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I sandali di Cristo                                                                                              Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui

Que las sandalias fueran el tipo de calzado utilizado en los tiempos de Cristo creo que lo sabemos todos, y que Cristo las utilizara, también. Además, nos lo confirma el Evangelio:

“Juan respondió, diciendo a todos: ‘Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más poderoso que yo; a quien no soy digno de desatar la correa de sus sandalias; El os bautizará con el Espíritu Santo y fuego’.”(Lc, 3-16)

Pero ¿Todavía existen? ¿Dónde están? En La abadía de Prüm, en Renania (Alemania), muy cerca de la frontera con Bélgica. Esta localidad en época carolingia pertenecía al reino franco. La abadía de hecho fue fundada en el 720 por Bertrada la Anciana, condesa merovingia y bisabuela de Carlomagno, quien la confió a la orden de los benedictinos.

Quien vea por primera vez la teca con la reliquia de las sandalias de Cristo se queda un poco sorprendido porque no es lo que uno se esperaría. De hecho, parecen más bien unas lujosas babuchas.

El abad Folrado dona al papa Esteban II, de parte de Pipino el Breve, el Exarcato y la Pentápolis

Pipino el Breve

La reliquia fue donada en el 752 por el papa Zacarías (741-752) a Pipino del Breve, tal vez para sellar el pacto entre los Francos y la Iglesia: Pipino el Breve habría sido reconocido por la Santa Sede como rey legítimo (en lugar de un merovingio) a cambio de ofrecer protección contra la invasión longobarda. De hecho, en el 754 Pipino fue ungido y consagrado rey por el sucesor de Zacarías, papa Esteban II, y manteniéndose leal al pacto Pipino, en dos ocasiones (754 y 756), venció a los Longobardos expulsándolos de los territorios reclamados por la Iglesia que éste le donó, es decir buena parte de Italia Central. Estos territorios constituyeron el primero núcleo del Estado Pontificio.

La reliquia de las Sandalias de Cristo dio a la abadía de Prüm un gran prestigio y pronto se convirtió en el lugar de culto más importante del reino de los Francos, siendo también meta de muchas peregrinaciones. Este prestigio continuó durante varios siglos incluso cuando Carlomagno hizo de Aquisgrán la capital de su imperio, donde mandó construir la famosa capilla palatina en la que guardaba muchas importantes reliquias, y Prüm tuvo que ceder parte de su protagonismo. Protagonismo que perdió definitivamente en 1524 cuando tuvo lugar la primera exposición de la Sagrada Túnica de Tréveris. Por si esto no fuera poco, en 1574 Prüm perdió también la independencia de la antigua ciudad romana, poniendo fin a cinco siglos de luchas por la supremacía.

Prüm, Basílica del Salvador

En el 1794 el monasterio fue cerrado por Napoleón y los monjes no volvieron nunca más. Las sandalias de Cristo, junto con otras reliquias, fueron trasladaadas por los feligreses de Prüm a Frankfürt, por seguridad. En el siglo XIX el interés por la basílica y sus reliquias disminuyó mucho. Más tarde la iglesia abacial se convirtió en iglesia parroquial. En 1850 las reliquias volvieron a Prüm. Los médicos y los farmacéuticos mandaron construir un magnífico reliquiario para las sandalias de Cristo y tímidamente las peregrinaciones empezaron de nuevo, aprovechando también la nueva línea ferroviaria que conectaba la ciudad con Colonia. Actualmente la reliquia está en el coro de la iglesia y se muestra después de la misa del domingo a parroquianos y peregrinos. Incluso Ángela Merkel la visitó.

¿Cómo llegó esta reliquia a Roma? Como en muchos casos en los que no existen documentos de soporte, se recurre, una vez más, a la emperatriz Elena, quien habría llevado a Roma todas las reliquias posibles de Cristo. Claro, es una mera especulación. Además, hay que decir que existía otra reliquia de las Sandalias de Cristo, que permaneció en Bizancio hasta al menos el siglo XII, en su colección imperial. Nos lo cuenta en 1171 Guillermo de Tiro, cronista de la Cruzada, que acompañaba a Amalrico, rey de los Cruzados. Guillermo escribe que el emperador Manuel I Comneno enseñó a Amalrico su colección de reliquias entre las que estaban también las Sandalias de Cristo. Pero esto no es todo. Entre las reliquias conservadas en Roma, en el Sancta Sanctorum del Letrán, sucesivamente llevadas al Vaticano a comienzos del siglo pasado, las Sandalias de Cristo también estaban en la lista.

Como no estamos en condición de desvelar el misterio, nos concentraremos en la reliquia de Prüm, porque no hace mucho fue noticia debido a los estudios llevados a cabo por el genetista Gérard Lucotte, el mismo que examinó la túnica de Argenteuil, para demostrar su autenticidad.

El relicario contiene una suerte de suela ricamente bordada con hojas de oro, una especie de árbol de la vida. A los dos lados de la suela vemos dos ‘pantuflas’ también decoradas en oro que parecen más un tipo de calzado aristocrático que unas pobres sandalias, y menos aún del siglo I. Sin embargo, parece ser que la ‘verdadera’ reliquia está dentro. Una inscripción habla de ‘partes de las sandalias del Santísimo Salvador’ (Particulae Sandaliis SS. Salvatoris), dando a entender que sólo son algunas partes de las sandalias de nuestro Señor. Estos fragmentos fueron incorporados en estas riquísimas pantuflas en época carolingia, siglos VIII-IX.

El  profesor Lucotte estudió la reliquia y en 2011 presentó los primeros resultados. Por el análisis químico realizado sobre estos fragmentos de cuero (donde también hay parte de la correa) ha sido hallada la presencia de minerales de silicato, característicos del desierto. La presencia de óxido de hierro indica su procedencia de una región árida. También se han encontrado trazas de titanio, elemento relativamente raro y presente en ambientes ricos en hierro, conocido como Tierra Roja, principalmente presente en la región de Jerusalén.

El hecho de que esta reliquia pueda ser un fragmento de antiguas sandalias utilizadas en Judea podría ser plausible. Pero ¿demostraría esto que éstas son las sandalias de Cristo?

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Para conocer más a fondo los estudios realizados:

Michael Hesemann: cf. Vatikan Magazin, mars 2012 p. 28ss – 2. Prof. Gérard Lucotte: “La Sandale du Christ”, cf. Actes (de COSTA/UNEC) p. 48ss .