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Come e perché arrivò la lancia di Longino a Roma?                                      Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui

Urna que contiene la Santa Lanza. Basílica de San Pedro en Vaticano(1)

Como ya expliqué en mi artículo “Los cuatro pilares de la cúpula de San Pedro”, la lanza de Longino(2), con la que el centurión romano atravesó el costado de Cristo, fue un ‘regalo’ del sultán Bayazid II al papa Inocencio VIII. Pero ¿por qué?.

En 1453 Constantinopla cae baja la furia de los turcos otomanos guiados por Mehmed II. Esto pone fin al Imperio Bizantino. A la muerte de Mehmed II (1481) la sucesión al trono es disputada por sus dos hijos: Bayazid, el mayor, y Djem. Djem es derrotado y se refugia con los Caballeros de San Juan de Jerusalén, que se hallaban en Rodas, pensando aliarse con éstos contra su hermano. Pero los Caballeros llegaron a un acuerdo con Bayazid: habrían mantenido a Djem lejos de Constantinopla a cambio de una renta anual de 40.000 ducados por mantenerle prisionero. El Gran Maestre de la Orden, Pierre d’Aubisson, lo lleva como rehén a Francia (1482), donde se le mantiene preso.

Bayazid II

En 1489 el papa Inocencio VIII consigue que se lo entreguen porque quería utilizarlo en un proyecto que tenía de llevar a cabo una cruzada en contra de los otomanos. De hecho, Djem podía ser muy importante en la negociación. En Roma se le trata con grandes honores pudiendo disfrutar de todo tipo de diversiones. El cambio de ‘custodia’ de Djem implica también que la suma de 40.000 ducados pasa a partir de este momento a ser recibida por el papa, que con esto garantizaba mantenerlo alejado de su hermano sin que pudiera regresar a su patria.

En 1490 el papa convoca una asamblea con todos los embajadores de los reinos cristianos con el fin de organizar una contraofensiva cristiana contra los turcos otomanos, una suerte de nueva cruzada. Pero no se pusieron de acuerdo, entre otras razones porque algunos estados mantenían una postura contraria a los intereses de la Santa Sede.

A. Pollaiolo. Inocencio VIII imparte la bendición con la Santa Lanza (1498) – San Pedro en Vaticano

Finalmente, Inocencio VIII consiguió un acuerdo con Fernando de Aragón (el rey católico de España) por el cual se legitimaba la futura sucesión al trono de Nápoles de Alfonso de Aragón, poniéndola bajo la égida pontificia. La nueva alianza entre Nápoles y la Iglesia llevó a la concertación de una respuesta común a las agresiones turcas, a la que Bayazid respondió multiplicando las señales de distensión hacia la sede apostólica. Entre éstas, tuvo un gran eco el regalo de la Santa Lanza. Con este regalo Bayazid, además de ofrecer la tranquilidad de las costas del Adriático, buscaba sobre todo continuar manteniendo el acuerdo con el Papa de no liberar a Djem. El Papa, después de muchas reticencias, aceptó porque, de esta manera mantenía alejado al sultán de los estados cristianos. A la muerte del pontífice, que tuvo lugar a los dos meses de la llegada de la lanza a Roma, Djem pasó bajo la custodia del siguiente Papa, Alejandro Borgia, que lo cedió a Carlos VIII de Francia cuando este pasó por Roma cuando se dirigía a Nápoles con su ejército. Djem murió después de pocos días en circunstancias misteriosas.

Relicario que contiene un fragmento de la Santa Lanza. Museo Diocesano de Ancona

La reliquia (solo la parte metálica, sin el asta) que había sido celosamente conservada en el tesoro del Imperio Bizantino, llegó por mar al puerto de Ancona en 1492. Lo atestigua el obispo de aquél tiempo, Marco Vigerio I Della Rovere. En esta ciudad se reunieron todos los obispos provinciales para llevar a cabo, con gran solemnidad, todas las ceremonias religiosas relacionadas con la veneración de la Lanza.

Los nuncios apostólicos, encargados del transporte, frente al interés mostrado por la población decidieron exponerla públicamente. Desafortunadamente se rompió la punta, que fue donada a la ciudad. Este fragmento aun hoy es venerado en Ancona, permaneciendo custodiado en el Museo Diocesano de la ciudad, en un relicario de plata dorada y lapislázulis.

La Lanza fue llevada solemnemente de Ancona a Roma sobre un caballo blanco precedido de una gran linterna. Llegó el 31 de mayo de 1492, día de la Ascensión. Inocencio VIII impartió con la Sagrada Lanza la bendición al pueblo y la reliquia fue depositada en la iglesia de Santa María del Popolo.

Bernini. Longino. Estatua que identifica la capilla de la Santa Lanza. San Pedro en Vaticano (1638)

En 1629, con la consagración de la nueva basílica de San Pedro, fue llevada a esta basílica y depositada en una de las cuatro capillas recabadas de los pilares que sostienen la cúpula, destinadas a custodiar las reliquias más importantes del templo. Una de éstas fue realizada justamente para acoger la Lanza, y se la identifica con la estatua de Longino, obra de Bernini. Posteriormente la reliquia fue llevada a la vecina capilla de la Verónica, donde se guarda el Velo de la Verónica y un fragmento de la Vera Cruz, que se hallaba en la capilla de Santa Elena.

interior de la basílica de San Pedro en Vaticano. Detrás del baldaquino del altar mayor puede verse a la izquierda la capilla y el balcón de Santa Elena y a la derecha los de la Santa Lanza, identificados con la estatua de Longino de Bernini

La veneración de la Santa Lanza supuso un gran reclamo para los peregrinos, entre otras cosas porque la bendición recibida con esta reliquia garantizaba muchísimas indulgencias: tres mil años a los habitantes de Roma, seis mil a los convecinos y doce mil a los que llegaban de países lejanos, además de muchas cuarentenas y la remisión de la tercera parte de los pecados.

Santa Lanza. Dibujo de Fleury(3)

En la basílica de San Pedro puede admirarse la estatua de bronce de Pollaiolo, que representa al pontífice Inocencio VIII que con una mano sostiene la Santa Lanza y con la otra imparte la bendición.

Es muy difícil determinar la autenticidad de este objeto, pero por lo menos se ha confirmado de que se trata de una punta de lanza del siglo I, compatible con las utilizadas por los romanos en esa época. No se puede decir los mismo de las otras dos lanzas, de las que ya he hablado en otros tantos artículos, es decir la de Viena, la ‘Heilige Lance’, y la Lanza de Antioquía. Desafortunadamente, como también sucede con el Velo de la Verónica, la reliquia no es accesible, ni siquiera puede verse desde una distancia razonable. Se expone desde el balcón de la Verónica el primer domingo de Cuaresma, pero la distancia desde el balcón es considerable, más de diez metros…

1.- Foto tomada de G. Górny, J. Rosikon. Testigos del Misterio. Madrid 2014.  2.- Para saber más sobre Longino lee también mi artículo ‘La sangre de Cristo’  3.-  C. Rohault de Fleury, Mémoire sur les instruments de la passion de N.S.J.C., Paris 1870