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Quando Pietro incontrò Simon Mago a Roma… Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui

– L. Carracci. La caída di Simón Mago (1603) – Museo de Capodimonte, Nápoles

«Había llegado a aquella ciudad antes que Felipe un hombre llamado Simón. Tenía muy impresionada a la gente de Samaría con sus artes mágicas y se hacía pasar por un gran personaje. Todos estaban pendientes de él, pequeños y grandes, y decían: “Este es el poder de Dios”, pues se hablaba de un tal “gran poder de Dios.” Desde hacía tiempo los tenía alucinados con sus artes mágicas, y la gente lo seguía.» (Hechos de los Apóstoles, 8,9-11)

Pedro conoció per primera vez a Simón Mago cuando fue a Samaría, donde se había creado una comunidad cristiana fundada por Felipe. Simón Mago, un personaje con el cual San Pedro tuvo ocasión de enfrentarse muchas veces en su vida, era una especie de jefe religioso que asombraba a la gente con sus trucos, una suerte de mago que, después de conocer a Felipe, decidió hacerse bautizar, entrando así en la comunidad cristiana. Quedó muy impresionado por los prodigios que allí se hacían, sobre todo la imposición de las manos a los nuevos convertidos para que recibieran el Espíritu Santo.

Pero sucesivamente intentó convencer a Pedro para comprarle el poder de administrar, él también, el Espíritu Santo con la simple imposición de las manos, provocando la ira del apóstol. Y de este antiguo intento de comercio de cosas sagradas deriva el término de ‘simonía’.

Al ver Simón que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se transmitía el Espíritu, les ofreció dinero, diciendo: «Denme a mí también ese poder, de modo que a quien yo imponga las manos reciba el Espíritu Santo.» Pedro le contestó: «¡Al infierno tú y tu dinero! ¿Cómo has pensado comprar el Don de Dios con dinero? “(Hechos de los Apóstoles 8, 18-20)

Pedro volvió a encontrarse de nuevo con Simón Mago en Roma. El apóstol visitaba con mucha frecuencia la casa de Marcelo, un noble romano que había sido seguidor de Simón Mago y luego se convirtió al cristianismo. Marcelo fue uno de los principales seguidores de Pedro y tendrá un papel muy importante tras la muerte del apóstol, porque fue el que lavó su cuerpo y lo perfumó con ungüentos antes de deponerlo en una tumba que probablemente él mismo donó.

En Roma Pedro tuvo varios enfrentamientos dialécticos y públicos con Simón Mago, como también en otros lugares antes de llegar a esta ciudad. Si tomamos por buenos los Hechos de Pedro, la llegada a Roma de Pedro sería atribuible al deseo del apóstol de combatir las teorías de este falso profeta, que en Roma había cosechado muchos seguidores y estaba considerado como un Dios, llegando a atraer incluso la atención de Nerón. Era famosa su conducta inmoral pero asombraba al pueblo con sus prodigios y magia. Hasta le dedicaron una estatua con la inscripción: “Semoni-Deo-Sancto” colocada en la orilla del Tiber1. A estos enfrentamientos dialécticos asistía una gran muchedumbre, incluso senadores y personas importantes de Roma. Hasta se vendían localidades para asistir al espectáculo en el que hacían demostraciones de sus poderes: Simón Mago quería demostrar que poseía poderes superiores a los del Dios de Pedro, y que él era el verdadero hijo de Dios, gracias a sus poderes mágicos, y Pedro confutaba sus argumentos intentando demostrar que era un impostor.

En el último enfrentamiento Pedro hizo caer a Simón Mago, que se había elevado en el aire. Se partió una pierna y sucesivamente fue llevado por sus seguidores a Terracina y después a Ariccia, localidades a pocos kilómetros de Roma. Se hizo sepultar para demostrar que podía resurgir después de tres días, pero murió en la tumba. En Ariccia existe aun hoy un sarcófago, en el Parque de Villa Chigi, en el que habría sido depuesto el cuerpo de Simón Mago. Y en la Plaza de Corte de esta localidad, por encima de la fuente de los Tres Caños, existe una lápida, recolocada por el Ayuntamiento en 1993, que hace referencia al monumento sepulcral de Simón Mago y que precedentemente estaba al lado del sarcófago.

– Fuente de los tres caños, Ariccia (Roma). En la parte superior, lo que queda de la lápida del monumento sepulcral de Simón Mago

Pero veamos qué dicen los Hechos de Pedro:

Y ya al día siguiente una gran multitud se reunió en la Vía Sagrada para verlo volar. Y Pedro se acercó al lugar, habiendo tenido una visión (o, para ver el espectáculo), que él podría condenarlo también en esto; porque cuando Simón entró en Roma, sorprendió a las multitudes volando: pero Pedro quien lo condenó no estaba aún viviendo en Roma: la cual ciudad él los engañó por la ilusión, por lo que algunos se dejaron llevar por él (maravillados por él).

         Así que este hombre al pie en un lugar alto vio a Pedro y comenzó a decir: ‘Pedro, en este momento cuando me voy hacia riba ante toda esta gente que me ve aquí, yo te digo: Si tu Dios es capaz, a quien los Judíos pusieron a la muerte, y apedrearon a ustedes que fueron escogidos por él, déjalo que demuestre que la fe en Él es la fe en Dios, y déjalo aparecer en este momento, si es digno de Dios. Porque yo, subiendo, mostraré a toda esta multitud, quién soy yo’.

         Y he aquí, cuando fue levantado en lo alto, y todos lo vieron levantó sobre todo, Roma y los templos de la misma montaña, los fieles miraron hacia Pedro.

         Y Pedro al ver lo extraño del espectáculo clamó al Señor Jesucristo: ‘Si tú dejas a este hombre lograr lo que él se ha propuesto, ahora todos ellos los que han creído en ti serán ofendidos, y teniendo en cuenta las señales y prodigios que tú formaste a través de mí, no serán creídos: acelera tu gracia, Señor, y déjalo caer desde la altura y ser discapacitado; y no le permitas morir, pero ser hecho nada, y quiebra su pierna en tres partes’. Y se cayó de la altura y se partió la pierna en tres partes. Entonces todo hombre le lanzó piedras y se fueron a casa, y desde entonces creyeron en Pedro” (Hechos de Pedro, 32,1-2).

– P. Batoni. La caída de Simón Mago (1765) – Basílica de Santa María de los Ángeles, Roma

Este es un episodio muchas veces representado en la iconografía cristiana. En Santa María de los Ángeles de Roma, dos veces: la pintura de Pompeo Batoni, realizada en 1765 y la de Pierre-Charles Trémolière (1702-1739), que es una copia de la que pintó Francesco Vanni en 1603, que se encuentra en la capilla del Sagrado Corazón de la basílica de San Pedro en Vaticano, muy dañada y sucesivamente restaurada. Pero también está la de Ludovico Carracci, custodiada en el museo de Capodimonte de Nápoles. Y muchas más.

Pero lo más curioso es que en la iglesia de Santa Francisca Romana, en Roma, lugar cerca del cual habría tenido lugar el último enfrentamiento entre Pedro y Simón Mago, se conserva la prueba tangible de este acontecimiento. De hecho, empotrada en la pared derecha de la iglesia, a la altura del altar mayor, podemos ver una piedra con los surcos formados por las rodillas de Pedro cuando pedía a Jesús de que hiciera caer a Simón. Están protegidos por dos pequeñas rejas y un letrero en cima de ellos reza lo siguiente:

“In queste pietre pose le ginocchia S. Pietro quando i demonii port. Simon Mago per aria.”

(En estas piedras puso las rodillas S. Pedro cuando los demonios llevaron a Simón Mago por los aires”)

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1.– Eusebio di Cesarea. Storia ecclesiastica, II, 13-14