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Sulle orme degli apostoli; le reliquie di San Giovanni Evangelista. Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui
Tenía unos 10 años menos que Jesús y era el más joven pero también llegaría a ser el más longevo de los apóstoles. Nació en Betsaida a orillas del lago Tiberíades, en el seno de una familia de pescadores bastante acomodada. Era hijo de Zebedeo y de Salomé (probablemente prima de la Virgen) y hermano de Santiago el Mayor. Juan, ‘el discípulo a quien Jesús amaba’, estuvo siempre presente en los momentos más importantes de su vida, tales como: la transfiguración, con Pedro preparó la Última Cena durante la cual estuvo sentado a la derecha de su maestro, la oración en el Getsemaní, el prendimiento de Jesús, el descubrimiento del sepulcro vacío por parte de María Magdalena, … fue el único de sus discípulos presente bajo la cruz. Tomó la Virgen bajo su cuidado hasta su muerte, habiéndosela encomendado Jesús justo antes de morir.
Según los Hechos de los Apóstoles, es enviado a Samaría, donde ya había predicado Felipe, para consolidar la nueva fe. Ya hacia el 52 deja definitivamente Jerusalén y se dirige a Asia Menor, para dirigir la Iglesia de Éfeso, donde en teoría ya había vivido con María. Su fama llega hasta Roma. Con la llegada al poder de Domiciano (81-96) se produce una persecución contra los cristianos. Aquí la tradición, o la leyenda, es bastante curiosa. Domiciano lo manda arrestar y llevar a su presencia. Antes que nada ordena que le corten el pelo, para humillarlo. Como tenía una gran fama de taumaturgo, le obliga a beber de un cáliz con un potentísimo veneno, pero que no tiene ningún efecto sobre el apóstol. Este mismo veneno se lo hacen beber inmediatamente después a otro condenado, quien muere instantáneamente. Por si fuera poco, Juan lo resucita. A continuación, cerca de Puerta Latina, lo meten dentro de una caldera con aceite hirviendo, de la que sale ileso. Este episodio lo describen sobre todo Tertuliano1 y San Jerónimo2, además de los Hechos de Juan. Domiciano, estupefacto, en vez de condenarlo a muerte, ordena su exilio a Patmos.
El lugar, Puerta Latina, había sido escogido porque cerca de esa puerta había un templete dedicado a Diana, diosa a la que Juan, en Éfeso (donde surgía uno de los más grandes templos del mundo dedicado a esta divinidad, una de las siete maravillas del mundo) había despreciado, según puede leerse en el apócrifo de los Hechos de Juan3.
C.B. Piazza lo describe de esta manera:
“…como muestra de vilipendio le rasuraron la cabeza, según el uso de entonces para atormentar a los magos, y que en la pena del aceite hirviendo dada al santo, para que muriera, estuvo presente el senado con el cónsul, y todo el pueblo romano. Fue en los tiempos de Domiciano y este martirio es relatado por Tertuliano con las palabras: ‘El apóstol Juan, después de haber sido metido en aceite hirviendo, y no habiendo nada padecido, fue relegado a una isla’. También San Jerónimo cuenta este hecho…”4
A pocos metros de la iglesia de San Juan en Puerta Latina, casi pegado a la misma puerta, un templete octogonal indica el lugar exacto del martirio. Y no por casualidad se llama San Juan en Óleo (San Giovanni in Oleo). Este templete ya existía en el siglo V cuando se construyó la cercana iglesia de San Juan en Puerta Latina, pero no sabemos cuál sería su estructura original. Fue vuelto a edificar por Benedetto Adam Borgognone en 1509, sobre un proyecto de Bramante y Antonio da Sangallo. Posteriormente, en 1658 fue transformado por Borromini y enriquecido con pinturas de Lazzaro Baldi que representan el martirio del apóstol. En su interior encontramos una inscripción, como recuerdo imperecedero:
Martirii calicem bibii hic Atleta Joannes / Principii Verbum cernere qui meruit /Verberat hic fuste proconsul, forfice tondet / Quem fervens oleum ledere non valuit /Conditur hic oleum, dolium, cruor, atque capilli / Quae consecraviurt inclita Roma tibi
(“Aquí bebió el cáliz del martirio el campeón de la fe Juan, el que mereció discernir el Verbo del principio, aquí por voluntad del Procónsul fue azotado con el bastón y tonsurado con las tijeras, aquél al que el aceite hirviendo no consiguió lastimar. Aquí se conservaron el aceite, la tinaja, la sangre y el cabello, cuyas cosas la famosa ciudad de Roma te ha consagrado”).
En lo que concierne a sus reliquias, según un párrafo de un texto de Totti, en Roma se conservan: el cáliz en el cual le dieron el veneno y no fue lastimado, cadena con la que fue conducido atado a Roma, tijeras que utilizaron para rasurarlo y una camisa de lino. Todas éstas se encuentran en San Juan de Letrán. Caldera, en la que lo metieron con aceite hirviendo, parte del mismo aceite, cabello y sangre, están conservados en el altar de la capilla delante de Puerta Latina. Parte de su vestimenta en Santa María in Campitelli, San Juan de Letrán y en otras iglesias. El maná que habría supurado su sepulcro en Santa María en Traspontina fue repartido entre San Salvador delle Coppelle, Santa María la Mayor, Santa María in Campitelli, San Pedro en Vaticano u otras iglesias.5
Del sepulcro hablaremos más adelante. De todas estas reliquias, que se encontrarían en la Roma del siglo XVIII, época de la publicación del citato texto de Totti, ahora solo se conserva una arqueta que contendría partes de su túnica, expuesta en el Tesoro de la Basílica de San Juan de Letrán. Juan Diácono (siglo X) dice que San Gregorio Magno la obtuvo y que fue custodiada junto con otra túnica, también atribuida al santo, y también milagrosa ‘sub altaris Sancti Joannis in Basilica Costantiniana’. De las tijeras tenemos conocimiento por la ‘Tabula Magna Lateranensis’6 como también de la cadena con la que fue atado y traído desde Éfeso.
Como decíamos, San Juan vivió su destierro en Patmos (una de las islas del Dodecaneso), no lejos de Éfeso, donde empezó a escribir el Apocalipsis. Cuando la isla fue incorporada al Imperio Romano sirvió, como otras islas de Egeo, como lugar de exilio para los prisioneros políticos. Después de la muerte de Domiciano sube al trono Nerva (96-98), tolerante con los cristianos, por lo que Juan, hacia el 98, es liberado y vuelve a Éfeso donde, según la tradición, escribe el Evangelio ayudado por sus discípulos. En esta misma ciudad muere, con unos 100 años de edad, durante el imperio de Adriano.
En el siglo VI Justiniano manda edificar una basílica en el lugar de la pequeña iglesia construida en el siglo IV sobre el sepulcro del apóstol en Ayusuluk, muy cerca de la antigua Éfeso. Esta basílica sería sucesivamente transformada en mezquita por los musulmanes y en el siglo XV destruida por las tropas de Tamerlán. En el siglo XIX se iniciaron las excavaciones que, en varias veces, sacaron a la luz partes de la basílica, mosaicos y también el que es considerado como el sepulcro del apóstol, del cual no queda prácticamente nada. En este sarcófago había tres agujeros de donde salía un polvo blanco, que los habitantes de la zona llamaban ‘maná’. Este fenómeno se verificaba todos los años en cuanto se iniciaba la oración a la víspera de la fiesta de San Juan y, según aseguraban, era una sustancia con poderes taumatúrgicos, casi milagrosos. ¿Será este el maná del que habla Totti, que llegó hasta Roma?
Pero éste ya no es actualmente un lugar de muchas peregrinaciones como sin embargo lo es la ‘Gruta del Apocalipsis’ en Patmos, situada entre las aldeas de Skala y Chora. Es una gruta de unos 7 metros x 6 a la que se accede subiendo 43 empinados escalones. Es considerada como el lugar donde vivió el apóstol durante su exilio. En 1999 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, junto con el cercano Monasterio de San Juan. Según la tradición, en el interior de la gruta, cerca de la bóveda, aprovechando una grieta en la roca, a través de tres hendiduras más pequeñas, Dios habría revelado a Juan el Apocalipsis (esta palabra en griego significa ‘revelación’) que Juan, a su vez, dictó a su discípulo. En el siglo XI la gruta fue transformada en lugar de culto por el Beato Cristodulo, fundador también del monasterio de San Juan, y desde entonces millares de fieles de todas las partes del mundo vienen a visitarla.
En cuanto se entra en la gruta se ve al fondo un iconostasio con diferentes iconos, entre los cuales la de la revelación del Apocalipsis, la de San Cristodulo, de la Virgen con los apóstoles y la de San Juan con su discípulo Procoro en el acto de escribir. A la derecha una reja protege el lugar donde, según la tradición, el apóstol descansaba. Una aureola de plata evidencia el lugar donde Juan apoyaba la cabeza y la pequeña cavidad con el marco de plata sería donde él ponía la mano para levantarse. Un saliente en la pared rocosa, a modo de un atril, donde en la actualidad está situado un Evangelio, sería el lugar donde el discípulo escribió el Apocalipsis.
Juan fue el único de los apóstoles que no murió martirizado sino de vejez. En el apócrifo ‘Los Hechos de Juan’ la modalidad de su muerte cambia según las diferentes versiones: 1) envuelto de una luz cegadora y desde su tumba sale el maná, como comentado antes; 2) muere diciendo ‘La paz esté con vosotros hermanos’; 3) a la mañana siguiente de su muerte los discípulos encuentran solo sus sandalias habiendo el cuerpo desaparecido. Esto hizo pensar, durante un cierto período de tiempo, que Juan hubiese sido asunto en cielo, como demuestran algunas famosas obras de arte. Pero esta hipótesis no fue sucesivamente reconocida y aceptada por la tradición cristiana.
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1.- La prescripción contra los herejes, cap. XXXVI, 83-84
2.- Comentario al Evangelio según Mateo, 20, 22
3.- Hechos de Juan, Cap. XXIII
4.- Piazza, Carlo Bartolomeo. Eorterologio, ovvero le Sacre stazioni Romane e feste mobili. Roma, 1858.
5.- Totti, Pompilio. Ristretto delle grandezze di Roma. Roma 1637
6.- Para saber más sobre la ‘Tabula Magna Lateranensis’ consulta este artículo
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