hoy se conserva en la Capilla Matilda. Hubo un tiempo en el que muchas iglesias romanas tenían, o decían tener, reliquias de San Lorenzo: partes del cuerpo, carne quemada, restos del carbón que sirvió para el martirio, la horquilla que utilizaron para empujarlos bajo la parrilla, la toalla que sirvió para limpiar sus llagas y ampollas de sangre y grasa2. De estas últimas hay efectivamente una en Amaseno, en la provincia de Frosinone. Una ampolla con una mezcla de sangre y grasa, cenizas y fragmentos de piel, que en el día de San Lorenzo se licúa, como la sangre de San Jenaro3.

– Cabeza de San Lorenzo. Capilla Matilda, Vaticano
– Ampolla con la sangre, grasa, cenizas y fragmentos de piel de San Lorenzo. Amaseno (Frosinone, Italia)

Por cuanto sea mucho más fascinante la historia de la Pasión de San Lorenzo, tal y como nos la transmiten los citados autores, es obvio que muchos aspectos de la misma están enriquecidos con datos leyendarios, como por ejemplo el diálogo con Valeriano y la burla en el encuentro con los pobres.  Algunos escritores hasta niegan el martirio en la parrilla porque no era una praxis utilizada durante la persecución de este emperador y sostienen que también San Lorenzo fue decapitado. El padre Bra4 confirma  algunos aspectos de esta teoría, sobre todo los que se refieren a la persecución de Valeriano. Sin embargo concluye que el martirio en la parrilla es perfectamente plausible, pero para que así fuera se debe posponer la fecha del martirio unos 50 años, lo que nos llevaría al gobierno de Diocleciano. Durante la segunda persecución de Diocleciano, de hecho, y no antes, en Roma fueron martirizados con la pena del fuego los cristianos que no obedecían al edicto que ordenaba destruir las iglesias y quemar todos los libros sagrados y los archivos.

Pero para los devotos de San Lorenzo y también para los curiosos, lo importante es saber que gran parte de sus los restos se encuentran en la cripta bajo el altar mayor5,6 de la basílica de San Lorenzo extramuros, cuya visita aconsejo encarecidamente a todos los amantes del arte y de la belleza, creyentes o no, porque a pesar de las diferentes restauraciones, continúa siendo una de las iglesias más bonitas y fascinantes de Roma.

(1)  G. Da Bra. San Lorenzo fuori le mura. Roma 2005

(2)  O. Panciroli. Tesori nascosti dell’Alma Città di Roma. Roma 1625.

(3)  F. Ubodi. S. Lorenzo diacono e martire (Tra storia e leggenda). Roma 2008

(4)  G. Da Bra. Obra citada

(5) Reliquias de este santo se encuentran en diferentes lugares de la cristiandad. Después de Roma, el lugar donde hay un mayor número de ellas es el Monasterio de San Lorenzo del Escorial (España).

(6) En la cripta se encuentra también el cuerpo de San Esteban, protomártir y primer diácono. Según la tradición, su cuerpo fue sucesivamente enviado desde Jerusalén a Constantinopla y desde esta ciudad a Roma, durante el pontificado de Pelayo II (579-590), directamente a la basílica de San Lorenzo extramuros.  Allí fue colocado al lado del otro gran diácono, San Lorenzo, y de San Justino, mártir romano. Lo confirma también una inscripción en el arquitrabe de entrada a la cripta.

(7)  La actual basílica de San Lorenzo extramuros es el fruto de la unión de la primera basílica construida por orden de Constantino, ampliada por Pelagio II y de otra iglesia situada al lado de la primera, construida en el siglo V por Sixto III, y unificadas por Honorio III en el siglo XIII. A lo largo de los siglos fue restaurada en varias ocasiones, la última en el siglo XX, cuando la basílica fue casi arrasada por el bombardeo norteamericano de 1943.