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Antonio de Novgorod, Bonifacio de Monferrato, Boukoleòn, Constantinopla, IV Cruzada, Nicolás Mesarite, Nuestra Señora del Faro, reliquias, Robert de Clari, Skeuophilax
La cappella palatina di Nostra Signora del Faro. Puoi leggere quest’articolo italiano cliccando qui
Desde el 864 y hasta 1204 la capilla Palatina de Nuestra Señora del Faro ha sido la iglesia-relicario más importante de todo el mundo cristiano, bajo la égida del imperio bizantino.
Se encontraba en la parte meridional del Gran Palacio de Constantinopla, el palacio Boukoleon, y debe su nombre a una torre-faro (pharos) que se erigía a su lado, ocupando una posición estratégica en el complejo del palacio real. De hecho estaba muy cerca de los apartamentos reales y de la sala del trono, el Chrysotriklinos (Cámara dorada). Su función era la de servir como capilla principal palatina de los emperadores bizantinos y contenía una enorme colección de reliquias que eran la envidia de todo el mundo cristiano (unas 3.500 ligadas a centenares de santos), además de algunas de las más importantes, que eran las relacionadas con la pasión de Cristo. Esta capilla formaba parte de una serie de templos sagrados presentes en el interior del complejo palaciego. Entre éstos, la capilla dedicada a San Elías y Clemente y la de San Demetrio, comunicadas con la del Faro por una puerta.
Se considera que su construcción se remonta al siglo VIII y fue el escenario de las nupcias del futuro emperador León IV (775-780) con Irene de Atenas. Fue reconstruida y redecorada por el emperador Miguel III al final del periodo iconoclasta, que duró del 726 al 842. A partir de este momento la búsqueda y la recuperación de reliquias, sobre todo en los territorios conquistados por los musulmanes, fue incesante por lo que la colección creció de forma constante, ampliándose notablemente. Ya a finales del siglo XII, debido a la importancia de las reliquias que allí se custodiaban, como la Corona de Espinas o el Mandylion1, era descrita por Nicolás Mesarite, skeuophilax2 de la iglesia, como una imagen simbólica de la Tierra Santa y un espacio litúrgico donde la salvación es posible, asimilándola a ‘otro Sinaí, una Belén, un Jordán, una Jerusalén, una Nazareth, una Betania, una Galilea, una Tiberíades, […] un Calvario’3. Estas reliquias eran mostradas a los visitantes de alto rango, pero a veces también a los numerosos peregrinos que llegaban de todas las partes del mundo.
Durante el saqueo de Constantinopla llevado a cabo por los cruzados en la Cuarta Cruzada (1204), y la ocupación del palacio Boukoleon por parte de Bonifacio de Monferrato, rey de Tesalonika, las reliquias que no fueron saqueadas pasaron al nuevo emperador latino, Balduino I. Éste, a su vez, vendió algunas de las más importantes, entre las cuales la Corona de Espinas, para afrontar una grave crisis económica.4
En el 1200, Nicolás Mesarite hizo un elenco de las diez más importantes reliquias de la pasión contenidas en la capilla: la Sagrada Lanza, las Sandalias de Cristo, la Corona de Espinas, el Sagrado Clavo, el Manto de púrpura que los soldados romanos pusieron sobre los hombros de Jesús para burlarse de él, la Caña utilizada por los soldados para acercar la esponja a Jesús, un fragmento de la Lápida del Sepulcro de Cristo, el Sudario de Cristo, la Toalla utilizada por Cristo en la lavanda de los pies (el Lention), los Grilletes con los que fue encadenado.
Una de las descripciones de la capilla y de su contenido la hizo Robert de Clari, cronista de la cruzada. Fue por lo tanto una de las últimas, antes del saqueo de 1204. Describe la magnificencia del palacio Boukoleon y sus riquezas. Por lo menos treinta capillas grandes y pequeñas estaban presentes en su recinto, entre las cuales una se llamaba la Santa Capilla, por las reliquias que albergaba. Describe dos recipientes de oro que colgaban en el medio de la capilla de dos grandes cadenas de plata: uno contenía una teja (se refiere al keramidion)1 y el otro un trozo de tela con la huella del rostro de Cristo (se refiere al Mandylion), siendo estas reliquias las dos imágenes milagrosas, no pintadas por manos humana, que describe Nicolás Mesarite.
Pero la lista de Mesarite no estaba completa, ni siquiera con respecto a las reliquias más importantes. Las descripciones hechas por diferentes peregrinos complementan esta lista. Entre los siglos XI y XIII se ha documentado la existencia de quince diarios de viaje, algunos con el elenco de las reliquias más importantes y otros con descripciones más completas, como por ejemplo las del peregrino Antonio de Novgorod, o la de Robert de Clari. Este último menciona dos grandes trozos de la Vera Cruz grandes como la pierna de un hombre. También había una ampolla con la Sangre de Cristo, la Túnica, una parte de la Sagrada Esponja, el Maphorion (el velo) de la Virgen María, su Cinturón y sus Zapatos, diferentes reliquias de San Juan Bautista y la carta de Cristo a Agbar V de Edesa.
Constantino Porfirogéneta (913-959) describe en su De Ceremoniis los ritos que se celebraban en la Capilla del Faro, y también los que se hacían en honor a las reliquias. Éstas eran especialmente veneradas en determinados días del año, sobre todo en Semana Santa. Un rito muy importante era el que se celebraba el domingo de la Exaltación de la Santa Cruz, cuando el emperador se reunía en la Capilla del Faro con sus allegados para venerar la Vera Cruz. El mismo rito se celebraba cuando el domingo de cuaresma coincidía con la día de la Anunciación. Después de los Maitines del 1 de agosto, en el día de la Procesión del Venerable Madero de la Vera Cruz, el emperador besaba el relicario de la cruz que se mostraba durante la veneración de la Cruz, y sucesivamente la Cruz se extraía del relicario para su adoración. La Sagrada Lanza era especialmente venerada durante la semana de pasión y mostrada a la veneración el Viernes Santo. El domingo el emperador participaba en la liturgia con huéspedes especiales. El ‘sacerdote imperial’(basilikos kleros)5 y un coro de eunucos de palacio participaban con sus cánticos.
La capilla de la Virgen del Faro inspiró la construcción de la Sainte Chapelle de París, que a su vez inspiró la capilla de la Santa Cruz en la fortaleza de Karlstejn de Praga, construida por Carlos IV, emperador del Sacro Romano Imperio6.
Desgraciadamente la capilla no sobrevivió al asedio latino de la ciudad cuando fue devastada y saqueada y nunca más reconstruida. No se han encontrado sus ruinas y su ubicación exacta solo puede ser deducida por las fuentes escritas, como también su aspecto exterior e interior. Una de las más importantes de estas fuentes es la décima homilía del patriarca Focio en ocasión de la consagración de la iglesia en el 864. Pero también por los ya citados textos de Robert de Clari y Nicolás Mesarite. La iglesia era pequeña y de cruz inscrita, con tres ábsides, la cúpula sostenida por cuatro columnas, un nártex y un atrio delante de la cúpula. Su decoración era extremadamente rica y exteriormente estaba revestida de mármol blanco. Los muros interiores estaban revestidos de mármoles policromados y mosaicos, como también el pavimento. La partes no recubiertas de mármol lo estaban de oro y plata. Los capiteles estaban decorados con plata y un collarín de oro. El ciborio tenía forma de pirámide y estaba sostenido por cuatro columnitas de oro y plata. También el altar lateral y las puertas del santuario eran de plata. Había dos palomas suspendidas sobre el altar mayor, con las alas recubiertas de perlas y esmeraldas, que sostenían en el pico cruces, también de perlas. Las otras cruces eran de oro y cuajadas de piedras preciosas. La iglesia entera parecía una preciosa joya5.
El programa iconográfico de Nuestra Señora del Faro fue el primero en aparecen en una iglesia después del período iconoclasta. Había una imagen de Cristo en la cúpula y debajo un cortejo de ángeles, y en el ábside principal la Virgen María con sus manos tendidas sobre los fieles y el emperador. El resto de los espacios estaba ocupado por las imágenes de los apóstoles, mártires profetas y patriarcas.
Dependiendo del calendario litúrgico, las reliquias eran trasladadas temporalmente a Santa Sofía, en el palacio Blacherne7 o a otras partes del palacio real y/o llevadas en procesión. En estas ocasiones eran colocadas en valiosos relicarios que el emperador mismo portaba en mano. También podían ser llevadas en las campañas militares, como posiblemente en el caso de la estauroteca de Limburg. En estos casos los Cubicularios (ayudas de cámara) precedían al emperador y llevaban la estauroteca colgada del cuello. Seguían unos portadores normales que enarbolaban una cruz procesional que contenía un pequeño fragmento de la Vera Cruz.
Hoy en día el único relicario que se conserva de la iglesia del Faro está expuesto en el museo del Louvre. Se trata de un estuche de plata dorada del siglo XI, hecho expresamente para albergar un fragmento de la piedra del Santo Sepulcro. En la parte frontal presenta las mujeres que llevan los ungüentos al Sepulcro, cuya puerta encuentran abierta con la presencia de un ángel que les muestra el sepulcro vacío. En el reverso, una tapa deslizante decorada con una cruz y varias inscripciones.
Todas las reliquias presentes en la Capilla del Faro se mostraban a los fieles, menos el Mandylion, que permanecía siempre encerrado dentro de su estuche.
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1.- Para saber más sobre el Mandylion y el Keramion remito a la lectura del artículo “Las santas imágenes aquerópitas: el Mandylion de Edesa, el arquetipo de todas las aquerópitas”.
2.- Significa “guardián de los vasos”, y es un oficio eclesiástico de la Iglesia ortodoxa oriental. Normalmente desempeñado por un sacerdote, el oficio del skeuophylax está dedicado al cuidado de los vasos sagrados y de los enseres de una iglesia o de un monasterio.
3 – Holger A. Klein, Sacred Relics and Imperial Ceremonies at the Great Palace of Constantinople, en F.A. Bauer (coordinado por), BYZAS, n. 5, 2006, pp. 79–99.
4.- Para profundizar más sobre este argumento aconsejo la lectura del artículo “La Corona de Espinas y la Sainte Chapelle“
5.- Alexei Lidov. A Byzantine Jerusalem. The Imperial Pharos Chapel as the Holy Sepulchre. En: Hoffmann, Annette ; Wolf, Gerhard (Hrsgg.): Jerusalem as narrative space – Erzählraum Jerusalem, Leiden-Boston 2012, S. 63-103 (Visualising the Middle Ages ; 6)
6.- Para saber más remito al artículo ‘Los Soberanos coleccionistas de Reliquias’
7.- Palacio real al que se trasladó la corte bizantina, a partir de Alejo I Comneno (1081-1118), menos grande, menos costoso y más seguro que el Bukouleon. Este último permaneció como sede de representación y para la celebración de grandes ceremonias. Empezó su proceso progresivo de ruina a partir de la Cuarta Cruzada de 1204 y fue definitivamente abandonado después de la toma de Constantinopla por parte de Mehmed II en 1453.