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Il latte della Vergine Maria                                                                              Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui

Andrea della Robbia. Templete de la reliquia de la Sagrada Leche. Museo de la Colegiata de Montevarchi (Arezzo, Italia)

En la Edad Media, sobre todo después de las Cruzadas (siglo XIII), llegó a Europa una ingente cantidad de reliquias ‘presumiblemente’ traídas de Tierra Santa, y una infinidad de otros ‘objetos’, incluso muy fantasiosos, que se hacían pasar por reliquias. Entre estos, también ampollas con la leche de la Virgen María, la que ella misma derramó en una gruta antes de la huida a Egipto.

El culto a esta reliquia prosperó mucho porque supuestamente era capaz de hacer milagros. Sobre todo, se decía que podía hacer volver la leche a las mujeres en período de lactancia que se habían quedado sin, o hacer que las que no tenían la tuviesen, siendo también muy eficaz contra la esterilidad. Muchísimos son los lugares donde se custodian o se custodiaban estas santas ampollas, unos setenta, la mayoría de los cuales se encuentran en Italia, Francia y España.

La creencia de que la sustancia contenida en las diferentes ampollas fuera verdaderamente la leche de la Virgen no solo despertó las críticas de Calvino1, sino también de Fray Bernardino de Siena, quien en uno de sus ‘Sermones’ alertaba contra las supersticiones, las falsas reliquias y su malvado mercado2. Por ejemplo, sobre la leche de la Virgen María, ridiculizaba un poco esta creencia diciendo que la Virgen María no era una vaca que se podía ordeñar y que ella tan sólo tendría la leche suficiente para dar de mamar a su hijo.

Pinturicchio. Gloria de San Bernardino de Siena. Iglesia de Nuestra Señora en Aracoeli, Roma

Con el pasar de los tiempos la ciencia poco a poco ha conseguido desmentir muchas de estas falsa creencias. De hecho muchas de estas reliquias fueron eliminadas o dejaron de exponerse para su veneración en los lugares de culto en los que se hallaban. A pesar de ellos, su culto todavía no ha desaparecido. Como ya he dicho, los lugares en los que se encuentra esta reliquia son muchísimos, y sus historias muchas veces se superponen, pero hay algunos que han tenido una importancia particular, no solo desde el punto de vista cultual sino también histórico, artístico y económico, por citar solo los aspectos principales. Veámoslos.

 

Colegiata de San Lorenzo de Montevarchi (Arezzo, Italia)

Se trata de un vial con una ligera incrustación blanca sedimentada en el fondo y en las paredes. Nadie sabe de qué material se trata porque nunca ha sido examinado. Según la leyenda es una parte de la que se conserva en la Sainte Chapelle de París y fue un regalo del rey de Francia Luis IX al conde Guido Guerra de Montevarchi por su contribución en la victoria de las tropas güelfas en la batalla de Benevento, en 1266, al lado de Carlos de Anjou, hermano del rey que conquistó el reino de Nápoles y Sicilia. El rey de Francia la habría comprado, a su vez, junto con otras preciosas reliquias, siendo la más prestigiosa de todas la Corona de Espinas, al rey latino de Bizancio, Balduino II, después de la IV Cruzada. Guido Guerra lo habría donado a la iglesia de San Lorenzo. Para hospedar la reliquia se construyó un altar/templete de terracota vidriada de Andrea della Robbia, en la iglesia de la colegiata de San Lorenzo de Montevarchi, una auténtica joya renacentista.

Andrea della Robbia. Entrega de la reliquia de la Sagrada Leche por parte de Guido Guerra a la comunidad de Montevarchi. Museo de la Colegiata de Montevarchi (Arezzo, Italia)

Para custodiar la reliquia, promover su culto, acoger a los peregrinos, organizar las celebraciones, etc. se creó la Hermandad de la Sagrada Leche. Poco a poco esta institución se volvió muy poderosa. Aliada con el poder, gestionaba el dinero de las ofertas de los peregrinos, además de dedicarse a muchas otras actividades de carácter lucrativo. Todos los años, la primera semana de septiembre organizaba la Fiesta de la Sagrada Leche de la Virgen María en la que se rendía homenaje a la reliquia. Hacia el final de siglo XVIII, por decreto granducal, la Hermandad fue disuelta, como también todas las compañías religiosas. Desde entonces se terminaron determinados abusos y la fiesta, qua aun se celebra, recibe hoy el nombre de Fiesta del Perdón, en la que, de la misma manera, la reliquia de la Sagrada Leche sale en procesión.

Detalle del templete de la reliquia de la Sagrada Leche. Reja rodeada de ángeles detrás de la cual se podía ver la reliquia

En cuanto al templete robbiano, también construido por orden de la Hermandad, en el siglo XVII fue parcialmente desmontado y solo en 1973 fue reconstruido y colocado en el museo de la Colegiata de San Lorenzo, donde podemos admirarlo junto con otros relicarios que han contenido la reliquia y otros preciosos objetos que pertenecieron a la Hermandad de la Sagrada Leche. Sobre el altar del templete vemos una reja rodeada por ángeles detrás de la cual se podía entrever la reliquia. En otra pared del museo está el bajorrelieve, en cerámica, que representa la entrega de la reliquia de parte de Guido Guerra a Montevarchi, también obra de Andrea della Robbia, expuesto originalmente en la antigua fachada de la iglesia de San Lorenzo.

 

Abadía de Nuestra Señora d’Evron (Francia)

La reliquia de la Santa Leche que se conserva en este lugar y la tradición ligada a la misma nos demuestran que estas reliquias no llegaron únicamente después de las Cruzadas, sino también mucho antes.

Cuenta la leyenda de un peregrino francés que en el siglo VII fue a Tierra Santa para venerar los sagrados lugares. Fue capturado por un sarraceno que lo obligó a permanecer a su servicio durante 15 años. Pasado este tiempo lo liberó y le regaló un vial con la leche de la Virgen María. El peregrino regresó a su patria y cuando llegó cerca de la foresta de Evron, se puso a dormir al lado de un espino blanco sobre cuyas ramas había colgado el zurrón que contenía la reliquia. Cuando se despertó vio que el espino blanco había crecido tanto que el zurrón se había quedado colgado en las ramas superiores y no podía alcanzarlo. Intentó cortar el espino blanco, pero inútilmente. Tan solo con la intervención del obispo, que a su vez había pedido ayuda al cielo, el árbol retomó su forma original, y de esta manera la reliquia pudo ser recuperada. El obispo, por revelación divina, mandó construir, en ese mismo lugar, una iglesia dedicada a la Virgen María. Esta iglesia no tardó mucho en ser visitada por millares de peregrinos, sobre todo nodrizas, y desde entonces su prosperidad y fama no dejaron de aumentar. La reliquia está contenida en un tubito/relicario de estaño e 4 cm de alto y nadie nunca ha visto su contenido. ¿Habrá algo dentro?

 

Catedral de Chartes (Francia)

En Chartres eran dos las reliquias de la leche de la Virgen que se veneraban. En los tiempos del obispo de Chartres Fulberto (siglo XII), existía una ampolla de leche de la Virgen María, y se decía que había sido recogida en Judea mientras María amamantaba al niño. La otra, sin embargo, tiene un origen aún más milagroso. Fulberto padecía una enfermedad incurable que le quemaba la garganta y la lengua. Una noche se le apareció la Virgen que vertió un poco de su leche en la boca del hombre, que sanó inmediatamente. El resto de la leche que cayó en sus mejillas fue recogido en una ampolla y custodiado en el tesoro de la catedral, junto con el primera. Desde ese momento en adelante esta reliquia resolvió muchos problemas de esterilidad y de hipogalactia.

Fulberto, obispo de Chartres, en su catedral. Manuscrito del siglo XII

Otras reliquias con la leche de la Virgen están (o estaban) en Reims (Francia), Murcia (España), Nápoles, Génova, París, Venecia, Roma y en decenas de otros lugares. Algunas de estas reliquias tienen también la particularidad de que, de vez en cuando, generalmente en ocasión de alguna fiesta de la Virgen, se derriten, como por ejemplo la de Nápoles, tomando ejemplo de la sangre de San Jenaro.

Pero veamos qué es, en efectos, la sustancia llamada ‘Leche de la Virgen’.

En Belén, no muy lejos de la basílica de la Natividad, existe la Gruta de la Leche. Según una leyenda del siglo VI, cuando Herodes ordenó la matanza de los inocentes la sagrada familia se escondió temporalmente en esta gruta antes de huir a Egipto. Con las prisas de los preparativos, a la Virgen, mientras estaba amamantando al niño, unas gotas de leche se cayeron al suelo y la roca alrededor, que era rojiza, se puso blanca.

Belén. Gruta de la leche

No es de extrañar, entonces, que a partir del siglo VI empezasen a circular reliquias conocidas como ‘leche de la virgen’ que otra cosa no son sino unos trocitos de roca pulverizada y comprimida. Se trata de un tipo de roca calcárea (carbonato cálcico) cuyo polvo, si se diluye en agua, se pone blanco como la leche y toma su misma consistencia. El comercio de estos polvillos durante siglos ha sido muy próspero, sobre todo a partir del siglo XIII. Y no solo eran los cristianos quienes los vendían, sino sobre todo los musulmanes. Tanta cantidad cogieron que la gruta perdió su primitiva fisonomía y de un vano que tenía se convirtieron en tres, siendo el central más grande.

El polvo se disolvía en agua y podía beberse o mezclarse con los alimentos. Esto ayudaba a las mujeres con problemas de lactancia o fertilidad teniendo también poderes curativos. También lo usaban las mujeres turcas. Esta devoción aún existe, tanto entre las cristianas como las musulmanas, y también el uso del polvillo. Los franciscanos, que custodian la Gruta de la Leche, que se ha convertido en un santuario, distribuyen este polvo con instrucciones adjuntas en las que se explica cómo hay que tomarlo, las oraciones que deben hacerse, etc. En la hoja ilustrativa también hay una recomendación para las mujeres que desean quedarse embarazadas: si su deseo se cumple se pide amablemente que manden una foto del niño. Y así podemos ver una pared llena de fotos enviadas por los felices padres que han visto cumplirse su deseo.


1) Traité de Reliques, 1541 – 2) San Bernardino de Siena – Devozioni Ipocrite, en: Baldi. Novellette ed esempi morali di S. Bernardino da Siena. 1916