Tag
Antonio Beltrán, Benedicto XVI, British Museum, Caldero de Gundestrup, Canon Romano, Cáliz de Antioquía, Cáliz de Ardagh, Cátaros, Cenáculo, Copa de Hawstone Park, Huesca, Janice Bennet, José de Arimatea, Juan Pablo II, Longinos, Parsifal, Patrimonio de la Humanidad, Persecuciones Emperador Valeriano, Pirineos, Plegaria Eucarística, Precelio, reliquias, Robert de Boron, Roma, Rosacruces, Sacro Catino de Génova, San Donato, San Lorenzo, San Marcos, San Pedro, Sangre de Cristo, Santo Cáliz, Santo Grial, Sixto II, Templarios, Ultima Cena, UNESCO, Valencia, Vaso de Nanteos, Wagner
Il Santo Calice di Valencia Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui
El cáliz de la Última Cena, conocido también como el Santo Grial, inspiró una abundante literatura en la Edad Media, que se ha retomado con mucha fuerza en estos últimos veinte años.
Según la tradición británica, basada en la obra de Robert de Boron, fue utilizado por José de Arimatea para recoger la sangre de Cristo que salió de su costado como consecuencia del golpe de lanza asestado por Longinos. José de Arimatea lo habría sucesivamente llevado a Inglaterra entrando, así, a formar parte de ciclo artúrico.
Pero ésta no es la única versión y las tradiciones sobre quién se haya adueñado del cáliz se superponen. En cualquier caso, para cátaros, templarios y rosacruces, y para el esoterismo en general, esta reliquia tenía una enorme trascendencia. Incluso Wagner quiso dedicarle su obra Parsifal.