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Archivi tag: San Juan de Letrán

La “Mensura Christi”

25 sabato Gen 2025

Posted by Nicoletta De Matthaeis in Artículos en español

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Antonio de Novgorod, Codice III dei Plutei, Crux Aurea, Crux Mensuralis, Et super vestem meam…, Justiniano, la estatura de Cristo, la medida de Cristo, Longitudo Christi, Mensura Christi, San Juan de Letrán, San Nilo Grottaferrata, Santo Stefano de Bolonia

La “Mensura Christi”  Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui

– Baldaquino formado por cuatro pequeñas columnas llamado ‘Mensura Christi’. Claustro de la Basílica de San Juan de Letrán, Roma

Es decir, la medida de Cristo, su estatura. Conocer y tener presente este dato, sobre todo para los devotos cristianos, ha sido, durante siglos, de gran importancia. Todo empezó en el siglo VI, en Constantinopla, cuando el emperador Justiniano envió a Jerusalén algunos hombres leales y de confianza para determinar las medidas exactas de Cristo. En base a las que estos hombres le refirieron Justiniano encargó una cruz (conocida como “Crux aurea” o “Crux mensuralis”) alta como Cristo cuyo brazo corto medía la distancia entre sus hombros. La cruz fue recubierta de oro, plata y piedras preciosas y fue colocada en la sacristía de Santa Sofía, junto con otros tesoros.

Fue descrita por diferentes peregrinos, como por ejemplo por Antonio, sucesivamente obispo de Novgorod:

“La preciosa cruz que ahora está conservada en la sacristía [de Santa Sofía] representa la estatura de Nuestro Señor Jesucristo, diligentemente medida en Jerusalén por fieles y dignos de confianza; y por esto fue adornada con piedras preciosas y plata y cubierta de oro, y aún hoy otorga salud, expulsa el mal y ahuyenta a los demonios”.

Desafortunadamente esta cruz desapareció a causa del saqueo de Constantinopla de 1204 por los Cruzados.

¿De dónde tomaron las medidas de Cristo los hombres de Justiniano? La única fuente posible sería la Sábana Santa pero ésta, ¿se encontraba en Jerusalén en ese momento?

Pero también es posible que la necesidad de conocer cuál era la estatura de Cristo no comenzara con Justiniano sino que ya existiera y que éste no hizo más que darle forma. En Jerusalén ya se vendían cintas con la longitud de diferentes partes del cuerpo de Cristo que compraban los peregrinos, y probablemente exportaron en Occidente el uso de los mismos. Aquí la ‘Mensura Christi’ se convirtió en un tema de carácter espiritual, sobre todo a partir del siglo XII, con el fin de mantener el recuerdo de la estatura de Cristo cuando la ‘Crux Aurea’ ya había desaparecido.

En un interesante manuscrito hecho en Génova alrededor de 1293, el ‘Codice III dei Plutei XXV’ de la Colección Médicis y conservado en la Biblioteca Laurenziana de Florencia, encontramos la famosa ‘Mensura Christi’. Bajo la imagen de Cristo resucitado y togado hay una unidad de medida, como una cinta, a partir de la cual se puede calcular su estatura, con una inscripción que recita:

“Haec linea bis sexties ducta mensuram dominici corporis monstrat. Sumpta est autem de Constantinopoli ex aurea cruce facta ad formam corporis Christi”.

(Esta línea multiplicada dos veces seis veces (es decir doce veces) lleva a la medida del cuerpo del Señor. Fue tomada en Constantinopla de la Crux Aurea hecha sobre la forma de Cristo).

La longitud de esta cinta dibujada es de unos 15 cm, lo que llevaría a una estatura de Cristo de unos 180 cm, que es más o menos la estatura que se atribuye a Cristo por diferentes sindonólogos y por la Iglesia Oriental, con pocas diferencias entre ellos.

– Códice manuscrito del siglo XIII donde encontramos una medida que, multiplicada por 12 daría la “Mensura Christi” o estatura de Cristo

Cintas o cordeles que reproducían la estatura de Cristo o una parte de su cuerpo se utilizaban para rezar, o para ser guardados como amuletos o para ser colgados en casa como un guardián que mantuviera alejada toda desgracia, porque mirándolos cada día se evitaba morir de muerte súbita y sufrir daños a causa de incendios, tempestades, etc.  Por lo tanto tenían un valor apotropaico y taumatúrgico, y eran también denominados (Longitudo Christi) la Longitud de Cristo.

Llegados a este punto es importante tener presente que el método que hoy utilizamos para medir, el sistema métrico-decimal, no fue inventado hasta el final del siglo XVIII y eliminó todo lo que había de personal o relativo a una persona con respecto al modo antiguo de medir. Decimos que hemos pasado de un sistema muy ligado al hombre, más personalizado (un brazo, un pie) a uno más aséptico y abstracto, que toma como referencia una pequeñísima parte de la distancia entre el ecuador y el Polo Norte. Además, estas medidas basadas en la vida cotidiana y en la persona, podían variar sensiblemente de una zona a otra de la geografía.

“La Verdadera Longitud de Nuestro Señor Jesucristo”. Cinta de papel (Siglo XV, Alemania). Mühlviertler Schlossmuseum, Freistadt, Austria

Este hecho ha posiblemente contribuido a que la devoción por estas cintas, que con el tiempo se había convertido casi en una superstición, a partir del siglo XVIII empezara a menguar hasta desaparecer casi del todo.1 Una vez eliminado el ‘factor humano’ que creaban la sensación y el misticismo necesarios para hacer creer que la longitud de la cinta podía capturar alguna presencia de Cristo, estas cintas cayeron en desuso.

Esta medida en Occidente se reprodujo de diferentes maneras. Pero tal vez la que llama más la atención es la ‘Mensura Christi’ que hoy podemos ver en el claustro de la Basílica de San Juan de Letrán, en Roma. Se trata de cuatro columnitas de 1,83 m de alto, sobre las cuales está apoyada una losa de mármol. Sobre esta última volveremos más adelante.

-Rótulo que identifica la ‘Mensura Christi‘, que identifica la foto al principio de este artículo. Claustro de la basílica de San Juan de Letrán, Roma

Hasta finales del siglo XVI, esta particular ‘Mensura Christi’ estaba en la Sala del Concilio del anexo Palacio Lateranense hasta que esta sala fue destruida para dejar espacio al nuevo palacio. Estaba situada en el centro de la sala y servía de fondo al trono papal. Por lo tanto el papa estaba delante de una estructura que reproducía la estatura de Cristo y en cierto sentido se fundía con la misma sugiriendo que Cristo en ese momento se hacía presente en la persona de su representante en la Tierra. Esta estructura era también utilizada en diferentes ritos, como por ejemplo el de pasar bajo ésta antes de unirse a una procesión. En 1588 la ‘Mensura Christi’ fue llevada dentro de la basílica y sucesivamente al claustro.

– Cruz en falso pórfido llamada ‘Crux Mensuralis‘. Abadía de San Nilo, Grottaferrata (Roma)

Otra ’Mensura Christi’, y más precisamente una ‘Crux Mensuralis’ podemos verla en la abadía de San Nilo, en Grottaferrata, a pocos kilómetros de Roma, y fue realizada, en falso pórfido, hacia finales del siglo XIX a partir de las medidas de la Sábana Santa. Esta cruz habría sustituido a otra, más o menos de las mismas medidas, de la que no se conoce el material y que probablemente ya existía en la época de la fundación de la abadía en 1004. Esta cruz habría representado las medidas de Cristo, pero no está claro de dónde las habrían tomado. Habría que preguntarse si los monjes que fundaron la abadía, basilianos, una congregación griego-bizantina que venía de Calabria que en aquél entonces pertenecía al imperio bizantino, no conocieran las medidas de la cruz áurea de Justiniano. Debido a su estado avanzado de deterioro que no permitía establecer las medidas exactas, en 1890 el entonces abad pidió al Cardenal de Turín las medidas de la Sábana Santa y éste envió un dibujo de la misma con las medidas exactas que sirvieron para realizar esta nueva cruz.

Otra medida de Cristo la hallamos en el complejo de ‘Santo Stefano’ de Bolonia2, una columna que habría sido traída de Jerusalén por Petronio, obispo de la ciudad. Según esta columna la estatura de Cristo habría sido de 1,73 m.

– Columna que representa la estatura de Cristo. Cripta de la Chiesa del Crucifijo. Complejo de Santo Stefano, Bolonia

Y ahora volvamos a la losa de mármol apoyada sobre las 4 columnitas de la ‘Mensura Christi’ de San Juan de Letrán. Una inscripción por encima de ésta recita: “Et super vestem meam miserunt sortem” (echaron a suerte sobre mi vestimenta), refiriéndose a una parte del Salmo 22 de la Vulgata, incluida también en el Evangelio de Juan:

“Entonces los soldados, cuando crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos e hicieron cuatro partes, una parte para cada soldado. Y tomaron también la túnica; y la túnica era sin costura, tejida en una sola pieza. Por tanto, se dijeron unos a otros: «No la rompamos; sino echemos suertes sobre ella, para ver de quién será»; para que se cumpliera la Escritura: «Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes»”.(Jn 19, 23-24)

– Letrero que indica che el objeto 165 (Et super vestem meam…) se refiere a la losa de pórfido rojo (objeto 166) visible bajo el baldaquino de la ‘Mensura Christi‘

Normalmente los judíos eran sepultados con su vestimenta, pero en el caso de los condenados a muerte sus vestidos se daban a los soldados. Esta túnica3, siendo inconsútil, no podía ser dividida como hicieron con el resto de la vestimenta, razón por la cual la echaron a suertes. Esta losa de mármol, según el arquitecto Palladio (1508-1580), habría sido la utilizada por los soldados para echar los dados.

Pero la inscripción por encima de la ‘Mensura Christi’ se presta a confusión. De hecho, un rótulo más pequeño indica, en cambio, que los soldados no echaron los dados sobre esta losa de granito, sino sobre otra de pórfido rojo adosada a la pared situada ‘debajo’ de la que está apoyada en la columnitas (ver figura al principio de este artículo).

Según un inventario de reliquias de la basílica de 1518, la losa de granito habría sido el banco de transacciones donde habrían sido contados los treinta denarios, el precio de la traición de Judas. Y poner esta lápida sobre las columnas que indican su medida ha probablemente un valor simbólico: treinta denarios fueron el precio de Cristo y por lo tanto la medida de su valor.

—–

1.- Llamo la atención sobre el hecho que hasta hace unos pocos decenios se ha mantenido una costumbre por parte de los peregrinos de comprar cintas con la medida de algunas vírgenes de famosos santuarios, y también con la medida de algunas imágenes importantes, como por ejemplo la de la Verónica en Roma, tradición que se ha mantenido durante siglos. Estas cintas se ataban normalmente en la muñeca o se colgaban del cuello con una medalla con la misma  imagen.

2.- Para saber más sobre este complejo aconsejo la lectura de mi artículo “‘Santo Stefano’ de Bolonia, la Jerusalén italiana”

3.- Para saber más sobre la túnica de Cristo invito a la lectura de los artículos: ‘La vestimenta de Cristo (1) – La sagrada Túnica di Tréviris’, ‘La vestimenta de Cristo (2): La Sagrada Túnica de Argenteuil’ y ‘La vestimenta de Cristo (3): La Túnica fantasma

Para saber más: E. Lugli: The Making of Measure and the Promise of Sameness. The University of Chicago 2019

Tras las huellas de los apóstoles: las reliquias de San Juan Evangelista

24 domenica Set 2023

Posted by Nicoletta De Matthaeis in Artículos en español

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Apocalipsis, Ayusuluk, Éfeso, Benedetto Adam Borgognone, Cristodulo, Domiciano, Gruta del Apocalipsis, Hechos de Juan, Lazzaro Baldi, Nerva, Patmos, Procoro, reliquias, San Juan de Letrán, San Juan en Óleo, San Juan en Puerta Latina, San Juan Evangelista, Tabula Magna Lateranensis

Sulle orme degli apostoli; le reliquie di San Giovanni Evangelista. Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui

San Juan Evangelista en Patmos. El Bosco (1450-1516). Gemäldegalerie, Berlín

Tenía unos 10 años menos que Jesús y era el más joven pero también llegaría a ser el más longevo de los apóstoles. Nació en Betsaida a orillas del lago Tiberíades, en el seno de una familia de pescadores bastante acomodada. Era hijo de Zebedeo y de Salomé (probablemente prima de la Virgen) y hermano de Santiago el Mayor. Juan, ‘el discípulo a quien Jesús amaba’, estuvo siempre presente en los momentos más importantes de su vida, tales como: la transfiguración, con Pedro preparó la Última Cena durante la cual estuvo sentado a la derecha de su maestro, la oración en el Getsemaní, el prendimiento de Jesús, el descubrimiento del sepulcro vacío por parte de María Magdalena, … fue el único de sus discípulos presente bajo la cruz. Tomó la Virgen bajo su cuidado hasta su muerte, habiéndosela encomendado Jesús justo antes de morir.

Según los Hechos de los Apóstoles, es enviado a Samaría, donde ya había predicado Felipe, para consolidar la nueva fe. Ya hacia el 52 deja definitivamente Jerusalén y se dirige a Asia Menor, para dirigir la Iglesia de Éfeso, donde en teoría ya había vivido con María. Su fama llega hasta Roma. Con la llegada al poder de Domiciano (81-96) se produce una persecución contra los cristianos. Aquí la tradición, o la leyenda, es bastante curiosa. Domiciano lo manda arrestar y llevar a su presencia. Antes que nada ordena que le corten el pelo, para humillarlo. Como tenía una gran fama de taumaturgo, le obliga a beber de un cáliz con un potentísimo veneno, pero que no tiene ningún efecto sobre el apóstol. Este mismo veneno se lo hacen beber inmediatamente después a otro condenado, quien muere instantáneamente. Por si fuera poco, Juan lo resucita. A continuación, cerca de Puerta Latina, lo meten dentro de una caldera con aceite hirviendo, de la que sale ileso. Este episodio lo describen sobre todo Tertuliano1 y San Jerónimo2, además de los Hechos de Juan. Domiciano, estupefacto, en vez de condenarlo a muerte, ordena su exilio a Patmos.

El lugar, Puerta Latina, había sido escogido porque cerca de esa puerta había un templete dedicado a Diana, diosa a la que Juan, en Éfeso (donde surgía uno de los más grandes templos del mundo dedicado a esta divinidad, una de las siete maravillas del mundo) había despreciado, según puede leerse en el apócrifo de los Hechos de Juan3.

C.B. Piazza lo describe de esta manera:

“…como muestra de vilipendio le rasuraron la cabeza, según el uso de entonces para atormentar a los magos, y que en la pena del aceite hirviendo dada al santo, para que muriera, estuvo presente el senado con el cónsul, y todo el pueblo romano. Fue en los tiempos de Domiciano y este martirio es relatado por Tertuliano con las palabras: ‘El apóstol Juan, después de haber sido metido en aceite hirviendo, y no habiendo nada padecido, fue relegado a una isla’. También San Jerónimo cuenta este hecho…”4

Templete de San Giovanni in Oleo

A pocos metros de la iglesia de San Juan en Puerta Latina, casi pegado a la misma puerta, un templete octogonal indica el lugar exacto del martirio. Y no por casualidad se llama San Juan en Óleo (San Giovanni in Oleo). Este templete ya existía en el siglo V cuando se construyó la cercana iglesia de San Juan en Puerta Latina, pero no sabemos cuál sería su estructura original. Fue vuelto a edificar  por Benedetto Adam Borgognone en 1509, sobre un proyecto de Bramante y Antonio da Sangallo. Posteriormente, en 1658 fue transformado por Borromini y enriquecido con pinturas de Lazzaro Baldi que representan el martirio del apóstol. En su interior encontramos una inscripción, como recuerdo imperecedero:

Placa que describe el martirio de San Juan en Roma. San Giovanni in Oleo, interior

Martirii calicem  bibii hic Atleta Joannes / Principii Verbum cernere qui meruit /Verberat hic fuste proconsul, forfice tondet / Quem fervens oleum ledere non valuit /Conditur hic oleum, dolium, cruor, atque capilli /  Quae consecraviurt inclita Roma tibi

(“Aquí bebió el cáliz del martirio el campeón de la fe Juan, el que mereció discernir el Verbo del principio, aquí por voluntad del Procónsul fue azotado con el bastón y tonsurado con las tijeras, aquél al que el aceite hirviendo no consiguió lastimar. Aquí se conservaron el aceite, la tinaja, la sangre y el cabello, cuyas cosas la famosa ciudad de Roma te ha consagrado”).

San Juan es introducido en el aceite hirviendo. L. Baldi (1624-1703). San Giovanni in Oleo

En lo que concierne a sus reliquias, según un párrafo de un texto de Totti, en Roma se conservan: el cáliz en el cual le dieron el veneno y no fue lastimado, cadena con la que fue conducido atado a Roma, tijeras que utilizaron para rasurarlo y una camisa de lino. Todas éstas se encuentran en San Juan de Letrán. Caldera, en la que lo metieron con aceite hirviendo, parte del mismo aceite, cabello y sangre, están conservados en el altar de la capilla delante de Puerta Latina. Parte de su vestimenta en Santa María in Campitelli, San Juan de Letrán y en otras iglesias. El maná que habría supurado su sepulcro en Santa María en Traspontina fue repartido entre San Salvador delle Coppelle, Santa María la Mayor, Santa María in Campitelli, San Pedro en Vaticano u otras iglesias.5

Del sepulcro hablaremos más adelante. De todas estas reliquias, que se encontrarían en la Roma del siglo XVIII, época de la publicación del citato texto de Totti, ahora solo se conserva una arqueta que contendría partes de su túnica, expuesta en el Tesoro de la Basílica de San Juan de Letrán. Juan Diácono (siglo X) dice que San Gregorio Magno la obtuvo y que fue custodiada junto con otra túnica, también atribuida al santo, y también milagrosa ‘sub altaris Sancti Joannis in Basilica Costantiniana’. De las tijeras tenemos conocimiento por la ‘Tabula Magna Lateranensis’6 como también de la cadena con la que fue atado y traído desde Éfeso.

Arqueta que contendría partes de la túnica de San Juan Evangelista. Tesoro de la Basílica de San Juan de Letrán

Como decíamos, San Juan vivió su destierro en Patmos (una de las islas del Dodecaneso), no lejos de Éfeso, donde empezó a escribir el Apocalipsis. Cuando la isla fue incorporada al Imperio Romano sirvió, como otras islas de Egeo, como lugar de exilio para los prisioneros políticos. Después de la muerte de Domiciano sube al trono Nerva (96-98), tolerante con los cristianos, por lo que Juan, hacia el 98, es liberado y vuelve a Éfeso donde, según la tradición, escribe el Evangelio ayudado por sus discípulos. En esta misma ciudad muere, con unos 100 años de edad, durante el imperio de Adriano.

En el siglo VI Justiniano manda edificar una basílica en el lugar de la pequeña iglesia construida en el siglo IV sobre el sepulcro del apóstol en Ayusuluk, muy cerca de la antigua Éfeso. Esta basílica sería sucesivamente transformada en mezquita por los musulmanes y en el siglo XV destruida por las tropas de Tamerlán. En el siglo XIX se iniciaron las excavaciones que, en varias veces, sacaron a la luz partes de la basílica, mosaicos y también el que es considerado como el sepulcro del apóstol, del cual no queda prácticamente nada. En este sarcófago había tres agujeros de donde salía un polvo blanco, que los habitantes de la zona llamaban ‘maná’. Este fenómeno se verificaba todos los años en cuanto se iniciaba la oración a la víspera de la fiesta de San Juan y, según aseguraban, era una sustancia con poderes taumatúrgicos, casi milagrosos. ¿Será este el maná del que habla Totti, que llegó hasta Roma?

Gruta del Apocalipsis, Patmos
Gruta del Apocalipsis, Patmos. Detalle

Pero éste ya no es actualmente un lugar de muchas peregrinaciones como sin embargo lo es la ‘Gruta del Apocalipsis’ en Patmos, situada entre las aldeas de Skala y Chora. Es una gruta de unos 7 metros x 6 a la que se accede subiendo 43 empinados escalones. Es considerada como el lugar donde vivió el apóstol durante su exilio. En 1999 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, junto con el cercano Monasterio de San Juan. Según la tradición, en el interior de la gruta, cerca de la bóveda, aprovechando una grieta en la roca, a través de tres hendiduras más pequeñas, Dios habría revelado a Juan el Apocalipsis (esta palabra en griego significa ‘revelación’) que Juan, a su vez, dictó a su discípulo. En el siglo XI la gruta fue transformada en lugar de culto por el Beato Cristodulo, fundador también del monasterio de San Juan, y desde entonces millares de fieles de todas las partes del mundo vienen a visitarla.

En cuanto se entra en la gruta se ve al fondo un iconostasio con diferentes iconos, entre los cuales la de la revelación del Apocalipsis, la de San Cristodulo, de la Virgen con los apóstoles y la de San Juan con su discípulo Procoro en el acto de escribir. A la derecha una reja protege el lugar donde, según la tradición, el apóstol descansaba. Una aureola de plata evidencia el lugar donde Juan apoyaba la cabeza y la pequeña cavidad con el marco de plata sería donde él ponía la mano para levantarse. Un saliente en la pared rocosa, a modo de un atril, donde en la actualidad está situado un Evangelio, sería el lugar donde el discípulo escribió el Apocalipsis.

Juan fue el único de los apóstoles que no murió martirizado sino de vejez. En el apócrifo ‘Los Hechos de Juan’ la modalidad de su muerte cambia según las diferentes versiones: 1) envuelto de una luz cegadora y desde su tumba sale el maná, como comentado antes; 2) muere diciendo ‘La paz esté con vosotros hermanos’; 3) a la mañana siguiente de su muerte los discípulos encuentran solo sus sandalias habiendo el cuerpo desaparecido. Esto hizo pensar, durante un cierto período de tiempo, que Juan hubiese sido asunto en cielo, como demuestran algunas famosas obras de arte. Pero esta hipótesis no fue sucesivamente reconocida y aceptada por la tradición cristiana.

Asunción de San Juan (1310). Giotto. Capilla Peruzzi, Basílica de Santa Cruz, Florencia

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 1.- La prescripción contra los herejes,  cap. XXXVI, 83-84

2.- Comentario al Evangelio según Mateo, 20, 22

3.- Hechos de Juan, Cap. XXIII

4.- Piazza, Carlo Bartolomeo. Eorterologio, ovvero le Sacre stazioni Romane e feste mobili. Roma, 1858.

5.- Totti, Pompilio. Ristretto delle grandezze di Roma. Roma 1637

6.- Para saber más sobre la ‘Tabula Magna Lateranensis’ consulta este artículo

——

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Las reliquias de San Pablo, de San Pedro, de Santiago el Mayor , de Santiago el Menor, de San Mateo, de Simón y Judas Tadeo, de San Tomás, de San Bartolomé, de San Felipe y de San Andrés

La sangre de Cristo

14 sabato Giu 2014

Posted by Nicoletta De Matthaeis in Artículos en español

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Alemania, Ascensión, Balduino III, Bélgica, Beato Adalberto, Benvenuto Cellini, Blutritt, Brujas, Cabalgata de la Sangre, Capadocia, Capilla Real, Carlomagno, Catedral de San Andrés, Enrique III, Francisco José, Heilig Bloed, Hospital de Santa Magdalena, Hospital del Peregrino, II Cruzada, Inocencio VI, Invasión Húngaros, IV Cruzada, José de Arimatea, lanza de Longinos, León III, León IX, Longinos, Mantua, París, Patrimonio Inmaterial, reliquias, Roma, Sagrada Sangre, San Juan de Letrán, Santa Sangre, Tabula Magna Lateranensis, Teodorico de Alsacia, UNESCO, Weingarten

Il sangue de Cristo                                                                                             Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui

longino

‘…Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua’ Jn 19, 34.

Esta es la única referencia que encontramos en el evangelio sobre la sangre y agua que salieron del costado de Cristo como consecuencia de la herida provocada por la lanza de Longinos,  el centurión romano. En la tradición hebrea, para los que morían de muerte violenta, la sangre debía ser guardada y sepultada junto con el cuerpo, como también cualquier otro tejido u objeto manchados de sangre. Pero se superponen las versiones (entre leyendas y apócrifos) de cómo y quién recogió esta sangre y qué sucedió después. Una tradición dice que fueron la Virgen María y San Juan quienes recogieron el precioso líquido en una ampolla y otra dice que fue José de Arimatea, el que prestó el sepulcro a Jesucristo. Y desde aquí empieza la leyenda del santo Grial. Es decir, José de Arimatea habría utilizado el cáliz de la Última Cena.

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El Santo Prepucio

18 mercoledì Dic 2013

Posted by Nicoletta De Matthaeis in Artículos en español

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Agnes Blannbekin, Amberes, Apócrifos, Balduino I de Jerusalén, Basílica del Santo Sepulcro, Calcata, Carlomagno, Charroux, Circuncisión, Concilio Vaticano II, Coulombs, Cristo, Enrique V de Inglaterra, Evangelio árabe de la infancia, Hugonotes, Irene de Bizancio, James Joyce, Jesús, Lansquetenes, León III, María Magdalena, reliquias, San Juan de Letrán, Sancta Sanctorum, Santa Brígida de Suecia, Santa Catalina de Siena, Santo Prepucio, Saqueo de Roma, Ulises, Virgen María

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Circoncisione

Del Santo Prepucio de Jesús no se habla en los Evangelios. Únicamente en el evangelio de Lucas hay una mención a la circuncisión, un rito obligado en el seno de la religión hebrea. “Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno” (Lc 2,21).

Mayores detalles los encontramos en el apócrifo ‘El Evangelio árabe de la infancia’: “Y, cuando fueron cumplidos los días de la circuncisión, es decir, al octavo día, la ley obligaba a circuncidar al niño. Se lo circuncidó en la caverna, y la anciana israelita tomó el trozo de piel (otros dicen que tomó el cordón umbilical), y lo puso en una redomita de aceite de nardo viejo. Y tenía un hijo perfumista, a quien se la entregó, diciéndole: ‘Guárdate de vender esta redomita de nardo perfumado, aunque te ofrecieran trescientos denarios por ella’. Y aquella redomita fue la que María la pecadora compró y con cuyo nardo espique ungió la cabeza de Nuestro Señor Jesucristo y sus pies, que enjugó en seguida con los cabellos de su propia cabeza”(V-1).

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