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Gli abiti di Cristo (3): La tunica fantasma                                                      Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui

Después de haber hablado de dos sagradas túnicas, la de Tréveris y la de Argenteuil, que sean auténticas o no, por lo menos existen, completaremos la trilogía con una túnica que podríamos llamar ‘virtual’, o fantasma: la túnica de Mtskheta.

Este nombre tan complicado de escribir y pronunciar designa una de las más antiguas ciudades del Cáucaso, que ya existía en época helenística y era la capital del reino de Iberia, la actual Georgia. Se encuentra a pocos kilómetros de la capital actual, Tblisi.

Este antiguo reino fue el segundo en convertirse al cristianismo, después del de Armenia. Y su cristianización se debe a una joven llamada Nino (o Ninó, siglo IV), que pronto se convertirá en Santa Nino. La evangelización del reino de Iberia y la historia de la santa túnica están íntimamente conectadas. Esta conexión llega a través de una leyenda medieval del siglo X, reflejada en el códice Schatberti, en el que se describe la ‘conexión de Kartlis’, es decir de Georgia.

Según esta fuente, cuando los soldados romanos echaron a suerte la túnica de Cristo, un súbdito del reino de Iberia, llamado Elioz, se encontraba en Jerusalén; consiguió hacerse con la sagrada túnica y la llevó a su país, en el Cáucaso. Cuando llegó a casa, su hermana Sidonia la cogió en sus manos y abrumada por la emoción murió en el acto. Inútiles fueron los esfuerzos de arrancar de las manos de Sidonia la sagrada reliquia, razón por la cual tuvieron que enterrarla junto con la fallecida sobre cuya tumba creció un cedro del Líbano.

Nino, una joven procedente de Capadocia, tuvo conocimiento de que la túnica había ido a parar a Mtskheta, capital del país que se encontraba al final del mundo conocido. Decidió, por tanto, ir a Iberia, pasando primero por Armenia, para ver la famosa túnica y ya de paso convertir al pueblo. Consiguió convertir al rey Mirian, a la reina Nana y a todo el pueblo, y a curar a muchos enfermos. No se olvidó de buscar la túnica de la que se dijo que estaba enterrada junto con la hermana de Elioz, debajo del cedro del Líbano que aún seguía vivo después de unos cuatro siglos.

Nino ordenó que en aquél lugar se construyera la primera iglesia de Georgia. Además mandó cortar el cedro para hacer una columna que se utilizaría para su construcción. Pero nadie era capaz de mover el tronco. Solo después de una entera noche de oración de Nino, la columna se elevó envuelta por una aureola. Del tronco empezó a salir una especie de ‘maná’ que curaba las enfermedades y desde aquél momento empezó a hacer milagros.

Pero ¿quién era Nino? Se trata de un personaje realmente existido. Los historiadores de la iglesia católica de los siglos IV y V hablan de la cristianización de Iberia por parte de una prisionera, una esclava llevada a Georgia en contra de su voluntad, que gracias a la fuerza de su oración sanaba a los enfermos. En cambio las fuentes hagiográficas ortodoxas nos cuentan que era la única hija de un general romano, emparentado con San Jorge. Siendo adolescente tuvo la visión de la Virgen quien le dijo que tenía que ir a Georgia a enseñar el Evangelio. Nino, después de atravesar Anatolia y Armenia llegó a Iberia. En cuanto a su origen, sin embargo, todas las fuentes están de acuerdo: Capadocia.

Interior de la catedral de Svetiskoveli – Estructura dentro de la cual debería encontrarse la columna, construida sobre la tumba de Sidonia, enterrada junto con la sagrada túnica

Sobre el primer templo mandado construir por Nino en el siglo XI se erigió una catedral cuya estructura aun se conserva a pesar de las reconstrucciones posteriores. Aun hoy, la famosa columna sobre la cual surgió la iglesia está presente en el interior de la misma, pero casi desde el primer momento fue cercada con un muro porque muchos peregrinos que se acercaban, con la escusa de besarla se llevaban algunos fragmentos con los dientes, como sucedía con la reliquia de la Vera Cruz de Jerusalén. La iglesia se conoce con el nombre de Svetiskoveli, donde sveti significa ‘columna’ y tskhoveli ‘que vive’, es decir la columna que da la vida, aludiendo a las curaciones milagrosas y desde 1994 está incluida en los lugares patrimonio de la humanidad de la UNESCO, junto con los otros monumentos históricos de Mtskheta.

Catedral Svetiskoveli – Mtskheta

Volviendo a nuestra reliquia, a su historia se le han añadido otras. Asumiendo que fue ‘creada’ (la historia, no la túnica), como he dicho antes, en el siglo X, fue a partir del siglo XI cuando empezó a difundirse su fama. Tanto es así que cuando en el siglo XIV la iglesia quedó destruida por Tamerlán, se decía que la túnica había sido extraída del sepulcro de Sidonia y conservada en la cámara de los tesoros hasta su reconstrucción. Más adelante, en 1526, Ursan Beg, enviado por el persa Shah Abbas, entregó al patriarca moscovita Filarete la ‘Santa Túnica de Georgia’, asegurando que su señor la había sustraído de la iglesia de Mtskheta. En Moscú, por tanto, se erigió en su honor el Monasterio de la Nueva Jerusalén de Istra, cuya iglesia era una copia de la basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén. En este lugar fue llevada la presunta reliquia, aunque parecía que se tratara más bien de un lienzo de lino de dos pulgadas cuadradas de color amarillento. En Georgia se insistía que era una falsificación y que la verdadera reliquia continuaba hallándose debajo de la ‘columna que alimenta la vida’.

Y allí sigue, aunque una cosa está clara: la túnica de Mtskheta nunca ha sido vista por nadie, por lo menos no existen documentos que prueban lo contrario.