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Carlo Magno: un santo?                                                                                   Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui   carlomagno Carlomagno era un gran coleccionista de reliquias y ya desde niño le apasionaban. En edad adulta llevaba un collar con colgantes de cristal que contenían fragmentos de la Vera Cruz y su famoso ‘talismán’ constituido por dos zafiros con dentro fragmentos de la Vera Cruz y un mechón de pelo de la Virgen.  Actualmente esta joya se custodia en el tesoro de la catedral de Reims.

Pero no se trataba simplemente de devoción. Cuando su reino empezó a expandirse, aumentando así también su poder, utilizó la religión, y en particular las reliquias, como elemento de unificación de su reino bajo un solo credo, aprovechando también su alianza con la Santa Sede que lo llevó primero a conquistar el reino longobardo, proclamándose “Gratia Dei Rex Francorum et Longobardorum” en el 774, y después Emperador del Sacro Romano Imperio en el año 800, siendo coronado por el mismo papa León III.  Su política era la de contrarrestar el poder y el prestigio de Bizancio, presentándose como el legítimo sucesor de los emperadores de Occidente. Al culto por las imágenes propugnado por Bizancio, respondía con el culto por las reliquias, que constituían no la imagen del santo sino el santo mismo.

Pero a pesar del aura de santidad que ha envuelto a este personaje, en guerra con sus enemigos era despiadado, aunque premiaba con mucha generosidad a sus guerreros. La conversión de Ávaros y Sajones fue todo menos pacífica y de hecho, las campañas de conversión fueron muy crueles: en el 782 fueron decapitados 4.500 prisioneros rebeldes Sajones. Pero de esto las crónicas no hablan demasiado. palacio-aquisgran Escogió Aquisgrán (Aachen en alemán, Aix-la-Chapelle en francés), como capital del imperio donde construyó su palacio que formaba un único complejo con la iglesia y la famosa Capilla Palatina, que aun hoy constituye el núcleo más importante de la catedral. Se construyó sobre el modelo de San Vitale de Rávena, de la cual Cappella palatinahabía quedado muy impresionado. De esta ciudad, y también de Roma, importó diferentes materiales y elementos decorativos para ser utilizados en el gran complejo arquitectónico. La iglesia tenía dos niveles: la parte superior, dedicada a Cristo, se comunicaba con el palacio a través de un pasadizo privado; el espacio inferior, más accesible en el sentido que en él podían entrar los funcionarios y los cortesanos, estaba dedicado a la Virgen y se utilizaba para la liturgia.

Fue consagrada en el 804 por el mismo papa León III. El núcleo de la Capilla Palatina estaba en el nivel superior, en la torre de la fachada occidental, que hoy ya no existe, donde se situaba el Tronotrono. Por lo tanto era un espacio destinado al emperador y a los altos dignitarios de la corte. El trono, como aun puede verse, y como el de Salomón, está sobre una plataforma con seis escalones y en su interior tiene algunos compartimentos donde se conservaban reliquias. De esta manera todo juramento prestado sobre éste tenía un doble valor: compromiso sagrado y secular. La fórmula para los juramentos era: “Puedan Dios y los santos a los que estas reliquias pertenecen, juzgarme”.

La Capilla Palatina inicialmente se construyó para custodiar una parte de la ‘capa’ de San Martín de Tours, de donde deriva el nombre ‘capilla’. Pero también había más reliquias: una túnica de la Virgen, los pañales del Niño Jesús, un paño utilizado en la decapitación de Juan Bautista y el paño de pureza que Jesús llevaba en la crucifixión. La medidas de la Capilla Palatina están todas basadas en el número 12 (12 pies, casi 4 metros), el número sagrado de la Apocalipsis, el número perfecto. Tiene 144 pies de ancho (12×12) y 108 (12×9) de alto. Los ocho lados del octógono central miden 144 pies, y cada lado mide 18 pies (12 + la mitad). talismano-carlo-magnoCuando Carlomagno murió, fue sepultado en un sarcófago romano del siglo II d.C. (el famoso sarcófago de Perséfones) que fue depositado debajo del pavimento de la basílica.

En el año 1000 (año apocalíptico) su fama todavía no se había extinguido, por lo que el emperador Otón III decidió promover su culto y para ello exhumó su cuerpo. Mandó romper el suelo de la capilla hasta que encontraron el sarcófago. Nos lo cuenta, pocos años más tarde (hacia 1012-18), el escritor Thietmar de Merseburg: a la apertura del sarcófago encontraron el cuerpo del emperador (que medía casi dos metros) sentado con la espalda erguida, como si aun estuviese reinando.  Otón cogió la cruz que colgaba del cuello de Carlomagno y su famoso talismán, además de partes de los que quedaba de las vestiduras. El resto fue puesto de nuevo en la tumba. Pero mayores detalles nos los proporciona la ‘Crónica Novalesa’ redactada en Piamonte en 1027 y basada en el testimonio de uno de los protagonistas, Otón conde palatino de Lomello, uno de los tres personajes que acompañaron al emperador en la apertura del sarcófago.  Según esta crónica, cuando se abrió el sarcófago se difundió un perfume muy intenso; Carlomagno no yacía sino que estaba sentado en el trono. Ceñía una corona de oro y tenía el cetro entre las manos cubiertas por guantes que las uñas, al crecer, habían perforado. El emperador lo revistió de ábitos cándidos, le cortó las uñas y restauró lo que estaba deteriorado. Su cuerpo estaba intacto y le faltaba únicamente la punta de la nariz, que Otón mandó que se la rehicieran en oro. Sacó después un diente de la boca de Carlos, reconstruyó el monumento y se fue.   reliquiario carlo magno

Hay que decir que el hecho que al emperador lo encontrasen sentado no responde a verdad sino a una incorrecta interpretación de la Crónica Novalesa, donde se afirma que el emperador ‘in quandam cathedram ceu vivus residebat’. La expresión ‘in cathedram residere’ se utilizaba para referirse a un obispo, pero no para indicar que estuviera sentado en un trono, sino que llevaba todos su paramentos, como si estuviera sentado en el trono.  Thietmar, de su parte, afirma que estaba ‘in solio regio’ que podría simplemente aludir a un ‘sarcófago regio’.

Pero a pesar de la confusión sobre la posible postura del emperador en el sarcófago, sobre el resto no hay dudas: nos encontramos frente a un personaje que, no siendo aun canonizado, se cogen sus uñas, parte de sus vestidos y un diente para hacer reliquias. Se le quita la cruz pectoral y el talismán que llevaba al cuello.

A partir de ese momento, el año 1000, Carlomagno comienza su vida mítica y toma una dimensión legendaria que ha terminado por ocultar la realidad de su vida física. La maniobra otoniana no fue sólo motivada por la admiración por este personaje, sino también por su programa de restauración del imperio romano ya empezado por Otón I en el 962. Era políticamente necesario remontarse a un pasado glorioso, digno de un imperio glorioso y mejor aún si fundado por un santo. OLYMPUS DIGITAL CAMERA

En 1165 Federico Barbarroja obligó al antipapa Pascual III a canonizar a Carlomagno, mientras que Federico II hizo colocar sus restos en un relicario dentro de la Capilla Palatina (1215). Se trata de un magnífico relicario dorado, hoy custodiado en el tesoro de la catedral junto con la cruz pectoral del emperador y otras reliquias.

Una vez santificado empezaron a llegar peregrinos en busca de milagros. Su cuerpo fue desmembrado y alimentó un lucrativo comercio de reliquias. Barbarroja le amputó el brazo, que está custodiado en el famoso brazo relicario. La parte superior del cráneo fue sucesivamente recogida en un busto relicario por orden de Carlos IV. Otros fragmentos fueron a diversos lugares. Pero la parte principal permanece en el citado relicario. El culto se difundió rápidamente. La iglesia oficial, frente a tanto fervor popular, decidió no intervenir: no invalidó la canonización pero tampoco la confirmó. Además, de alguna manera se sentía ‘en deuda’ por todo lo que Carlomagno había hecho por la Iglesia, sobre todo el reconocimiento de los territorios pontificios. braccio 1Con los siglos el culto a Carlomagno se convierte en una tradición, un hecho, con la tácita tolerancia de la Iglesia romana. En el siglo XVIII Benedicto XIV concluye que, en ausencia de condena, se puede pensar que haya habido una beatificación ‘equipolente’ es decir por equivalencia entre una veneración tradicional y una beatificación regular. Carlomagno nunca ha sido inscrito en el calendario litúrgico romano, y consiguientemente tampoco ha sido eliminado, y su culto de esta manera se ha perpetuado hasta el siglo XX, particularmente en Alemania. Hoy el culto a Carlomagno se celebra sólo en Aachen y está ‘tolerado’ por indulto de la S. Congregación de Ritos. firma Carlo Magno