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Il mistero delle reliquie di San Benedetto Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui
¿Dónde están las reliquias de San Benito de Nursia (480-547), el fundador de la orden de los benedictinos?
Contrariamente a la tesis que sostienen los monjes de Montecassino (Italia), hay muchas dudas sobre la autenticidad de los restos del santo que actualmente descansan en el monasterio homónimo. De hecho, existe una fuerte tradición que nos habla del robo de estas reliquias durante la Edad Media por parte de algunos monjes franceses, y su traslado a Feury-sur-Loire, en la Francia central.
Este traslado puede reconstruirse a partir de dos textos independientes: un manuscrito del siglo VIII del monasterio de Saint Emmeram en Ratisbona, retomado por el estudioso Mabillon1, monje benedictino del siglo XVII, y la ‘Historia Longobardorum’ de Pablo Diácono (siglo VIII).
Según estos escritos, en una fecha comprendida entre el 660 y el 707, un grupo de monjes benedictinos de Fleury, guiados por el monje Aigulfo salieron hacia Montecassino – que había sido destruida por los Longobardos en el 577 y abandonada durante más de un siglo – con la intención de llevarse las reliquias de San Benito.
La expedición estaba justificada por el hecho de que los restos del santo tenían que ser salvados del estado de abandono en el que se hallaba el monasterio. Durante el viaje hacia Italia se les unieron algunos monjes de Le Mans, que también viajaban a Montecassino, porque habían recibido, a través de una visión, le petición de llevar a su ciudad los restos de Santa Escolástica.
Cuando llegaron a Roma, los de Le Mans se entretuvieron para resolver algunos asuntos, pero los de Fleury, se apresuraron a ir a Montecassino.
Según el manuscrito de Saint Emmeram los monjes fueron ayudados en la búsqueda de los restos por un guardián de cerdos, pero el descubridor de la tumba fue un cocinero que viajaba con la expedición que tuvo un sueño revelador. Bajo dos losas de mármol encontraron los restos de San Benito y los de su hermana Santa Escolástica, respectivamente.
Al poco tiempo llegó el grupo de Le Mans y puesto que los primeros no tenían intención de compartir las reliquias, volvieron rápidamente a Fleury. Fueron perseguidos por el Papa y por los longobardos que habían sido avisados, de manera sobrenatural, del robo. Pero la huida llegó a buen término gracias a un milagro: de los huesos empezó a salir sangre que manchó el lino en el que estaban envueltos y, más importante aún, se habían vuelto tan ligeros que el caballo que los llevaba no sentía su peso y no encontraron ningún obstáculo que les impidiera proseguir el viaje, pudiendo así volver a casa en un santiamén. Esto significaba que el santo había dado su consentimiento.
Los habitantes de Le Mans, habiendo tenido conocimiento de los hechos, fueron a Fleury para reivindicar las reliquias de Santa Escolástica que después de muchas negociaciones, finalmente consiguieron. Hoy están conservadas en Juvigny-sur-Loison.
El relato del traslado de San Benito responde a determinados esquemas literarios y presenta diversas analogías con otros famosos robos de reliquias, como por ejemplo las de los mártires Marcelino y Pedro, también llevadas a las Galias2.
La ‘Traslatio Benedicti’ fue extremadamente popular en Francia durante toda la Edad Media central. Los benedictinos francos dieron mucha importancia a este evento porque veían en este traslado la voluntad del santo de escoger ese país como su última morada. San Benito no sólo se había dejado trasladar desde Montecassino a Fleury-sur-Loire, sino que también había garantizado el éxito de la operación.
Históricamente se ha comprobado un traslado de reliquias pero no hay pruebas que dichas reliquias sean auténticas, máxime cuando en época carolingia existía un discreto tráfico de reliquias, verdaderas o falsas, sobre todo con Francia. A pesar de ello, en el bonito tímpano de la portada norte de la abadía románica (del siglo XI) de Fleury está representada la historia del robo de los restos del santo, queriendo así demostrar al mundo entero de qué manera han llegado a ese lugar.
Los monjes de Montecassino negaron, y siguen negando, que los restos de San Benito hubiesen sido robados. Pero en Francia, ya desde el momento de su llegada fueron expuestos a la devoción popular y actualmente están en la cripta de la abadía de Fleury. Indudablemente la presencia de tan importantes reliquias en tierra franca dio un enorme impulso a la orden benedictina. Sucesivamente, Ludovico Pío, hijo de Carlomagno, impuso la regla benedictina a todos los monasterios del imperio convirtiéndose así en la más influyente de Europa.
La mayor parte e los huesos robados atribuidos a San Benito y a Santa Escolástica están en Fleury o en Juvigny, salvo algunos cogidos en tiempos diferentes y regalados a varios monasterios. Los estudios realizados sobre estos restos confirman que pertenecieron a un hombre y a una mujer del siglo VI por lo que no serían incompatibles con la tradición del traslado.
Pero en 1950, bajo el altar mayor de Montecassino fueron hallados unos restos. La abadía de Montecassino, que había quedado destruida por los bombardeos anglo-americanos de 1944, empezaba a ser reconstruida. Así que fue encontrada una lápida con una inscripción que mandó poner el gobernador Giovanni Antonio Caraffa en 1486. Debajo de la lápida apareció una urna de 75x39x33, en la que el abad Angelo Noce había mandado poner las reliquias en 1659. La urna fue abierta y debajo de la tapa se podía leer la inscripción ‘Ssmi Benedicti et Scholast. Sacra ossa et cineres’. En el interior se hallaba una arqueta de madera de ciprés que a su vez contenía otra de plomo con grabada la frase “Ssmus P.P. Benedictus et Scholastica”.
El interior estaba dividido en dos partes desiguales, la más grande llena en dos tercios de huesos revueltos y la otra llena de fragmentos y cenizas. Después de diferentes estudios, en 1955 estos restos fueron sellados y recolocados bajo el altar mayor de la basílica restaurada.
Estos huesos se compararon con los conservados en Fleury y Juvigny. No hubo una confrontación directa o presencial sino que se estudió la lista, es decir la nomenclatura, las medidas y las fotos. Fueron detectados algunos huesos ‘repetidos’, cosa que llevaría a descartar la idea que los huesos presentes en los dos lugares hubieran pertenecido a las mismas personas, o que sólo hubiera una parte de estos o que en un momento determinado de la historia una parte hubiera sido devuelta.
Tampoco de los huesos hallados en Montecassino existe una evidencia segura que hubiesen pertenecido a los dos santos. De hecho, los restos encontrados en el siglo XV en la urna encargada por el abad Angelo della Noce en el siglo XVII sólo se ha podido hacerlos remontar a los que en 1066 encontró el abad Desiderio, el cual creyendo que serían los del santo los depositó en la tumba de San Benito. Pero, ¿qué reliquias encontró el abad Desiderio? Los testigos y los documentos anteriores a 1066 son pocos y confusos3.

Detalle del altar mayor de la Abadía de Montecassino. En su interior reposan los restos de San Benito y Santa Escolástica
A pesar de ello, un hecho está históricamente demostrado: en el 759 el abad de Montecassino Optato, bajo petición del rey Desiderio, envió a Leno (Brescia – Italia) a un grupo de monjes con algunas reliquias (los huesos del brazo) de San Benito, señal que en esa fecha las reliquias se hallaban en Montecassino. De las reliquias llevadas a Leno un hueso fue devuelto a Montecassino en 1878, porque antes del descubrimiento de 1950 las de Brescia, según los monjes de Montecassino, eran las únicas reliquias ‘seguras’ existentes del santo. Esta reliquia es llevada todos los años en procesión por las calles de Cassino. Pero según recientes estudios, las reliquias de Brescia no son compatibles con las encontradas en 1950.
Las reliquias de San Benito siempre han sido objeto de reivindicación entre Montecassino y Fleury-sur-Loire, que cambió su nombre a St Benôit-sur-Loire, en honor al santo. Pero está históricamente probado que en Montecassino hasta finales del siglo VIII existía un culto a San Benito como también es cierto que los testimonios sobre la veneración de las reliquias de San Benito en Fleury, a partir del siglo X, son muchos y precisos.
El misterio continúa…
1.- Vetera Analecta, vol IV. 2.- Sobre el problema del robo de reliquias en época carolingia consulta también mi artículo ‘Deusdona: el más famoso ladrón de reliquias de todos los tiempos’ 3.- Consulta también http://ora-et-labora.net/reliquie.html
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Un racconto coinvolgente e un mistero più affascinante di quelli scritti da Dan Brown.
Brava.
Nicola
Non esagerare….. comunque grazie!
Il timpano dell’abbazia di Fleury mi manda in estasi, Nicoletta..che ordito nel marmo…!!!
Sono d’accordo. Ce ne sono tanti e di bellissimi. A me poi, che piace tanto il romanico…
Cercherò notizie sulla Cattedrale: ormai hai sobillato la mia curiosità che, con la incipiente senescenza, cresce.
😀
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