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‘Storia della Vera Croce’ di Antoniazzo Romano.                                         Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui Abside completo Con este título se designan los ciclos iconográficos sobre la invención de la Vera Cruz por parte de Santa Elena. El más famoso es el de Piero della Francesca, en la capilla Mayor de la basílica de San Francisco de Arezzo. Pero en Roma hay otro muy bonito, aunque menos famoso, atribuido a Antonio Benedetto Aquili (1430-1510), más conocido como Antoniazzo Romano.

Tanto el primero como el segundo están basados en la ‘Leyenda dorada’ de Jacopo de Varagine 1228-1298 (o Jacopo de Varazze), que relata la historia de los santos siguiendo el orden el calendario litúrgico. Es la obra más importante de todos los tiempos del género hagiográfico, en la que confluyen tradiciones anteriores, escritas y orales, y ha sido la mayor fuente de inspiración para un gran número de artistas.

Cappella reliquieLa ‘Historia de la Vera Cruz’ de Antoniazzo Romano está representada en el ábside de la basílica de Santa Cruz en Jerusalén de Roma. Y no podía ser de otra manera, porque es el lugar donde actualmente se custodian algunas de las más importantes reliquias de la pasión de Cristo: tres fragmentos del lignum crucis’, la mitad del ‘titulus crucis’ (INRI), un clavo, dos espinas y hasta la ‘pars crucis bonis latronis’, es decir el entero travesaño de la cruz del buen ladrón. Pero esto no es todo: la basílica también es OLYMPUS DIGITAL CAMERAllamada Eleniana, porque inicialmente era el palacio de la emperatriz y donde en una de las salas, hospedó las reliquias que trajo de Jerusalén. La sala se convirtió en una capilla privada en la que en el suelo se esparció tierra del Calvario. Después de la muerte de Elena, su hijo Constantino donó el palacio a la Iglesia que la transformó en basílica e inicialmente fue conocida con el nombre de Hierusalem romana.

Y ahora volvamos a nuestro fresco. Se desarrolla a lo largo de una banda semicircular en la base del ábside. Siguiendo un orden cronológico y de izquierda a derecha, vemos a la emperatriz Elena, ya en Jerusalén, preguntando a un judío llamado Judas (que posteriormente sería el obispo Ciriaco de Jerusalén), en qué lugar está escondida la Vera Cruz, porque se decía que esta persona scavandoconocía este secreto. No obstante su inicial resistencia, al final Judas revela (no sabemos gracias a cuáles amenazas o promesas) que la cruz se encuentra en una cisterna debajo del templo de Venus, mandado construir por el emperador Adriano sobre el Gólgota y que estaba en proceso de desmantelamiento por orden de Constantino para construir, en su lugar, la basílica del Santo Sepulcro. El fresco nos muestra cómo algunas personas, excavando, sacan a la luz tres cruces. ¿Cómo poder distinguir la Vera Cruz de las otras dos? Pero en ese momento pasa un cortejo fúnebre. Mandan poner abside parte sinistrala salma sobre cada una de las cruces y, en contacto con la tercera, el muerto resucita. De hecho, en la tercera escena vemos a una persona desnuda sentada sobre una cruz que vuelve a la vida. En la escena siguiente, en el centro del fresco, la emperatriz Elena sostiene la cruz hallada. A su lado, arrodillado, vemos al cardenal que encargó la obra y titular de la basílica del 1478 a 1495, es decir Pedro González de Mendoza, arzobispo de Toledo, que también la mandó restaurar en preparación del Jubileo de 1500.

La leyenda dice que la emperatriz Elena dividió las cruces en tres partes: una la dejó en Jerusalén, la segunda la envió a Constantinopla a su hijo Constantino y la tercera se la llevó consigo a Roma. La parte derecha del fresco nos habla de la historia de la parte de la cruz que se quedó en Jerusalén. En el 614 fue robada por el emperador de Persia Cosroe II y en el 627 el emperador bizantino Heraclio consigue finalmente recuperarla. abside parte centrale En la obra vemos dos formaciones de hombres armados, a los dos lados de un puente, que asisten a un duelo entre Heraclio y el hijo de Cosroe. Heraclio triunfante a caballo y con la cruz en mano va hacia Jerusalén para devolver la reliquia. Pero sobre una pequeña nube, a la derecha, aparece un ángel que ordena al emperador entrar en Jerusalén no en pompa magna, sino con humildad, como hizo Cristo. Por lo tanto la última escena nos muestra cómo Heraclio, a pie y sin ornamentos, se dirige hacia Jerusalén con la cruz al hombro. abside parte destra Cuando una obra de arte tiene la ‘mala suerte’ de encontrarse en una ciudad en la que obras de arte hay muchísimas puede pasar, inmerecidamente, casi inadvertida. Confío, por tanto, con mi pequeña aportación, haber contribuido a que se conozca un poco más. La imagen que he escogido para este blog es un detalle de este fresco, que simboliza, entre otras cosas, el origen de la búsqueda de las reliquias y su culto.