Tag
Agnes Blannbekin, Amberes, Apócrifos, Balduino I de Jerusalén, Basílica del Santo Sepulcro, Calcata, Carlomagno, Charroux, Circuncisión, Concilio Vaticano II, Coulombs, Cristo, Enrique V de Inglaterra, Evangelio árabe de la infancia, Hugonotes, Irene de Bizancio, James Joyce, Jesús, Lansquetenes, León III, María Magdalena, reliquias, San Juan de Letrán, Sancta Sanctorum, Santa Brígida de Suecia, Santa Catalina de Siena, Santo Prepucio, Saqueo de Roma, Ulises, Virgen María
Il Santo Prepuzio Puoi leggere ques’articolo in italiano cliccando qui
Del Santo Prepucio de Jesús no se habla en los Evangelios. Únicamente en el evangelio de Lucas hay una mención a la circuncisión, un rito obligado en el seno de la religión hebrea. “Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno” (Lc 2,21).
Mayores detalles los encontramos en el apócrifo ‘El Evangelio árabe de la infancia’: “Y, cuando fueron cumplidos los días de la circuncisión, es decir, al octavo día, la ley obligaba a circuncidar al niño. Se lo circuncidó en la caverna, y la anciana israelita tomó el trozo de piel (otros dicen que tomó el cordón umbilical), y lo puso en una redomita de aceite de nardo viejo. Y tenía un hijo perfumista, a quien se la entregó, diciéndole: ‘Guárdate de vender esta redomita de nardo perfumado, aunque te ofrecieran trescientos denarios por ella’. Y aquella redomita fue la que María la pecadora compró y con cuyo nardo espique ungió la cabeza de Nuestro Señor Jesucristo y sus pies, que enjugó en seguida con los cabellos de su propia cabeza”(V-1).