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Le reliquie della passione di Cristo su ‘Reliquiosamente’(Seconda parte) Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui

Cristo entre los símbolos de la pasión, 1405 aprox. – N. di Pietro Gerini. Museo Nazionale d’Arte Medievale e Moderna, Arezzo (Italia)

Retomamos la reseña de las reliquias de la Pasión de Cristo, iniciada en un artículo precedente, en el cual se examinaban la Vera Cruz, los Clavos, la Corona de Espinas, la Lanza y el Titulus Crucis. En esta segunda parte hablaremos del resto: la Columna de la flagelación y el Flagelo, la Túnica, la Esponja y el Velo de la Verónica.

La ‘Columna de la flagelación’ es la columna a la cual fue atado Jesús en la que recibiría 39 latigazos antes de ser trasladado al palacio del pretorio, a Poncio Pilatos, para luego ser llevado al Calvario, subiendo y bajando la escalera de este palacio, la escalera que ahora veneramos como ‘La Scala Santa’. En los Evangelios, mientras que el episodio de la flagelación es mencionado por todos los evangelistas, ninguno hace referencia a esta columna. Tal vez porque en el normal modus operandi estaba implícito el uso de la misma. En cualquier caso está considerada como una reliquia de gran importancia. De esta también, sin embargo, existe más de una, y la más famosa se encuentra en Roma, en la iglesia de Santa Práxedes.

La columna de la flagelación. Juicio Universal (1535-41), (detalle). M. Buonarroti, Capilla Sixtina, Vaticano

La flagelación era un castigo muy duro en el que no se utilizaba un simple látigo, sino el ‘flagellum taxellatum’, formado por tres correas de cuero que en cuyos extremos tenían nudos, esferas metálicas o incluso garfios que laceraban la piel, hasta hacerla caer a pedazos.

Jesucristo atado a la columna,1626-28. D. Velázquez. National Gallery, Londres

Las heridas causadas por la flagelación, además de las causadas por la corona de espinas, habrían quedado impresionadas en la Sábana Santa. Pero también en la túnica, la Sagrada Túnica, la que los soldados romanos se jugaron a suertes porque, siendo inconsútil, es decir sin costuras, no podía dividirse. De sagradas túnicas se conservan dos, ‘La Sagrada Túnica de Tréveris’ y la ‘Sagrada Túnica de Argenteuil’. Las dos fueron sometidas a exámenes científicos que han arrojado diferentes resultados. Las túnicas son de diferente tipología, y para zanjar cualquier problema, y demostrar que ambas son auténticas, se ha ido afianzando una teoría según la cual una de ellas sería la túnica exterior y la otra la interior. De hecho, según el uso hebraico, las prendas que normalmente se utilizaban eran tres: una túnica interior (interula, subucula) más corta en el caso de personas humildes y larga hasta los tobillos para los ricos, con mangas cortas o medias mangas; una túnica exterior o túnica larga (tunica), sujeta en la cintura con una correa, y que llegaba hasta los pies; y una capa (pallium, toga) que se utilizaba en la estación fría y fuera de casa.

Cristo desnudado,1451-53. Beato Angelico. Armario de los Argenti, Museo di San Marco, Florencia

Pero existe también una hipotética tercera túnica, la de Mtskheta, antigua capital del reino de Iberia, la actual Georgia. Hasta aquí la habría traído un súbdito de este reino, llamado Elioz, que se hallaba en Jerusalén en el momento de la crucifixión de Cristo, después de haberla conseguido de un soldado romano al que le tocó en suerte. Sidonia, la hermana de Elioz, la abrazó y por la emoción se murió. La túnica fue sepultada junto a ella porque fue imposible quitársela de las manos. Sobre su tumba creció un cedro del Líbano que da origen a una bellísima tradición. En mi artículo la describo cómo ‘La túnica fantasma’ porque nunca nadie la ha visto, pero todos creen que sigue estando allí.

Soldados que se juegan a los dados la túnica de Cristo. N. Réigner (1591-1667) Palais des Beaux-arts, Lille

La Sagrada Esponja es la que, embebida de agua y vinagre, fue ensartada en una caña o en un bastón para dar de beber a Cristo agonizante en la cruz, según describen los evangelios de Mateo, Marcos y Juan. De esta reliquia se ha perdido todo rastro. Parece ser que desde Jerusalén llegó a Constantinopla para luego acabar de nuevo en Jerusalén, en la basílica del Santo Sepulcro. Es posible que hubiera sido comprada por Luis IX junto con la Corona de Espinas y otras valiosas reliquias. Hasta hay quien sostiene que habría sido llevada a Mantua por Longino junto con la Santa Lanza… En cualquier caso, hay presuntos trozos de esta esponja en diferentes lugares, pero no ofrecen la menor garantía de formar parte del original.

Y ahora vamos a hablar de la más misteriosa de las reliquias: el Velo de la Verónica. Verónica es el nombre de la mujer que, camino del Calvario, secó el rostro ensangrentado de Cristo con su velo, quedando impresionada su imagen. Todos, más o menos, conocemos este episodio de la pasión de Cristo, fundamentalmente porque ha sido popularizado por el Via Crucis, del cual constituye una estación.

Hay que decir que este episodio es posible que nunca haya existido porque, no solo los Evangelios no lo mencionan, sino que tampoco se encuentra en toda la literatura cristiana anterior al siglo XII. No obstante, es uno de los episodios más conocidos de la pasión de Cristo, habiendo dejado también una considerable huella en el arte. El Velo de la Verónica, de hecho, está representado en centenares de cuadros, frescos y esculturas.

Verónica, 1508. L. Costa. Museo del Louvre, París

Según algunos, Verónica1 sería la unión de las dos palabras, latina y griega, Vera e Icon, es decir verdadera imagen, y según otros sería la distorsión de Bernike o Berenice, a la que hacen referencia los Apócrifos, identificando esta mujer con la hemorroísa, curada milagrosamente por Jesús, y que vivía en Cesarea de Felipe, en Palestina. Y esto porque se cree que el velo de la Verónica deba identificarse con el Velo de Camulia, ciudad cercana a Edesa, donde habría sido encontrado por una mujer en un pozo, y sucesivamente llevado a Cesarea de Capadocia, la ciudad de la hemorroísa Berenice, aunque existe una confusión en las fuentes entre esta Cesarea y Cesarea de Felipe.

El hecho es que, de una manera que aun se desconoce, esta reliquia habría llegado a Roma en el siglo VIII constituyendo, junto con la tumba de San Pedro, uno de los mayores reclamos para los peregrinos. Sobre la estela de la ‘fama’ de esta imagen, han surgido otras en el mundo2, que también pasan por ser la Verdadera Imagen, como por ejemplo la Santa Faz de Alicante (España) y el Santo Rostro de Jaén (España) porque, según una de las tradiciones, cuando Verónica volvió a su casa con el velo manchado con la sangre del rostro de Cristo, se dio cuenta que el paño estaba doblado en tres, quedando la imagen impresa no solo en la parte superior sino también en las otras dos.

Pero el contrincante más fuerte de esta reliquia, es decir de la Verónica del Vaticano es, desde hace algunos años, el Velo de Manoppello1, lugar donde habría sido llevada la reliquia en 1527 para sustraerla al saqueo de Roma por parte de los Lansquenetes. Para muchos sería el verdadero Velo de la Verónica y la del Vaticano sería una copia hecha para ocultar el robo. El Vaticano no se pronuncia al respecto y ya en 1618 afirmó que la Verónica nunca fue robada, e actualmente se conserva en uno de los ‘Cuatro Pilares de la Cúpula de San Pedro’.

El Velo de la Verónica es una de las más famosas imágenes aquerópitas, del griego ‘acheiropoietos’, es decir ‘no pintada por mano humana’. Esta fama la comparte con el Mandylion de Edesa3.

La historia de la Verónica es muy apasionante, como también la de las otras imágenes aquerópitas4, sobre las cuales no me entretengo más porque iría más allá del objeto de este artículo.

Y para terminar por todo lo alto, recuerdo que en el Puente Sant’Angelo en Roma, pueden verse todas las reliquias de la pasión sostenidas por 10 ángeles, obra de Bernini y sus discípulos, un verdadero museo al aire libre, con el Castel Sant’Angelo de frente y la cúpula de San Pedro en el fondo, como explico en ‘Los instrumentos de la pasión de Cristo están en Ponte Sant’Angelo’.

¡Feliz Pascua a todos!

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1.- Para profundizar sobre el Velo de la Veronica (y el Velo de Manoppello): Las santas imágenes aquerópitas (1) La Verónica: pero ¿cuántas hay?

2.- Las santas imágenes aquerópitas (2) La Verónica: pero ¿cuántas hay?– ‘La Santa Faz’ y el ‘Santo Rostro

3.- Para profundizar sobre el Mandylion : Las santas imágenes aquerópitas (3) El ‘Mandylion’ de Edesa: el arquetipo di todas las aquerópitas

4.- Una de las más espectaculares es la Aquerópita del Salvador: Las santas imágenes acherópitas (4): la aquerópita del Salvador en el ‘Sancta Sanctorum’